La prensa egipcia calificó de "revolucionarias" estas decisiones anunciadas por sorpresa la víspera, y algunos medios mostraban preocupación al ver a Mursi, de los Hermanos Musulmanes, concentrar enormes poderes entre sus manos tras apartar el todopoderoso ministro de Defensa y jefe del ejército Tantaui.
"Los Hermanos oficialmente en el poder", titula el diario independiente al Watan, mientras un semanario cercano a algunos círculos militares, al Usbua, denunciaba "la dictadura de los Hermanos".
"Mursi pone fin al Consejo Supremo de las Fuerzas Armadas" (CSFA), dirigido por el mariscal Tantanui, con quien Mursi había entablado una difícil cohabitación en la cumbre del poder, afirmaba por su parte al Shoruq.
Para este diario independiente, las medidas constitucionales anunciadas implican en particular que el presidente, que ya tiene el Poder Ejecutivo, se haga con el Legislativo, le dan "prerrogativas más importantes a las que tenía (Hosni) Mubarak", derrocado el año pasado por una revolución popular.
Mursi ha puesto fin de facto a la tutela que le imponía el CSFA, quien se había apropiado el Poder Legislativo en junio, después de disolver la Asamblea dominada por los islamistas, y limitado considerablemente el margen de maniobra del presidente electo en el mismo momentos.
El jefe de Estado también se hizo con el poder de formar una nueva comisión encargada de redactar la Constitución, en caso de bloqueo de los trabajos de la comisión actual.
Además de jubilar a Tantaui, de 76 años, y al "número dos" del CSFA, el general Sami Anan, Mursi ha retirado del alto consejo militar a los jefes de la marina, la aviación y de la defensa aérea, para colocarlos en puestos destacados del sector público.
El jefe de la marina, el vicealmirante Mohab Mamish, toma así el mando del organismo encargado del Canal de Suez, una de las primeras fuentes de ingresos del país.
"Tigre de papel"
Algunos comentaristas se sorprendían por la aparente facilidad con la que Mursi se deshizo de la cima de la jerarquía militar, cuando muchos esperaban una larga guerra de desgaste entre el presidente y los generales.
"Esto demuestra que Tantaui y Anan no eran en realidad tan poderosos y que el CSFA era un tigre de papel. Finalmente, apartarlos habrá sido más fácil que apagar un cigarillo", estima el analista Ibrahim Eisa, en el diario al Tahrir.
Otro miembro del CSFA, el general Abdel Fatah al Sisi, jefe de los servicios secretos militares, ha aceptado ocupar el puesto del ministro de Defensa, en reemplazo del viejo mariscal, que ocupó el cargo durante 20 años bajo Mubarak.
Un responsable militar indicó el domingo por la noche, en un comentario a la agencia oficial Mena, que los cambios se hicieron en coordinación con el Ejército "y luego de consultas con las fuerzas armadas", y desmintió todo "rumor de reacciones negativas" en el seno del aparato militar.
Mursi, por su parte, aseguró que no tenía intención de "marginar" a nadie, si no de promover a una "nueva generación" con "sangre nueva".
También nombró vicepresidente a un magistrado que se distinguió durante una protesta de los jueces contra el sistema Mubarak durante la elecciones de 2005, Mahmud Meki, un nombramiento que podría anunciar la recuperación de la jerarquía judicial heredera del antiguo régimen.
Mursi, investido formalmente el 30 de junio, es el primer civil que accede a la presidencia en un país en el que todos los jefes de Estados salieron del ejército desde que cayó la monarquía en 1952.
Los Hermanos Musulmanes, que el ejército reprimió durante tiempo y mantuvo en la semiclandestinidad, y con los que también ha sabido dialogar por momentos, son su único rival político de peso.
Este golpe de autoridad político ocurre en momentos en que Egipto vive una grave crisis en el Sinaí, donde 16 guardias-fronterizos murieron el 5 de agosto cerca de la frontera con Israel y Gaza. El ejército lleva desde entonces una amplia ofensiva en contra de los "elementos terroristas" presentes en la península.
Los eventos también preocupaban en Israel. Alez Fishman, experto en cuestiones de defensa del diario Yediot Aharonot, calificó el cambio de "seísmo, peligroso para Israel" y el diario popular Maariv veía "un purga que no es de buen augurio para Israel".
"Seguimos muy de cerca y con cierta preocupación lo que está ocurriendo", indicó por su parte un responsable gubernamental a la AFP, que pidió el anonimato.