"Yo estaba ahí solo en el agua"

Cristian Hunt, el uruguayo que salvó a los seis marroquíes en Lanzarote, conversó con No Toquen Nada. Fueron los únicos que sobrevivieron a la tragedia del cayuco hundido a 20 metros de la costa norte de Lanzarote en el anochecer del domingo. “El dispositivo que montaron luego fue increíble. Ahora, en el momento esa noche no se veía tanto movimiento”, agregó.

Actualizado: 18 de febrero de 2009 —  Por: Florencia Melgar

"Yo estaba ahí solo en el agua"

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Cristian continuó diciendo: “Yo estaba ahí sólo en el agua y ver tantas personas ahí en las rocas.... yo estuve solo siempre. No es que me eche los méritos, pero estuve solo. A lo último se tiró Johnny Camarasa, prácticamente cuando estábamos saliendo”.

Desde que se tiró al agua hasta que terminó el último rescate pasaron unos cuarenta minutos. Ya era de noche y había focos en el agua. Cristian contó a No Toquen Nada que “cada vez que volvía con uno veía más gente afuera. Al final ya eran como 150 personas” y se preguntaba por qué nadie se tiraba al agua a ayudar.

La que se había tirado antes era su mujer, según Cristian, por la impotencia que ella sentía de verlo solo luchando contra las olas y que sólo le tiraban salvavidas que en lugar de ayudarlo lo complicaban porque le impedían remar: “miro así... y digo, al fin me vino a ayudar uno, miro... y veo mi mujer, que le tiene respeto al mar... y le dije estás loca... y la mandé para afuera”.

Aparte de ella, Cristian resaltó el apoyo de Pedro Barrios, otro uruguayo, quien fue muy importante en las tareas de rescate.

Cristian tiene 39 años, vive en la isla española desde hace 18 y surfea desde los 12. No es la primera situación de rescate que vive, pero sí la más grande y peligrosa en la que estuvo sólo. Las experiencias anteriores le sirvieron para saber que en esos momentos, las personas que se están ahogando tienen tanto miedo que se ponen agresivas y tienden a hundir a quien los quiere rescatar. Por eso, la tabla de surf (que le alcanzó su esposa) fue vital en el salvataje. Cristian contó a No Toquen Nada cómo los salvó: “Cuando llegaba, les entregaba la tabla y los remolcaba porque me ponía la amarradera en el tobillo y los remolcaba a crol hasta el acantilado y ahí me tiraban una cuerda”.

El policía que estaba desde que descubrió el naufragio le decía que estaba loco, que no se tirara, que esperara el rescate. Para Cristian era imposible esperar. En el lapso de un par de minutos que le tomó en ir a buscar una cuerda a la casa, vio como desparecían de la superficie los cuerpos: “cuando llegué estaba la patera virada y había como 20 personas en el contorno del barco y algunos flotando. Me llamó la atención el montón (...) y al volver ya quedaban esas seis”.

El rescate tuvo momentos más extremos que otros pero el mar siempre estuvo bravo con olas de uno a dos metros rompiendo contra las rocas filosas de los acantilados de esa parte de la costa. Uno de los momento difíciles fue cuando un par de series de olas lo tiraron a él y al niño de 14 años que estaban en una roca, a medio rescate: “estábamos arriba de una roca, nos pasó por arriba, lo perdí y todo... solté la tabla, al chico, lo fui a buscar al fondo, lo levanté... pasamos muy mal” contó Cristian a la radio.

Para Cristian es ridículo que 28 personas crucen el estrecho en un cayuco de cinco metros. También hay embarcaciones que 30 metros que llevan casi 100 personas. Cada vez que uno se da vuelta, son muchos los muertos.

“Muchos murieron de hipotermia, estaban violetas, con las manos hinchadas. Y el casco del barco no tiene adherente, es deslizante y entonces no podrían mantenerse, se iban para abajo como bolsas de papas. Miré para abajo y vi a cuatro o cinco de ellos a varios metros de profundidad”, recordó Cristian esta mañana. “Lo que no se van son las imágenes”, continuó Cristian, que aún no ha tenido mucho tiempo para meditar por la cantidad de visitas que ha recibido. Pero en momentos libres “tengo imágenes de gente en el fondo que yo creo que nunca se me van a ir en la vida (...) gracias a dios no tuve que ver a los menores; los que vi fueron personas del sexo masculino entre 20 y 30 años y luego los que salvé, los que sobrevivieron”.