Reinaldo Gargano murió este martes a los 78 años. En el Partido Socialista fue secretario general durante 16 años y presidente otros 12. Fue militante anarquista en su juventud y su afiliación al Partido Socialista coincidió con el advenimiento de una impronta de ese sector de la izquierda en el movimiento estudiantil de la década del 50. Fue protagonista en la aprobación de la Ley Orgánica de la Universidad en el 58, en la unidad sindical impulsada desde la CNT (Convención Nacional de Trabajadores) y firmante de los documentos de la fundación del Frente Amplio (FA) en el 71.
Fue senador durante 20 años y también el primer canciller del FA. Desde esa posición se opuso a la firma de un Tratado de Libre Comercio con Estados Unidos que tenía entre sus partidarios al entonces ministro de Economía, Danilo Astori, y -más tibiamente- al presidente Tabaré Vázquez.
También trabajó como periodista en diarios partidarios y como funcionario judicial.
José Díaz, otro histórico dirigente socialista y primer ministro del Interior del Frente Amplio, conoció a Gargano en la militancia estudiantil, cuando estaba en Preparatorio en el IAVA. José Díaz fue de los viejos amigos que visitó a Gargano con regularidad en sus últimos meses de vida.
Díaz habló con No toquen nada de algunas pinceladas de una vida que quedó en la historia de la izquierda uruguaya.
Cuando se conocieron Díaz estaba en la Facultad de Derecho, en ese momento él era afín al Partido Socialista y Gargano era anarquista. “Él fue delegado del Centro de Estudiantes de Derecho y yo de los estudiantes del interior. Allí estuvimos en dos sectores diferentes. Nosotros, los socialistas, tratando de avanzar frente a un mundo encabezado por los anarcos. Hasta que en el año 1956, Gargano y otro destacado militante estudiantil Roberto Copelmayer se afilian al Partido Socialista. Ese año el Secretariado pasó a tener una impronta socialista”, recordó.
Hacia la segunda mitad de la década del 50 Gargano y Díaz fueron dejando de lado al movimiento estudiantil, absorbidos por la militancia partidaria. En las décadas siguientes la historia los encontró casi siempre juntos, primero en la Dirección del Partido pero también en el exilio y en el regreso a Uruguay.
“Estuvimos larguísimos años en la dirección partidaria y luego nos volvimos a encontrar en el exilio, con un detalle anecdótico: cuando él va a Buenos Aires se queda en mi casa. Obviamente iba con una mano atrás y otra adelante y estuvo unos meses parando en mi casa en (el barrio de) Haedo. Luego cuando sale un poco después a Barcelona, yo ya estaba instalado en lo de una hermana mía. Gargano llega a Barcelona y va a parar durante unos cuantos meses a la casa de mi hermana, hasta que pudo conseguir trabajo, alquilar, y llevar a su familia. Cuando volvimos en el 84, lo hicimos en el mismo avión con un grupo bastante significativo del Partido Socialista, en esa primavera, para lanzarnos a la campaña electoral”, contó.
En aquella campaña Gargano fue candidato al Senado y José Díaz a diputado. Ya en ese momento los dos tenían una larga y significativa trayectoria como militantes y como protagonistas de la historia de la izquierda uruguaya. Para muestra es bueno este perfil que Díaz trazó de Gargano como dirigente político.
“Desde que yo lo conocí fue un militante todo terreno, luchador social, también desde el movimiento obrero como dirigente de la Asociación de Funcionarios Judiciales, en la Mesa Representativa de la CNT, estuvo en todo el proceso de la unidad sindical como un protagonista bien importante. Luego en el Partido fue un constructor de los cambios de las posiciones socialistas que nos permitieron ser uno de los protagonistas del proceso de unidad política de la izquierda uruguaya, con José Pedro Cardoso, con Vivian Trías, conmigo y alguno más firmamos por el Partido Socialista los documentos constitutivos del Frente Amplio el 5 de febrero de 1971”, recordó.

Gargano en la Asamblea General de la ONU en 2007. (Archivo AFP)
Al igual que casi todos los que han hablado de Gargano en estas horas, Díaz destacó la coherencia y la tenacidad en el trabajo de su viejo compañero. “Una figura con una coherencia, con una gran firmeza, con una dedicación 24 horas a sus ideales y a sus frentes de trabajo y de lucha. Se podría decir: Gargano un luchador sin tregua”, dijo.Esa es la definición de un compañero de toda la vida, pero también la de un hombre que tuvo importantes discrepancias en la interna del Partido Socialista. De hecho la actual división que desde afuera lee al socialismo como la lucha entre los garganistas y los renovadores puede tener parte de su explicación en las diferencias que tuvieron en la década de los 90 estos dos actores, cuando Gargano se perpetuaba en la secretaría general.
“Él se aferraba a la Secretaría defendiendo las posiciones político ideológicas, creía que eso era necesario. Y yo que no tenía grandes discrepancias ideológicas con él era de los que pensaba que, al contrario, teníamos que abrirnos, yo mismo dejé el Parlamento, en el año 90 dejé la conducción partidaria, argumentando que teníamos que dar un paso al costado para que las nuevas generaciones tuvieran las responsabilidades mayores dentro del Partido, sin perjuicio de seguir colaborando. Él siguió, la inmensa mayoría del Partido acompañó sus distintas reelecciones hasta fines de los 90. Al año siguiente fue designado presidente del Partido, cargo que mantuvo en el último Congreso donde el sector que se decía que lo representaba perdió pero a él se lo reeligió”, afirmó.
José Díaz y Reinaldo Gargano también vivieron juntos la experiencia del primer gabinete del Frente Amplio en el poder, en el comienzo del gobierno de Tabaré Vázquez. Además los dos tuvieron gestiones muy visibles ante la opinión pública.
Díaz contó a No toquen nada las lecturas diferentes que tuvieron con Gargano en aquel momento en el que ambos fueron blancos de fuertes críticas. “A los dos ministros que más atacaron durante el comienzo del gobierno de Tabaré Vázquez fuimos él y yo. Él creía que lo hacían porque éramos miembros del Partido Socialista y yo le decía que la ex clase gobernante no nos perdonaba haberlos desalojado del gobierno. Nosotros éramos la cara visible de aquellos jóvenes que en los años 50 pertenecíamos a pequeños partidos minoritarios, mientras los Sanguinetti, los Jorge Batlle, eran ya aspirantes a altos cargos en la política nacional. Resulta que con el transcurso de los años nosotros estamos en el gobierno y ellos, sobre todo los colorados, tenían la espina enorme de haberse convertido en un partido muy minoritario”, señaló.
Más allá de las turbulencias de la vida política y de las fuertes discrepancias entre ambos respecto a la necesidad de renovación, la vida los mantuvo humanamente cercanos hasta el final. Díaz fue uno de los hombres que siguió acompañando a Gargano incluso en su peor momento. Después del infarto cerebral que sufrió a mediados de 2011, el ex ministro del Interior y presidente de la Fundación Vivian Trías visitó varias veces a su compañero y lo acompañó en su difícil agonía.
“Para mí fue realmente terrible porque yo creo que él después de sus infartos cerebrales no adquirió un verdadera conciencia de sí mismo. Uno iba allí, algunos tenían la impresión de que incluso nos podía reconocer, yo muchas veces también lo pensé, pero realmente daba la impresión de que él estaba totalmente fuera de foco. Miraba la televisión pero no leía un libro. Él había perdido no solo la capacidad de hablar sino también, me da la impresión, de entender y entenderse. Doloroso verle a él en esa situación. Un hombre que fue un luchador sin tregua desde los 15 años”.
En base a un informe de Ricardo Leiva, en No toquen nada.
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