Montevideo hierve los primeros días de setiembre. Las ventanas de las casas están abiertas para que corra un poco de aire en el inesperado veranillo. Al mediodía, en el Centro, se mezclan los informativos de las radios, con algunas cumbias o reggaetones que surgen de los comercios. Pero en la calle Julio Herrera hay una casa que se distingue por su sonoridad.
Es la primera vez que vengo. Estaciono y no recuerdo el número de puerta. Además me avisaron que el timbre no funciona. De todos modos no tengo problemas para llegar a la casa de Ana Prada. Su inconfundible voz suena desde una de las ventanas de las casas de altos tan comunes en esta zona. Está en medio del ensayo de “Queremos un carril bici”, el espectáculo que presentará en la Sala Zitarrosa junto a la española Queyi, entre este martes 17 y el domingo 22.
“El escenario siempre te enseña”, dirá Prada más tarde. Y la vida también. Hace dos meses su madre falleció y ella está viviendo una época bisagra. Tiene 42 años, volvió a editar un disco de manera independiente y no tuvo prejuicios para los arreglos. Es que Ana Prada es “otra” y llega a cantar a Montevideo para presentar el final de la trilogía del “soy”.
Pero no se asusten. El talento y la simpatía permanecen.
¿Es la primera vez que editás un disco de forma independiente?
Soy sola lo grabé independiente acá, con Carlos Casacuberta. Después lo licencié con Los años luz que es como tener una casa y ponerla en alquiler por determinados años y territorios. Pero el máster es tuyo.
En cambio, para Soy pecadora Los años luz ya me pagó la grabación entonces el máster es de ellos. Ahora volví a lo independiente. Trabajé mucho tiempo en Argentina, me permitió juntar un dinero argentino y hay que gastarlo allá. De alguna manera estoy prácticamente divida entre Uruguay y Argentina.
En un principio me negaba, como que no quería irme a vivir allá pero vivía de casa en casa como maleta de loco o tenía que estar en un hotel que, además de los costos, es un bajón. Entonces un le alquilé a un amigo un monoambiente divino en San Telmo y tengo un lugar. Eso me permitió tener una pata acá y otra allá.
En Argentina estás presentando el disco desde julio. ¿Qué recepción tuvo?
Yo le vendí 1.000 discos a la distribuidora y a los 15 días me pidió más discos. Hice una edición no muy grande, ya se vendió toda, tengo que fabricar de nuevo. Fueron 2.000 discos allá. Acá recién empieza la venta.
Vos dijiste que con este disco se cierra una trilogía y que tu próximo trabajo no va a tener la palabra “soy”.
No, ¡por favor! La última frase de este disco dice “me estoy felizmente desacostumbrando de mí”. Y sí, creo que sí.

Con Soy sola, que fue mi primer disco, nunca pensé de antemano en una trilogía. Luego como surgió Soy pecadora pensé que era bueno que apareciera otro disco que tuviera que ver. Jorobaba con ponerle “soy sola por pecadora”... Incluso definí el nombre antes de terminar de componer el disco. El nombre también determinó el concepto del disco.
La canción de Soy otra se hizo después de haber pensado el nombre. Veníamos de un viaje y Ariel Polenta que es el autor de la música me dijo que tenía algo para eso que yo me había imaginado que podía ser la canción. Una idea de pueblo pero más arreglada, la “otredad”, del no soy lo que vos creés que soy. El arte puede funcionar como un recipiente vacío para proyecciones de los demás. Vos te subís al escenario y los otros se imaginan cosas de vos que no sos, quizás.
Por otro lado, me preguntaba si soy la persona que me imaginé que iba a ser a esta edad. Las cosas que creía tan válidas, tan claras, tan dogmáticas, ¿serán tan así? La edad te va relativizando todo. Yo tengo 42 años, me ha pasado mucha cosa en la vida y como que realmente es una edad donde el fruto empieza a caer por su peso. Se me vino esa imagen. Yo quiero seguir haciendo esto el resto de mi vida. Y estos tres discos me posibilitaron ese camino.
Ahí se cierra este ciclo. Ahora ya sé que esto es lo que quiero hacer. Hacer canciones y compartirlas.
Esta trilogía que se cierra obviamente abre otro ciclo en tu carrera. ¿Para dónde pensás que puede ir?
Tengo muchas ganas de hacer un disco bailable. Estuve haciendo una experiencia con Javier Cardellino, que toca la batería conmigo en Uruguay y pasa música, es disk jockey, y tengo muchas ganas de hacer versiones de canciones nuestras o componer canciones gauchitas pero arregladas así. Quizás mi otro disco tire para ahí. Divertirme. Bailar en el estudio.
Después sí tengo ganas de hacer otro disco con composiciones profundas, embarrarme en la nostalgia otra vez. Pero por ahora creo que mi próximo disco va a ser ese.
Se ha hablado de que hay “anapradismo” en el sentido de que a todo el mundo le gusta o tiene algo de Ana Prada. Pero también hay un “anapradismo” por la identidad que has ido construyendo.
Eso para mí es un halago, que alguien descubra un cierto estilo, una cierta originalidad. Creo que la búsqueda de un estilo propio es lo que más uno quiere. Esa fue una nota que salió en Brecha de Eduardo Rivero y fue una de las críticas más maravillosas que me han hecho. Él acuñó ese término y luego se replicó.
Ojalá sea así y sea merecedora de esa crítica. Que pueda seguir marcando un estilo en el que cualquier canción que haga, vestida de la manera que sea, de chacarera, de pop o de folk más modernoso, siga siendo yo. Que lo escuches y digas: “sí, es Ana Prada”.
Creo que eso es un hecho.
Me parece que es algo que tiene que ver con el timbre, con el modo de decir.
Recién citaste la frase “me estoy felizmente desacostumbrando de mí”, de la canción Soy otra. ¿De qué cosas tuyas te estás desacostumbrando?
Intento todos los días desacostumbrarme de la pereza, de 'nostalgiar al cuete', de esa cuestión paralizante del miedo. Me estoy desacostumbrando de esas mochilas que uno arrastra, de lo que te viene dado. “La gracia no es para ti...”, dice una canción y yo trabajé mucho ese concepto, que nacés con un lugar asignado y muchas veces lo que hacés es desarrollar ese carretel que no necesariamente tiene que ser 100% eso. En algún momento, cuando la edad te cae o te pasan cosas fuertes, te das cuenta de que todo el tiempo repetiste un modelo, tropezaste con las mismas piedras que tienen que ver con los agujeros de cada uno, con las cosas que te dan dolor, miedo.
Estoy tratando de “desponcharme” todos los días de eso. De estar más asociada con la belleza, con lo positivo, con lo lindo. Suena re naif pero no me importa. No es el libro de autoayuda, es que si uno se queda en ese costado, cuesta mucho. Trato de repasar todos los días lo linda que es mi vida, lo buena que está mi vida. Viajo, toco, canto, hago canciones, trabajo con el lado positivo de la gente. Entonces a veces hay cosas que me angustian o me dan miedo y digo: ¿por qué me voy a angustiar si mi vida está buenísima?
Ana Prada por dos
Queremos un carril bici, junto a Queyi
Del 17 al 22 de setiembre, a las 15.30 horas.
Sala Zitarrosa
Entradas: 250 y 270 pesos.
Presentación de Soy otra
Jueves 26 de setiembre, a las 21 horas
Teatro El Galpón
Entradas en venta en Red UTS y el teatro.