¿Otra Ruanda en Sudán?

Después del pedido de captura librado por la Corte Penal Internacional (CPI) contra el presidente sudanés Omar Al Bashir la situación está al borde del colapso. Max Halty, un uruguayo que está trabajando para Naciones Unidas en el territorio, contó a No Toquen Nada la situación y diagnosticó un “potencial desastre humanitario de grandes proporciones”.

Actualizado: 10 de marzo de 2009 —  Por: Ricardo Leiva

¿Otra Ruanda en Sudán?

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“Acá lo que se está planteando es posiblemente un nuevo Ruanda. Qué es lo que va a pasar cuando efectivamente empiece a morir gente dentro de muy poco tiempo en los campos como directa consecuencia de un proceso que inició el Consejo de Seguridad”, dijo Halty desde, Jartum, la capital de Sudán después de describir la situación de los últimos días (se estima que en la primera mita de la década de los noventa, en Ruanda, murieron más de 800.000 personas, una cifra que supera el 10% de la población de aquel momento en el país).

Halty se encuentra en Sudán dirigiendo un proyecto de información y mapeo para el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo que apoya la coordinación y la planificación del sistema de Naciones Unidas en el país. Según su punto de vista éste es un proceso que se venía anunciando desde hace un tiempo, se sabía que era probable desde hace un año y medio, cuando el Consejo de Seguridad pasó el caso de Al Bashir a la CPI. De todas formas, después de ver la reacción del gobierno ante el pedido de captura, Halty señaló que se está dando “uno de los escenarios más negativos posibles”.

Según analizó el número de 13 ONG´s expulsadas parece acotado cuando se toma en cuenta que hay 84 en Darfur y 800 en todo el país. Pero, según explicó, la expulsión está hecha con una “visión muy estratégica de la intervención, de hecho esas 13 representan más del 40% de la operativa humanitaria y de desarrollo en Sudán. Ha dejado sin capacidad de reacción al sistema de Naciones Unidas en su conjunto”.

El rol de las organizaciones expulsadas era fundamental para la subsistencia de más de 1.800.000 refugiados en los campos de Darfur. “Recibían los alimentos entregados en bloque por el programa mundial de alimentos de Naciones Unidas y se encargaban de la tarea complejísima y delicadísima de distribución dentro de los campos a millones de personas. Esa tarea ha sido eliminada. Esas personas tuvieron 48 horas para subirse a los aviones y salir”. También habrá problemas con el agua ya que “aproximadamente el 70% de los equipos de bombeo de agua estaban manejados por estas organizaciones. Todos los técnicos están expulsados o fuera de su trabajo, todo el financiamiento del mantenimiento no existe más, los fondos han sido secuestrados. La situación es dramática”.

En alusión a la situación en la que queda el dispositivo de ayuda humanitaria después de las expulsiones, Halty señaló que “el daño está hecho, llevaría meses reconstruir la operativa” en caso de que la situación se arreglara de alguna manera y el gobierno de Sudán permitiera el reingreso de las organizaciones. “Estamos en una situación en la que el precio del choque entre la Corte de La Haya y el gobierno de Sudán son 1.800.000 refugiados en los campos de Darfur que hoy ven su vida amenazada”, agregó.

Las ONGs expulsadas están acusadas por el gobierno de haber colaborado con la CPI, aportando datos para la condena de Al Bashir. Según contó Halty el personal de Naciones Unidas está trabajando normalmente. “No hay ataques específicos ni presiones específicas del gobierno contra Naciones Unidas” contó el uruguayo y agregó que algunos días los funcionarios de ONU tuvieron que trabajar desde sus casas porque hubo manifestaciones y algunos ataques aislados.

Ante la ausencia de avances en el proceso de paz en el país, un análisis posible sobre la búsqueda de Al Bashir con las expulsiones es que esté buscando algún elemento de fuerza para negociar un congelamiento o una revocación de la sentencia de la CPI. De esta forma una buena señal desde la comunidad internacional podría generar una autorización para el regreso de las organizaciones al país. Pero “el tema es que en la práctica eso es irrealizable”, al menos en opinión de Halty.

El uruguayo confirmó que existieron manifestaciones de apoyo al presidente después de la sentencia de la CPI y aunque “no se puede decir que fueran masivas, tampoco fueron manifestaciones de pequeñas minorías”. Para Halty aunque hay muchos sudaneses que esperaban y apoyan la condena de la CPI contra Al Bashir en otra parte de la población “hay una sensación de persecución, los sudaneses de a pie se sienten presionados y perseguidos por la comunidad internacional”.

Sobre el final de la entrevista Halyi recordó que la situación en Darfur no es sencilla y que un factor que complejiza el escenario es que se trata de “territorios llenos de petróleo”. “La pregunta es ¿dónde termina esto? ¿Si el gobierno dice ‘esto sigue tal cual’, la comunidad internacional se va a sentar a ver morir gente? ¿Y si no está dispuesta a tolerar eso? ¿Cuál es la alternativa?”, concluyó.