Hay partidos que quedan en la historia y hacen grande a un equipo. Hay triunfos que no se olvidan y que le permiten a quien lo consigue entrar en una categoría superior. Defensor se recibió de grande. Y no importa cuánta hinchada tenga. Y no interesa cuánta gente lo vaya a ver. Lo que hizo el equipo violeta en Buenos Aires, lo pone en esa categoría superior a la que acceden unos pocos.
Defensor eliminó al equipo más ganador de la última década, el multicampeón de América, el de las estrellas, el del marketing. Y lo eliminó a ley de juego. Porque el partido empezó en la cabeza de Da Silva y terminó en los pies de los jugadores. Juntos, lograron la victoria más importante de la historia de Defensor.
En el partido de ida había quedado demostrado que Boca no era inaccesible pero el empate 2 a 2 le daba al equipo argentino la prioridad para la revancha. De todas maneras, Defensor tenía mucho para ganar y poco para perder.
Da Silva manejó sabiamente al plantel sacándole presión, tirándole toda la responsabilidad a Boca y armando el planteo indicado para el partido. Pero para que lleguen este tipo de victorias, los jugadores tienen que responder en conjunto. Y los futbolistas respondieron. Silva atajó todo lo que le tiraron, Pintos y Cabrera clausuraron los laterales, Risso y Curbelo ganaron siempre por arriba, Gaglianone, Amado y Ferreira dominaron la mitad de la cancha, Marchant y De Souza la dejaron chiquita cuando la tuvieron y Vera fue un monumento al fervor. También se destacaron los que entraron en el segundo tiempo. El partido ideal para el triunfo soñado.
Líneas compactas, máxima concentración y premio mayor. Defensor resignó a su mínima expresión a un Boca que tuvo la pelota pero no supo qué hacer con ella. El juego de Román Riquelme fue inofensivo y Martín Palermo y Rodrigo Palacio nunca desequilibraron.
Pero para clasificar, se necesitaba un gol. Y llegó después de una jugada en la que la tocaron de izquierda a derecha, Pintos tiró el centro, De Souza ganó en el área y le partió el arco a Roberto Abbondanzieri.
El violeta lo pudo liquidar en el segundo tiempo cuando tuvo varias oportunidades de gol pero las desperdició. Poco importó al final. El puñado de hinchas violetas deliraban en lo más alto de La Bombonera, los jugadores se abrazaban adentro de la cancha y Da Silva disfrutaba su mejor obra mientras las estrellas xeneizes no sabían dónde esconderse.
Defensor consiguió un Bombonerazo. Un triunfo que quedará en la historia. Por la forma, por el rival y por la cancha. Dicen que La Bombonera no tiembla, late. A partir del jueves, también llora.