Dada la importancia de la polémica pública suscitada a propósito de esta vacuna y teniendo en cuenta la relevancia de la opinión de Tabaré Vázquez, 180 reproduce a continuación la columna publicada por El Observador.
“Cuando en un país se trata de la salud pública, el protagonista mas importante es el ciudadano. El actor político, en el gobierno o en la oposición, tiene una importancia subordinada a la anterior. Y si esto es así las políticas de salud deben lograr amplios consensos ciudadanos y políticos. Cobra entonces primerísimo lugar la información que se entregue a la ciudadanía, ya que sin esa información es imposible su participación en el tema. He aquí la responsabilidad de los políticos y de la academia: brindar a la población conocimientos sólidos, científicamente respaldados y suficientemente claros, para que sean entendidos por quienes no tienen una formación al respecto. De lo contrario no se obtendrán los frutos buscados, que no son otros que mejorar la calidad de vida de la población. Estas reflexiones surgen a propósito de la discusión pública que se ha dado en estos días sobre el tema cáncer de cuello de útero y el papel que juega la vacuna que previene la infección causada por el virus del papiloma humano. Es por ello que queremos brindar algunos comentarios, así como datos estadísticos, sobre este tópico.
Hace algunas décadas era excepcional la existencia de un cáncer de cuello de útero en mujeres menores de 40 años. El pico máximo de incidencia se daba promedial y aproximadamente entre los 55 y 60 años. Esa realidad ha cambiado dramáticamente en tiempos recientes y no son pocos los casos que hoy en día se diagnostican, incluso, a partir de los 15 años.
En el III Atlas de incidencia de Cáncer en Uruguay 2002-2006 elaborado por el Profesor Enrique Barrios y colaboradores (1) se muestra que en esos cinco años se diagnosticaron cinco casos de cáncer de cuello de útero entre los 15 y los 19 años, 27 casos entre los 20 y 24, 83 entre los 25 y 29 años, 151 entre los 30 y 34,162 entre los 35 y 39, 238 casos entre los 40 y los 44 años, 212 entre 45 y 49 y 196 casos entre los 50 y 54 años.
Parece excesivo dar esta cantidad de números pero es necesario conocerlos para analizarlos y sacar conclusiones en cuanto a cual es la situación real de esta patología en nuestro país. La primera de esas conclusiones es comprobar el cambio impactante que se ha dado en su incidencia en mujeres jóvenes menos de 40 años; la segunda es que no estamos ante un problema menor.
En el año 2006 la Unión Internacional Contra el Cáncer (UICC) publica El Atlas del Cáncer (4) y da a conocer que en el año 2002 hubo 493.000 nuevos casos de cáncer de cuello de útero en el mundo y 274.000 muertes por esa causa. En nuestro país entre el 2002 y el 2006 se diagnosticaron 1.772 casos, con una incidencia porcentual de 5,34% de todos los cánceres de mujeres, ocupando el tercer lugar detrás del cáncer de mama y colorectal.
Es así que tenemos en el Uruguay un nuevo caso diagnosticado cada día y muere, por esta causa, una mujer cada dos días. Ante esta realidad surgen interrogantes: ¿Qué podemos hacer?, ¿Qué acontecimientos biológicos están en juego?, ¿los conocimientos actuales pueden ayudarnos a combatir este mal?
En 1979 estudios epidemiológicos realizados por Higginson y Muir (2) demostraron que el 80 % de todos los cánceres son debidos a causas externas y, en principio, se pueden prevenir. Entre esas causas externas se encuentran el tabaquismo activo y pasivo, el consumo de alcohol, especialmente cuando está asociado al tabaco, la dieta, escasa actividad física, las radiaciones, las exposiciones ocupacionales y las infecciones.
Precisamente el cáncer de cuello de útero tiene como factor desencadenante una infección producida por un virus, conocido como virus del papiloma humano o HPV por su sigla en inglés. En realidad no es una sola entidad sino que se estima que hay mas de 100 subtipos de este virus, de los cuales el HPV 16, 18, 31, 33, 35, 39, 45, 51, 52, 56, 58,59 y 66 son los considerados como los que producen mayor impacto patológico dado que pueden ocasionar lesiones precursoras de un cáncer invasor del cuello de útero.
A partir de estas comprobaciones se desarrollaron vacunas contra el HPV. Hasta el año 2010 existían dos vacunas probadas: una cuatrivalente contra los virus 6, 11, 16 y 18; otra bivalente contra los virus 16 y 18. En Latinoamérica se estima que el 70% de los cánceres de cuello uterino se deben a los subtipos 16 y 18 del HPV (datos de la OMS publicados en el 2007).
Por tanto, y esto es de enorme importancia para ser tenido en cuenta, estas vacunas no evitan todos los cánceres de cuello uterino, ni evitan otras infecciones de trasmisión sexual.
Es mandatorio entonces alertar a la población sobre esta realidad y no generar falsas expectativas en un tema de tan alto impacto psicológico. Es indispensable despejar el concepto de la “solución milagrosa” para prevenir la aparición del cáncer de cuello de útero. Sigue siendo prioritario, y cada vez mas, educar sobre estos temas a la población y en especial a los jóvenes.
El uso de preservativos en las relaciones sexuales y la realización de controles ginecológicos periódicos (consulta médica, Papanicolau y colposcopía si así lo indica el profesional médico) deben ser permanentemente aconsejados mas allá del empleo de la vacuna contra el HPV.
Con la posibilidad de la aplicación de esta vacuna se podrá prevenir la aparición de cierto número de casos cáncer de cuello uterino, pero no todos. Es así que en los años recientes se plantea vacunar contra el HPV a las adolescentes a partir de los 12 años cuando aun no han comenzado a mantener relaciones sexuales.
Pero no vacunar de manera aislada sino incluyendo esta indicación dentro de un Programa mas amplio que comprenda: 1º- Campaña masiva de educación a través de los medios de comunicación y otros medios, sobre los cuidados que se deben tener para evitar contraer enfermedades de trasmisión sexual, así como la necesidad de realizar consultas periódicas con el ginecólogo y realizar estudios de prevención secundaria como el Papanicolau, ya que con este estudio se pueden detectar lesiones precancerosas, o cánceres aun no invasivos, que se curarán en el 100% de los casos, si son tratados tempranamente de manera adecuada, o cánceres invasivos en estadios iniciales que pueden ser curados en casi 90% de los casos. 2º- Un plan de vacunación para las alumnas de 5º y 6º año escolar, en el primer año del plan, y en los años siguientes para las niñas que llegan al 5ºaño. 3º - Legislar para que sea obligatorio (y gratuito como ya lo establece la ley) la realización anual del Papanicolau y de la mamografía. Solo así estaremos dando, entre todos, una lucha racional contra el cáncer de cuello de útero. De esta forma avanzaremos positivamente por la salud de nuestra gente.
(Bibliografía consultada: (1) – Barrios, Enrique y colaboradores; III Atlas de Incidencia del Cáncer en el Uruguay-2002-2006. CHLCC 2010. (2) – Higginson, J; Muir, C.S; Epidemiology. En Holland, J.F.; Frei; eds. Citado por: Prevención del cáncer: Estrategias basadas en la evidencia. Una guía de la UICC para América Latina. (3) – Instituto de Oncología Angel H. Roffo – Universidad de Buenos Aires: Pautas en Oncología. Diagnóstico, tratamiento y seguimiento del Cáncer. 2010. (4) – Mackay, Judith; Jemal, Ahmedin; Lee, Nancy. C; Parkin, Maxwell; El Atlas del cáncer. American Cáncer Society-2006)”.