Adrián Singer

El maldito péndulo

Cuentan los evangelios que en esta tierra que piso, hoy Israel, Poncio Pilatos, prefecto romano de lo que era la provincia de Judea, se lavó simbólicamente las manos luego de que el pueblo hebreo decidiera liberar a Barrabás y crucificar a Jesús de Nazaret. “No soy responsable de la sangre de este hombre”, dijo.

Actualizado: 03 de noviembre de 2013 —  Por: Adrián Singer

El vicepresidente de la República, Danilo Astori, acaba de regresar de una visita oficial de seis días en Israel. Digo Israel y no Medio Oriente porque no sólo no visitó otros países de la región, sino que tampoco osó entrevistarse con ningún líder palestino. Ni uno solo. Visitar un país que es protagonista de uno de los conflictos más prolongados del Siglo XX y no visitar a la otra parte, y hacerlo en representación de un gobierno de izquierda que se ha mostrado decididamente favorable a la independencia palestina, es un mensaje de inequívoca fuerza.

Astori ha inclinado en favor de la potencia ocupadora el tradicional “péndulo” de la política exterior uruguaya. Quizá para balancear el reconocimiento que dio Uruguay al Estado palestino; quizá para atraer el apoyo de la colectividad judía uruguaya de cara a las próximas elecciones nacionales; quizá para posicionarse contra el presidente José Mujica, quien lideró el apoyo uruguayo a Palestina; quizá para colocar al astorismo en la opinión pública como el sector que trae inversiones al país. Sea cual sea su interés, este gobierno tomó una posición centrista en el conflicto israelí-palestino, lo cual es equivalente a decir que “se lavó las manos”. Obviamente, Astori debía mostrar su rostro izquierdista, y lo hizo al valorar el “coraje” del primer ministro israelí Benjamín Netanyahu por liberar a una veintena de prisioneros palestinos en el marco de las negociaciones de paz. Pero emitir una frase a los medios, desde Israel, no es lo mismo que visitar Palestina o reunirse con alguno de sus líderes.

Uno de los motivos por los cuales este conflicto se prolonga por tanto tiempo es la incapacidad o falta de interés de las partes para llegar a un acuerdo. Pero no menos importante es el papel que juega la comunidad internacional, que hasta el momento no parece estar ni cerca de querer contribuir para poner fin a las hostilidades.

Los palestinos son conscientes de que Israel como potencia regional ha tejido una red de intereses (comerciales, políticos, militares) que disuade a muchos gobiernos de tomar una posición firme respecto a una resolución justa del conflicto. Y por eso han agradecido entusiastamente al gobierno uruguayo cuando en la ONU votó a favor del reconocimiento de Palestina como Estado independiente. Pero ahora Uruguay, como muchos otros países, hace la de Poncio Pilatos. No es que Uruguay tenga poder de influencia alguno sobre Israel, pero sí se había sumado a un grupo de países latinoamericanos, liderados por Venezuela, que habían intentado inclinar la balanza hacia una resolución justa del conflicto.

Ahora, este gobierno de izquierda se desentiende del derramamiento de sangre en la región, y la deja “a la buena de Dios”. Por fuerza de inercia del péndulo diplomático. El maldito péndulo.

Adrián Singer es corresponsal de No toquen nada y 180 en Israel.



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