Estas reservas colosales, que se cuadruplicaron desde 2005, reflejan el desequilibrio de los intercambios exteriores del país.
El banco central chino acumula reservas de cambio porque la mayoría de los exportadores deben depositar sus ingresos en divisas en dicha entidad.
A cambio, el banco central inyecta yuanes en la economía y coloca parte de sus divisas comprando bonos del Tesoro estadounidense o deuda soberana de otros países.
China también utiliza parte de sus reservas para invertir en empresas en el extranjero a través de su principal fondo soberano, el CIC.
Pekín está acusado por sus principales interlocutores comerciales, empezando por Estados Unidos, de mantener un cambio artificialmente bajo para su divisa con el fin de potenciar las exportaciones.
China se niega a desvelar las cantidades de diferentes divisas que posee.
Según el ministro francés de Economía, Pierre Moscovici, que hizo una visita esta semana a Pekín, la parte de estas reservas en euros sería del orden de un 30% a 35%.