Leonardo H. Burgueño

La bandera de los vascos

Es el jugador número 12 en cada entrenamiento de Athletic de Bilbao. Es el hombre que está más cerca del plantel en cada práctica. No sale en los diarios ni en la radios o en la televisión. Es quizás la persona que recibe más instrucciones de parte de Marcelo Bielsa. El “Loco” siempre anda atrás de él para indicarle algo. No es el goleador Fernando Llorente, no es el arquero Gorka Iraizoz, ni los extremos Markel Susaeta o Iker Muniain. No tiene ningún partido en el cuerpo. Ni siquiera un minuto en cancha. Es Iñaqui.

Actualizado: 08 de mayo de 2012 —  Por: Leonardo H. Burgueño

El canchero que anda con su rastrillo para tapar los pozos y dejar el terreno como un billar después de cada movimiento que realizan los jugadores en las canchas de Lezama, el laboratorio que tiene el club para preparar los ensayos que después ven la luz en San Mamés o en los distintos estadios de Europa donde la camiseta albirroja ha dejado su sello.

Esos mismos colores que son el orgulllo de los vascos. Porque, sin dudas, cada triunfo de los "Leones" es una victoria del pueblo euskadi. Y esta temporada han sido muchos y que desembocaron en las dos finales que tiene en el horizonte: el 9 ante el resucitado Atlético de Madrid, en Bucarest, por la Europa League y el 25 contra el poderoso Barcelona, en Madrid, por la Copa del Rey.

Fueron muchas alegrías para esta región y especialmente para esta ciudad de 350 mil habitantes. Por eso, cerca de dos mil hinchas llegan a las prácticas para estar cerca de sus ídolos (diez veces más que antes). Recorren veinte minutos en auto o media hora en tren desde el centro histórico para tener a sus figuras al lado, porque las prácticas del técnico son a puertas abiertas. Entonces, desde los más grandes hasta los más chicos pueden compartir un momento con el plantel y el cuerpo técnico. Intercambiar palabras, tomarse una foto o pedir un autógrafo. Ellos, los que están en el césped son su gran bandera y como tal, no la quieren dejar sola. La cuidan.

“Sin los extranjeros no seremos los mejores, pero seguimos siendo 'Leones', ¡Aupa Athletic!".Reza el cartel del bar de Lezama, mientras su dueño muestra con orgullo los tickets que tienen el recuerdo de las victorias en Old Traford ante Manchester United y en Gerlserkirchen ante Schalke 04. "Yo estuve ahí, nadie me lo puede contar", explica el hombre mientras ofrece cañas y pinchos.

El centro histórico

El casco histórico de Bilbo (en euskera) tienen las callecitas angostas y de piedra, que son solamente peatonales. Pero en esta fecha reciben a cualquier visitante con otros colores que no son los clásicos grises, sino que están todos embanderados con los colores de su equipo: Ahtletic Club.

Es como si hubiera pasado alguien desde las alturas y hubiera rociado la ciudad con miles de litros de pintura con solamente esos colores. En todos, pero todos en serio, los balcones cuelgan las insignas. Algunos le agregan el león característico, otros alguna leyenda como el clásico "Aupa Athletic" y otro con la fechas de algunas de las dos finales. El fanatismo se extiende a las obras en construcción, cuyas mallas para evitar que vuele el polvo también son... rojas y blancas.

Pero la locura va más allá. "Este diseño está inspirado en el Athletic Club", explica un letrero en una vidriera de... una de las tiendas más exclusivas de vestido de novias. Laura Batán tiene un edificio de tres pisos en la calle Askao. Entre su variada y costosa oferta incluye el modelo con los colores del club de la ciudad para la futura esposa.

Pero hay más. A unos metros de allí, un negocio de venta de dulces entrega como novedad, unos barquillos "Athletic" y un par de cuadras más allá, entre medio de la Catedral y la ría, se asoma la Belostikale Kalea. La calle tienen un decorado especial: las banderas del cuadro viscaíno cruzan de lado a lado, enganchados en los balcones de los antiguos, pero remodelados departamentos.

Del Guggenheim al estadio

La gigante escultura del perro Pupy, como buen guardián, custodia el ingreso al símbolo moderno de la ciudad: Museo Guggenheim. Los turistas llegan entre medio de niños que visten la camiseta Umbro del equipo. Cuentan los locales que para la semifinal ante Sporting, en San Mamés, ese jueves todos los colegios permitieron que los "chavales" fueran con la polera y que hasta los profesores también aprovecharon la ocasión para demostrar su fanatismo.

El camino desde el museo al San Mamés es corto, pero entre medio hay que sortear el hotel Meliá, la fortaleza del cuadro de Bielsa. Allí se concentran desde la llegada del rosarino y los días de partido, el bus que recorre 600 metros para llegar a San Mamés es escoltados por cientos de personas que con el paso de la campaña vitorea más fuerte a sus héroes.

Un día de partido

Sin dudas, la calle que mejor caracteriza a Bilbao un día de partido es Licenciado Poza. Tiene 15 cuadras de largo y desemboca, como un río... pero de gente, en “La Catedral”. A medida que los hinchas van acercándose al destino final se va cambiando el murmullo hasta el rugido del estadio. Además, los locales tienen la clásica tradición de ir pasando de bar en bar para probar la mano de los distintos cocineros con sus especialidades en pinchos. Desde el montadito de tortilla de papas hasta las especialidades del mar. Obviamente todo debe ir rociado por una cerveza o un vino. “Es mejor llevar una caña de la casa porque lograr entrar a un bar los días de partido es casi imposible”, comenta Muniain, el joven de 19 años que este año se consolidó como una de las piezas clave de Bielsa. Y es cierto, caminar por Poza en las horas previas a un juego del local obliga a tener mucha cintura y habilidad, no solo para dejar atrás todos los hinchas que circulan, sino para tomar un trago sin volcarlo entre la marea humana.

Eso es una especie de calentamiento para llegar a la "Catedral". Pero, a diferencia de los estadios de otros lugares del mundo, la cercanía del lugar hace que los simpatizantes entren al recinto cuando quedan cinco minutos para el inicio del partido.

Y en ese momento ya es tiempo de este grupo de jugadores que se ganó un lugar en la historia del club. "El Athletic de mis padres", se titulaba un emocionante relato del diario El Correo cuando los "Leones" lograron el angustioso boleto a la final del próximo miércoles. Es que para los vascos, es el orgullo de tener un equipo bien autóctono, de pelear casi con las manos ante rivales, como Real Madrid y Barcelona, que poseen armas más poderosas. Por eso tienen el pecho hinchado y saben que por unas semanas, una buena parte del mundo hablará de los vascos. Ese es el gran triunfo.

Leonardo H. Burgueño es jefe de deportes de La Tercera de Chile y cedió especialmente para 180 este artículo que publicó en su blog.



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