En declaraciones al diario El Telégrafo, De los Santos afirmó que “el único motivo por el cual la fiscal está pidiendo mi procesamiento es porque una joven de 17 años --que el mes siguiente cumple 18-- dice que yo ofrecí dinero indirectamente a través de la encargada de la Casita (Casa del Parque), a cambio de servicios sexuales, y que dos amigas de ella escucharon cuando la empleada de la Intendencia hizo esa oferta; pero la funcionaria lo niega rotundamente”.
El ex jerarca dijo que “de lo único que se me puede acusar es de estupidez por no haberme ido enseguida de la reunión; o sea que si hubiera un procesamiento por estupidez, ahí sí estaría totalmente de acuerdo”.
Agregó que “los hechos se sucedieron de forma absolutamente distinta de lo que se dio a conocer por los medios de prensa, principalmente capitalinos" y contó: “el día martes la persona que fue procesada me invitó a compartir un asado y, como hacía mucho tiempo que no nos veíamos, acepté y le pedí que me avisara el lugar en donde se iba a hacer”.
El ex jerarca relató al periódico sanducero: “el miércoles por la tarde me llamó para decirme que no íbamos a poder hacer el asado porque no había conseguido el lugar, a lo que yo le dije que iba a hablar con mi mujer para hacerlo en casa. Entran por él garaje, se traen un menaje y comemos aquí, tomamos unos whiskys o unos vinos”. De los Santos afirmó que ante su ofrecimiento, Carballo le contestó que no porque iba a concurrir mucha gente de Montevideo “y se ponen a gritar, a cantar, y eso va a traer complicaciones con los vecinos”.
De esta forma, el ex director general gestionó la Casa del Parque. “A eso de las 10 de la noche voy para la Casita, con platos y cubiertos (…) al rato llega el organizador de la fiesta con cuatro o cinco muchachas, lo cual a mí me sorprendió un poco porque se trataba de una reunión de amigos. Me las presentaron, ya que no nos conocíamos, pero como ellas se pusieron después a servir la comida me pareció bien”, añadió.
“Durante la reunión, yo dialogaba principalmente con la encargada de la Casita y con el hombre que estaba preparando el asado. Después, ya pasada la medianoche, tipo 0.30, llegan otros hombres a los cuales no conocía --si los veo hoy no los identifico, porque no sé quiénes son-- y otras dos mujeres, pero ya mayores, de más de 30 años”, contó.
De los Santos dijo que además de las mujeres, en la reunión, había entre 10 o 12 hombres y recordó que "incluso llamé a un amigo de la intendencia para invitarlo y menos mal que se había acotado y había tomado unas pastillas para dormir, y a otro amigo que, afortunadamente, tampoco pudo concurrir”.
“En un momento determinado, yo ya me había tomado unos cuantos whiskies y me levanté para irme porque, sinceramente, ya no aguantaba más. Además, había comenzado a percibir algo extraño en la atmósfera de la reunión que no sé precisar porque yo estaba tomado, pero que no me gustó”, relató.
Y continúo: “la encargada de la Casita del Parque me pide que la lleve hasta el Corralón para marcar el horario de salida y que la trajera de nuevo a la Casita porque allí tenía su moto, ya con la intención de irse”.
El ex jerarca dijo que como estaba muy frío accedió y cuando iba a salir una muchacha se sube en el asiento trasero del auto y le dice “lleváme a mí también hasta casa” y agregó “cuando salgo del Parque, tomo por Montecaseros, cruzo Parkway y al llegar a Benito Chain me para la Policía, con un despliegue tremendo de móviles y efectivos".
"Me bajo del auto y, al ver que lo revisan todo, les digo ‘lo único que tengo es una bolsa con huesos que traigo para los perros’, y efectivamente verificaron que era así. Yo me enojé incluso y les pregunté ‘¿qué es éste despliegue tan grande?, ustedes tienen que andar persiguiendo delincuentes, tienen que ir donde está el delito y no acá’. Cuando me subo de nuevo al auto, me dicen “no, espere que le vamos a hacer una espirometría, bájese”, por lo que me bajo del auto, me hacen la espirometría, da niveles altos, me retienen la libreta de conducir y me dijeron “bueno, puede irse, y bajaron a la muchacha que había subido en mi auto”.
“Luego de eso, llevé a la encargada de la Casita hasta el Corralón y, como habíamos convenido, volvimos a la Casita del Parque para que recogiera su moto. Cuando la dejé ahí, se habían ido todos los que estaban en la reunión. Creo que quedaba gente dentro de algunos vehículos, prontos para retirarse”. “Vuelvo a casa, me acuesto, y mi preocupación era qué iba pasar con el asunto de la libreta de conducir que me habían retirado”, sostuvo.