Mauricio Erramuspe

Políticas de Estado, se buscan

Analizar cómo terminamos el 2013 los uruguayos en medio de una ola de calor infernal y cómo lo hicieron los argentinos o, más precisamente, miles de porteños, debería ser prioritario de cara al año electoral que vivimos. La política energética es la única que sobrevivió de los acuerdos multipartidarios firmados en 2010 y sus resultados están a la vista. Buscarlos en otras áreas debería ser una obligación.

Actualizado: 16 de enero de 2014 —  Por: Mauricio Erramuspe

La dirección de Ramón Méndez al frente de la política energética de los dos gobiernos del Frente Amplio aportó solidez técnica en un tema clave para cualquier país que pretenda desarrollarse. Y el crecimiento económico sin precedentes de Uruguay en la última década pudo sustentarse, entre otras cosas, por un análisis serio de las posibilidades de generación energética del país, las formas de hacer atractiva la inversión en el sector y la búsqueda de la independencia en un marco de sustentabilidad ambiental.

La opción por la energía de fuente eólica y de las distintas formas de biomasa para complementar el parque hidráulico del país hará que, a mediados de 2015, Uruguay prescinda de los derivados del petróleo para abastecer de electricidad a hogares e industrias.

Además, llegará el complemento del gas licuado en la planta que se instalará en Punta Sayago y cuyas obras comienzan por estos días.

Todo este avance ha sido posible por el respaldo político a un plan diseñado con amplio conocimiento técnico. Ambas cosas lograron captar la atención de los inversores internacionales, en muchos casos en problemas para concretar proyectos en zonas tradicionalmente eólicas, como Europa, por la crisis financiera internacional.

Ante eso, Uruguay tenía vientos, credibilidad de pago y un acuerdo interpartidario que da una estabilidad de varias décadas a estas apuestas. Fernando Schaich, director de SEG Ingeniería y promotor de dos grandes parques de molinos en asociación con una empresa alemana, describió por qué fue posible concretar tantas inversiones. Y una vez más apareció la comparación con el país vecino.

“Argentina tiene los mejores vientos del mundo (pero) el problema es que no hay credibilidad en el país, nadie quiere invertir. Nosotros teníamos un proyecto para ir a Argentina y a otros siete países, y todos los inversionistas nos dijeron que sacáramos Argentina”, explicó en una entrevista que le realicé a mediados de 2013. “Hay que tener credibilidad en el país”, agregó al recordar el acuerdo detrás de la política. “Si mañana no gana el Frente Amplio tenés eso asegurado hasta el 2030 o más. Eso es clave para el inversionista. Es diametralmente opuesto a lo que pasa con Argentina”, remató.

En diciembre, cuando Buenos Aires ardía de calor por las altas temperaturas y (también) por la bronca de la gente ante los cortes de energía en varias zonas de la ciudad, Uruguay soportaba picos históricos de demanda energética y además vendía el 50% de su consumo a Argentina.

Méndez llamó la atención sobre que esa ola de calor era una oportunidad para demostrar “la transformación del sector energético uruguayo”. Poder responder a esas altas demandas, internas y externas, no fue una casualidad. En los últimos 10 años se ha invertido en generar la misma cantidad de megavatios que en los anteriores 90 años, describió el director nacional de Energía a 180.

Ojalá otras áreas de la infraestructura del país pudieran decir lo mismo. Y ojalá, también, de eso se hable y en eso se inspiren en este año donde habrá que tomar muchas decisiones.



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