Ahora no se puede sortear de nuevo, la administración debe decidir si hace un nuevo llamado, con lo que el proceso empezaría de 0. Filipini dijo en No Toquen Nada, de radio Océano, que se sorprendió “de que fueran tan pocos” quienes se presentaron a la prueba de taquigrafía.
El secretario del Senado comentó que la primera prueba era una “sencilla prueba de dactilografía, con un nivel mínimo para salvar en una academia”. De los 11 solo una mujer cumplió con la exigencia de escribir 45 palabras por minuto. pero no pasó la segunda prueba.
La posibilidad de sueldos cercanos a 27 mil pesos entusiasmó a muchos que después no pudieron cumplir. Eso hizo que, luego del sorteo, seguramente quedó gente capacitada para el cargo fuera de la etapa de evaluación. En ese sentido, Filipini manifestó que “inscribirse sin tener conciencia de las exigencias hace que pierdan oportunidades algunos que tienen nivel para entrar al Senado”.
A pesar de esta situación, para ingresar al Senado se va a seguir concursando, aunque se va a estudiar si se puede preseleccionar a quienes sean idóneos para la función. Según Filipini, lo que ocurrió en este caso es que “no existe un registro de taquígrafos, un título reconocido que nos permitiera ver quiénes eran taquígrafos. Si hubiese un registro, nosotros hacemos un llamado y ponemos como condición tener un documento”.
La idea de modificar el mecanismo del llamado podría “desalentar a los ciudadanos que no reúnan de pique las condiciones mínimas”, dijo el secretario del Senado.
En cuanto a los otros llamados que ya están abiertos, Filipini dijo que “son de otras características y algunos requieren títulos acreditantes y eso genera una preselección previa.