Entrevista de Joel Rosenberg y Ricardo Leiva en el programa No toquen nada de Océano FM
¿Es una renuncia?
Renuncia nada, yo sigo trabajando en el cargo que con honor me dio la ciudadanía y mi partido, mis compañeros también me eligieron por voto secreto, lo cual para mí es un honor. Simplemente hay que cerrar etapas. Cuando uno puede tomar decisiones, decidir las cosas a consciencia no siempre está al alcance de las personas, entonces cuando uno puede hacerlo me parece sano, por lo menos para mí. Yo no le doy consejo a nadie, cada uno sabe lo que tiene que hacer.
Yo creo que he dado muchos años de trabajo a consciencia, apasionado, a veces se me fue de mambo la pasión, a veces me transformé en la reina del arrebato, pero esa es la vida y hay que tomar cada etapa como lo que es. Lo he hecho con verdadero amor y me gustaría romper con esa idea implícita en la política uruguaya de que uno se tiene que ir en crisis, enojada. Yo quiero irme en el medio de mi pasión y de mi amor, no quiero que me echen porque ya soy una vieja inaguantable y no hay más remedio.
Ricardo Leiva: ¿Es una decisión de no participar de la campaña? ¿De no estar más en política?
No tengo muchas ganas de estar en la política y en los lugares que he estado.
JR: Ni legisladora ni en el Poder Ejecutivo.
Sinceramente no la veo. No hay nada definitivo en la vida, lo que yo te digo es lo que yo pienso y siento. Siento que hay una etapa que tengo que cerrar, que es sano que la cierre a consciencia, que lo diga con tiempo, y en lo que yo creo que es el mejor momento. Yo creo que mi partido, el Partido Socialista, va a votar excepcionalmente, entonces es un buen momento de hacerlo. Y creo que Tabaré Vázquez nos va a llevar otra vez a la presidencia del gobierno. Me parece que hay que dejar esa cosa dramática, por favor, la gente se jubila de los trabajos, ¿no?
Con la idea de que el PS va a votar bien y de que Vázquez va a ser el presidente, hay una idea de trabajo seguro. En la política es difícil que se deje el trabajo seguro, ¿no? Si entraras en una lista del Partido Socialista es una obviedad que volverías a ser diputada.
Yo tengo una concepción de vida, de la generación que pertenezco, de que estoy haciendo una tarea militante, capaz no la que yo quisiera. En eso me parece que uno cuando se dedica a la militancia política de corazón no tiene mucho para elegir. En todo caso ocupará los lugares que se le den. Yo me crié ahí, en esa idea, entonces me cuesta bastante esto de las ambiciones personales que está re de moda. No es mi estilo. Entonces creo que justamente en el momento en que todo es más seguro, es en el lugar que yo siento alivio como para poder tomar decisiones individuales.
En la nota en La Lata decías que "los políticos siempre decimos que estamos en un cargo y sufrimos mucho", pero vos no te vas diciendo que sufriste.
Para nada. Yo creo que he sido una mujer privilegiada en un país donde en la política a la mujer le dan muy poco lugar, y yo he tenido un lugar importantísimo, sé lo que mi voz pesa, por eso a veces me tengo que calmar un poco, porque hablo y se generan reacciones. Eso lo logra gente que tiene algún predicamento cuando habla. Uno sufre y uno goza, sino uno no se queda a vivir en los lugares. Es mentira eso de "ay, qué sacrificado soy". Creo que lo hizo muy poca gente en el mundo, entre ellos Jesucristo, y pará de contar.
El discurso de "dejemos el lugar a los más jóvenes" está.
Pero el hecho no. Yo he tenido la fortuna de tener el suplente más joven. Nico, cuando entró como suplente mío, tenía 26 años. Y le he dado el aire del mundo y las posibilidades del mundo, incluso en proyectos que no estuvimos muy de acuerdo respeté su total protagonismo y me retiré de escena. Porque debe ser así, uno tiene que dejar que se desarrollen. Yo te digo, Joel, me parece que este tipo de decisiones pasan por el tamiz absolutamente personal. Y la oportunidad y la verticalidad, nadie me puede imponer a mí que decida esto que tiene que ver con mi vida, en colectivo, en asamblea de ningún tipo. Irme o quedarme, y como lo pienso para mí, lo pienso para cualquier persona que está en la política.
Decías que no tuviste lío con nadie.
Tuve lío con miles, pero eso es la vida política.
Pero digo que no pasó nada particular que te haya hecho decidir esto.
Ah, no, nada que ver. Líos he tenido miles y seguiré teniendo, porque yo creo en el debate de ideas. A mí, cuando las vidas políticas se amomian y no hay discrepancia, me parece que estamos cayendo en el infortunio. Pero también es muy personal. Al Partido Socialista mi mayor agradecimiento, me dieron todas las oportunidades del mundo, en un país harto machista, haber podido desempeñar el cargo de ministra del Interior, por favor...
¿Te arrepentís de haber agarrado ese cargo?
No me arrepiento. Es una tarea más. Aprendí un montón, viví cosas divinas, viví cosas horribles y amarguísimas pero me enseñaron muchos aspectos de la vida que no tenía firmes y que hay que desarrollar. Muy bien, ahora sé un montón más, crecí un montón. ¿Se crece sin sufrimiento? No existe. Hay que aprender a frustrarse, a que no todo es lo que uno quiere ni cuando uno lo quiere.
En el momento que asumiste como minsitra tenías muy buena relación con muchos diputados de la oposición. ¿Ese pasaje por el Ministerio quebró esa buena relación?
Para nada, para nada. Con los que me llevé mal, y no porque fueran de otros partidos... Creo que soy una legisladora -capaz que me confundo- que tengo muy buenos vínculos con tood el espectro político uruguayo. Algunos muy sólidos, como en la vida, y con algunos me llevo mejor, con otros peor, con otros tengo más sintonía y empatía; eso no se rompió. Creo que los que eran personas vinculadas a mí supieron hablarme, nunca se quebró el diálogo, siempre estuve de puertas abiertas, nunca me la creí. Mi vieja me enseñó una cosa muy importante: siempre hay que saber volver de donde uno partió.
¿Volvés a magisterio?
¡Estás loco! De ninguna manera. Ya no tengo paciencia. Me encanta la docencia, pero no.
¿Dónde vas a estar en la campaña?
Tratando de conseguir los votos que se puedan conseguir.
Pero no en la lista.
Y trabajando siempre. Pero con alegría, sin dramatismo, con humildad, que hace falta en la política.