Canta tango desde que era una niña en San José, empujada por su abuela. Ganó el primer certamen nacional de tango a los 19 años. Fue directora de una murga de mujeres, también integró la BCG. Vive en el Parque Rodó. Es soltera, tiene un hijo de 17 años. Es estudiante de medicina, está en cuarto de facultad, retomando una carrera que abandonó hace algunos años. Su hobbie: armar y desarmar aparatos. Se da maña desde chica, cuando arreglaba los juguetes de su hermano, pero con la ayuda de un manual se animó a desafíos mayores: armó y desarmó desde radios hasta motos. Es hincha del Universal de San José y de Peñarol. Dice que no baja contenidos de internet pero sí ha comprado en la web discos por ejemplo que no se consiguen acá. No tiene auto. De niña escuchaba a Mercedes Sosa, a Serrat, a Celia Cruz, a Osvaldo Pugliese, y hoy incorporó a la lista de intérpretes favoritos a Norah Jones, Cassandra Wilson, Marisa Monte. Su último descubrimiento fue Melody Gardot.
“Mi memoria atesora, junto a una moña escolar, el café con leche mañanero y el libro de lectura, jineteado siempre junto a los compases de un tango. Hundí raíces profundas en ese tranquilo y musical barrio donde reinó majestuoso el tango y mucho, mucho más tarde el tamboril. Malvín y tango, dos grandes amores que me llevaron a la búsqueda de quimeras ocultas que le dieron brillo a los hechos que de otro modo hubieran sido opacos y gastados”. Este es un fragmento de uno de los textos del libro Pebeta de mi barrio, de María Amelia Carámbula, dentro de la sección del barrio Malvín. Hay varios textos en algunos barrios.
El tango sigue vivo en los barrios cuando uno lee este libro que reúne más de cincuenta historias de unos treinta barrios montevideanos y algunso colados, como ponen allí, del interior, o incluso del exterior. Historias, anécdotas contadas por vecinos en tono amateur pero exquisito, narradas en tono coloquial. Es un libro de Malena Muyala, se podría decir, pero eso capaz que no es del todo correcto. Porque es un libro donde Malena es una más contando su historia de barrio, de niña junto a su abuela, una historia que trasciende de San José a Montevideo. Después Malena se ubica junto al lector para disfrutar cada historia y, está claro, se ubica también desde la música, con un disco que acompaña a los textos y les da una perfecta banda sonora a cada uno de los cuentos.
Joel Rosenberg: Estamos junto a Miguel Ángel Dobrich para hablar de este libro Pebeta de mi barrio, que nos decías que viene funcionando, se viene vendiendo, que es lo interesante. Supongo que tiene una cantidad de gente que quiere conocer de estas historias. ¿Por qué este proyecto?
Sí, en realidad, generalmente yo paso pensando qué puedo hacer. Uno siempre está inventando o tratando de expresar por alguna vía lo que está sintiendo en cada momento. Y me pasó durante mucho tiempo de llegar a lugares, incluso no solo en Uruguay, también en Argentina, y es muy común que la gente se acerque y te cuente algo: “Vos sabés que yo en el año tanto fui con mi viejo a tal lugar y justo estaba tocando no sé quién…”. La mayoría de la gente tiene historias, recuerdos, cosas. Y ahí empecé a sentir realmente que casi todos los que nacimos en Uruguay tenemos algún vínculo con el tango, algún recuerdo, algo. Entonces ahí dijimos: “Bueno, ¿cómo podemos hacer para unir esto con la música?”, porque básicamente la música era el hilo conductor de esos recuerdos, era lo que traía la gente desde otros lugares.
Aparece la cita a pie de página muchas veces de los temas a los que refieren algunas historias.
Exactamente. A Carola, mi productora, se le ocurrió hacer una gira por los barrios de Montevideo y empezó a cómo hacíamos. La idea era que fuese gratuito para que nadie tuviese excusa de no ir al espectáculo, y ahí fue que se nos empezó a ocurrir: “¿Y si le proponemos a la gente que nos empiece a contar una historia?”. Yo lo cuento en el libro un poco, fue como que cada vez que a alguien se le ocurría algo, a otro se le iba ocurriendo otra cosa y otra cosa y otra cosa, y de hecho el proyecto era mucho más grande que esto, y uno termina haciendo lo que está al alcance.
Dobrich: ¿Cómo fueron recogiendo las historias y cuál fue el criterio de selección de las que finalmente integraron Pebeta de mi barrio?
A la gente se la invitaba a través de un correo electrónico que llevaba el nombre de Pebeta de mi barrio, y sino se hizo un acuerdo con los centros comunales, que también esa era la idea, tender puentes para que la gente hiciera uso de esos espacios que están al alcance del ciudadano, del vecino como se dice habitualmente, entonces ahí se puso un buzón y la gente leía las bases, las condiciones, y podía dejar un sobre o escribir por internet. Estuvimos pensando en las distintas opciones, porque también decíamos: debe haber un margen de gente quizá muy mayor que no está habituada a entrar a la computadora, y vos le decís “mandame un mail” y le complicás la vida, a no ser que le pida a un nieto o algo así. Entonces por ahí, por esas dos vías, empezaron a llegar.
En el texto vos sos como una más.
Es que soy una más. De hecho cuando la editorial me plantea que el libro dijera Pebeta de mi barrio, “de Malena Muyala” yo automáticamente mandé un mail y les dije: “Por favor, si pueden hacer que no sea ‘de Malena Muyala’ para mí es mucho mejor porque en realidad es un poco injusto para los autores”. Ellos me dijeron que por un tema legal, el libro tiene que tener un autor, pero eso es un poco se lo explicamos a la gente, que mi más lejana intención es adueñarme de algo que en realidad no tiene dueño, es de todos, es como una memoria colectiva. Pero como yo había sido el hilo conductor, de ir a los barrios, de cantar, de invitar a la gente y demás, y era más simple poner “de Malena Muyala” que poner 52 nombres en la tapa.
¿Y el disco?¿Quiénes te acompañaron?
Es mi banda habitual.
Con algún invitado.
Con algún invitado. Ahí está Fredy Pérez, Montemurro, está Mauro Carrero, Checo Anselmi, Gerónimo De León, que ellos tocan habitualmente conmigo, falta Juan Rodríguez en el chelo que no estuvo en el disco. Rada que se sumó así espontáneamente, divino, porque estábamos grabando y él cayó ahí, cayó con comida, “coman, coman, coman”. Y fue aportando y escuchando. Yo hace un tiempo y me habían preguntado la típica pregunta: ¿Con quién soñás cantar algún día? Y yo dije: “Me encantaría cantar con Rada”, porque lo admiro muchísimo, me parece un talento gigante y además la oportunidad que he tenido de conocerlo como persona, es divino, y fue como esas cosas del plan mayor. Estás grabando y cae Rada al estudio y lo invité a grabar, y me dijo “mañana a las tres vengo”, y a las tres ya vino tarareando El día que me quieras y entramos y grabamos toma uno.
¿Te gustó el resultado?
Sí, me encanta, lo escucho muchísimo. Lo terminé de escuchar cuando estaba en Cuba yo, que había ido a cantar, y el Monte me mandaba las pistas, que en Cuba podés estar todo un día para que baje una canción porque es re lento el internet. Entonces me las mandaba súper livianitas, yo bajaba allá, las escuchaba, le mandaba mis comentarios. Y confié plenamente en él. O sea, fue tan lindo el clima de grabación que a mí por primera vez me pasó en algo que grabo que no estuve extremadamente arriba y obsesionada con el producto final. O sea, realmente lo delegué a que ellos dijesen “así está bien, está bien la mezcla…”.
En el 91 se presentó al primer certamen nacional de tango.
¿Ese concurso fue un punto de inflexión importante?
Sí, fue un punto de inflexión importante porque de golpe yo me encontré con que, primero, había ganado un certamen nacional. Yo concursé por Montevideo y no por San José, porque de San José en realidad ya venías directo a la final, no había habido rondas de preselección, se presentaron dos personas y las dos personas vinieron directo a la semifinal. Y en Montevideo se habían presentado, yo recuerdo que participé con el número 210, así que imaginate lo que era, entonces tuvimos meses de rondas y preselecciones donde iba quedando, iba quedando. Me acuerdo que a la semifinal vino mi abuelo, que terminó todo ese evento con la coronaria, le llamaron a la coronaria a mi abuela, porque claro, me nombraron de última entre los cinco finalistas y mi abuela estaba súper atacada.
Te tenías fe.
Yo me tenía una fe terrible porque sabía el trabajo y el esfuerzo… O sea, estaba totalmente enfocada en que ahí tenía que tener un resultado positivo, entonces claro, cuando gano el concurso, a los tres o cuatro meses me dicen que tenía que abrir el espectáculo de Osvaldo Pugliese en el Solís, nada menos, y ahí fue como que realmente me hizo un clic en la cabeza. Mi primer presentación fue en el Teatro Solís tapado de gente teloneando a Pugliese. Y yo tenía 19 años.
Y de aquella que teloneaba a Pugliese con 19 años a la de hoy, si te mirás como artistas, ¿qué grandes cambios ves?
Esencialmente no veo grandes cambios porque yo sigo teniendo la misma disciplina de trabajo. Sí tuve algún momento de mi vida donde me dañé un poco en el sentido de que me volví como que me presionaba demasiado a mí misma, entonces no terminaba de disfrutar lo que hacía, o sea, terminaba de grabar un disco, me pasó con Viajera, por ejemplo, que es un disco que a mí me encanta y sin embargo lo seguí escuchando tres meses buscándole detalles que los tendría que haberlos hecho mejor o “acá hubiese cambiado esto” y no da para estar así, o sea, ya está, ya terminó, a otra cosa.
Ahora a la una tenés examen, ¿de qué?
Sí, práctico de cardio-respiratorio. La parte de histología. Ayer tuve el teórico y ahora tengo el práctico, y dentro de dos días tengo digestivo y renal. Estoy estudiando.
¿Qué fue lo que te dio ahora por retomar la carrera de medicina, por más que tengas una carrera exitosa de artista?
Yo tenía una vocecita interna permanente de que medicina tenía que hacerlo en algún momento, lo sentía, es algo que cuando uno siente que tiene algo inconcluso en la vida, es eso, sigue siendo porque todavía me falta un tramo. Siempre he estado buscando los espacios para hacerlo. No es fácil porque de repente te sale una gira, te vas un mes y medio y ya sabés que ese año tenés que postergarlo. Ninguna facultad te espera un mes y medio o dos meses que vos te vayas y vuelvas. Pero la verdad es que, viste cuando se dan las cosas, he estado encontrado socios divinos, porque yo ahora justo estoy en un momento que medicina comunitaria y demás donde estoy yendo todas las semanas al campo, a las policlínicas, y eso a mí me ha hecho un bien bárbaro, yo siento que incluso que estoy mucho más entusiasmada con la música desde que retomé la facultad, me siento mucho más plena, estoy haciendo todo lo que me gusta. Y el hecho de ir al campo y estar hablando con la gente y tener docentes divinos que son tutores, que te van explicando todo lo que ellos pueden, que te dejan tomarle la presión al paciente, auscultarlo, palparlo, hablar con él, hacerle la ficha patronímica, o sea, todas esas cosas que decís: “¡Sí, esto me encanta!”.
¿Cómo se da lo de estudiante famosa? ¿Cómo lo manejás? ¿Hay momentos que ayuda y momentos que distorsiona un poco?
Hay momentos que distorsiona un poco. El otro día estaba en una policlínica en el campo, en Canelones, y justo estaba la doctora atendiendo a una paciente y yo estaba allí escuchando, ayudando y tomando la presión y yo qué sé, y entró una enfermera con un papel y una lapicera y me pidió ahí delante de la paciente que le firmara, y la doctora miró y yo le hice una seña de “esperá un poco”. Ese mismo día me pasó que fui al baño y había una señora que estaba en la sala de espera y me siguió hasta el baño y no me soltaba en el baño, “te vi cantar en tal lado y tengo tu disco”, y yo qué sé qué.
En una emergencia te piden “cantate una”.
Sí, sí, eso pasa, igual yo a muchos docentes le digo: “Pará, yo acá no soy Malena cantante, yo acá soy una estudiante, no quiero ninguna distinción de ningún tipo”, y así lo trato de manejar y de llevar.
Leyendo algunos de tus datos, nos hacés acordar a Laura Canoura porque ella dijo que tenía cierta facilidad con las tareas manuales. Vos armás y desarmás todo, hasta una moto te animás.
Bueno, con el certamen nacional de tango, cuando gané, que me acuerdo que el premio fue en dólares, muy interesante, agarré toda esa plata, fui y me compré una moto. Y me recorrí Uruguay entero en moto. Fui hasta Brasil en la moto. Estaba permanentemente… Conocí todo con la moto.
¿Vos te arreglabas la moto?
Sí, la desarmaba, la armaba. Me compré los manuales para saber exactamente todo. Y soy de comprarme muchos manuales de cosas. Mi hermano, de chico, una de las cosas que me acuerdo es que le habían dejado los Reyes un autito de bomberos, subía y bajaba la grúa, prendía las luces y se le rompía. Y yo tenía 8 o 9 años y se lo desarmé, conseguí un soldador, le soldé todos los cablecitos adentro y todo eso quedó funcionando. Desarmaba las radios, hasta el día de hoy, cualquier cosa que se rompe, hasta una tele.
Así que puede tener hasta una tercera profesión.
Sí, la computadora por ejemplo ahora que veo que tenés una Mac, yo tenía la otra, la blanquita, y ahora me compré una de estas, y la desarmé toda a la otra, le saqué el disco, se lo pasé para acá, instalo programas, desinstalo, todo eso me fascina.
Malena, te agradezco mucho esta visita que has tenido por acá hoy.
No, gracias a ustedes. Yo la verdad que me alegro mucho de que este libro haya llegado a ustedes también, y que llegue también a mucha más gente. Una cosita que les quería contar de este libro es que nuestra idea era hacer un ida y vuelta permanente con la gente. O sea, nosotros fuimos al barrio, levantamos las historias, la gente nos dio, nos devolvió con eso, nosotros lo devolvemos con el libro, la gente nos devuelve comprando el libro, y nosotros vamos a devolver esto porque estamos armando un programa que va a recorrer casi todas las escuelas, en primera instancia de Montevideo, escuelas primarias, donde Rada ya también se va a sumar probablemente y demás, y vamos a ir a hacer pequeños tallercitos de tango, candombe y demás, y a mostrar que el tango y el candombe no es cosa solamente de veteranos sino que está ahí, que puede ir Malena, Rada y no sé quién y ver a todos los músicos jóvenes que están tocando, y bueno, que los niños también, devolverles un poco con este trabajo a la gente nuestra música.
Bueno, estaremos atentos cuando empiece eso para difundirlo.
Y ojalá dentro de muchos años todos esos niños nos devuelvan de alguna manera haciendo tango, componiendo, cantando.