¿Cómo te llegó la propuesta y por qué decidiste aceptar?
Me lo propusieron en diciembre, me llamaron desde la coordinación de Cinemateca Uruguaya, que es la responsable de la Escuela. Me agarró de sorpresa porque nunca me había planteado estar en un cargo como este. Lo medité mucho, traté de entender las razones por las que me lo ofrecían y por qué entendían que podía cumplir la labor.
Fue muy sorpresivo pero al tiempo me di cuenta de que era una muy buena oportunidad para varias cosas. Desde lo laboral, sin duda, pero además es un lugar estratégico muy interesante para estar en contacto con la formación de las nuevas generaciones de cineastas. La escuela cumple un rol en medio audiovisual uruguayo, además de formativo, como lugar de encuentro, generador de ideas, de proyectos.
Me parece que es una oportunidad muy buena, un desafío enorme que me implica estar aprendiendo y entendiendo un montón de cosas que jamás me había planteado. Lo tomo con mucha expectativa.
Hay un cambio en el tipo de estudiantes que llega hoy a la ECU, ahora se trata de personas más jóvenes. Esto responde en buena medida a que ha cambiado la realidad del cine uruguayo.
Exacto. Creo que hubo un cambio muy importante en el perfil de estudiantes. Cuando yo hice la Escuela, soy de la generación 2001, en general éramos personas de 25 años para arriba. Lo mismo sucedía antes. Ahora, los estudiantes salen del Bachillerato y vienen para acá, con 18, 19 o 20 años. Esto responde a que la formación en cine ha pasado a ser una opción válida y viable como claramente no lo era hace 10 o 15 años. Hay una cantidad de egresados que se insertan en el mercado no necesariamente como realizadores pero sí como camarógrafos, sonidistas, productores, asistentes de dirección, fotógrafos. La Escuela obviamente tiene que ir, de a poco, adaptándose a estos nuevos estudiantes que no tienen el mismo background ni la misma cinefilia que podíamos tener antes. Eso exige pequeñas adaptaciones en los planes académicos y en el mismo relacionamiento con ellos.
También ha cambiado mucho la disposición de tecnología para el registro y la edición.
Claro. Estas generaciones prácticamente han nacido en una era en la que el acceso a los medios tecnológicos y de producción de imágenes, aunque sea en los formatos más amateurs, está al alcance de la mano. En mi generación, tener una cámara era algo muy raro, muy extraño. Ahora cualquiera filma cualquier cosa con un celular y si bien eso no te convierte en un cineasta, sí te convierte en generador de contenidos. Después lo procesás de mejor o peor manera, con mayor o menor elaboración, para intentar comunicar un punto de vista o simplemente registrar un evento.
¿Cuáles son los principales roles que debe jugar la Escuela en este nuevo contexto?
Lo fundamental es lo de siempre, el rol clave de una institución académica en esta área es el de ser un centro de conjunción de gente que está con un interés. Vos podés tener una gran fantasía en la cabeza pero hasta no entrar en una escuela de cine no entendés realmente de qué va esto de hacer una película. Pasar por al escuela te aclara todo eso, te permite entender en qué rol te sentís más cómodo, qué papel juega cada uno de los roles.
Desde lo técnico, ¿cuáles son las principales carencias que tiene la producción nacional?
En relación a lo que eran los puntos débiles del cine uruguayo hace 10 o 15 años se ha mejorado muchísimo y en eso tiene que ver que se produce más, que hay más experiencia, más profesionales en las diferentes áreas. El propio crecimiento del cine uruguayo y el desarrollo del ámbito audiovisual, permite que los cineastas uruguayos accedamos a oportunidades de mejoramiento de los proyectos que antes no teníamos. Por ejemplo, los cursos de mejoramiento de proyectos, la reescritura de guiones.
Los dos casos paradigmáticos en ese sentido son los guiones y la dirección de actores. Son dos áreas que me interesan mucho como director y creo que han mejorado significativamente. Todavía se puede seguir mejorando, por supuesto. Tengo la idea de que la escuela tienda a tener una especialización mayor en guión. De repente una carrera paralela solo para eso, que no tengamos que ser siempre los directores los que escribimos los guiones, si bien yo pienso seguir haciéndolo porque me encanta. Es una opción laboral y profesional muy interesante.
¿Dónde queda el realizador ahora que asumís este nuevo rol?
Cuando me propusieron esto lo primero o segundo que les dije fue que mi prioridad era la de seguir con mis proyectos. Tengo un proyecto de segundo largo en desarrollo y estoy trabajando en la investigación para un documental. La idea es compatibilizar todo. Eso fue entendido y respetado absolutamente. Además me hicieron saber que esa era una de las condiciones por las cuales me lo ofrecían, querían que el rol de coordinador estuviera en manos de alguien inserto en el medio.
¿En qué etapa está Zanahoria, tu segundo proyecto luego de El cuarto de Leo, elegida como la mejor película uruguaya de 2010?
Está en desarrollo. Es un largo de ficción con el que ganamos el FONA en 2011 y estamos en la ruta de búsqueda de financiamiento. Si todo sale bien la idea es filmarlo en 2013, por suerte viene muy bien.
Las inscripciones para los cursos de la Escuela de Cine del Uruguay están abiertas hasta el viernes 9 de marzo. La carrera tiene siete semestres y las clases comienzan el 19 de marzo. Por más información: info@ecu.edu.uy o el teléfono 2709 7637.