La idea surgió cuando el Sindicato de la Aguja hizo una recorrida por Artigas y descubrió que había una cantidad de mujeres que trabajaban con restos de telas, hacían prendas y las vendían en la zona.
Se acercaron a la empresa Everfit S.A. para ver si estaban dispuestos a utilizar el saber de las trabajadoras en una fábrica de vestimenta. Esta aceptó debido a que tenían una demanda que se podía encarar haciendo una fábrica, según contó Juan Manuel Rodríguez.
Luego, entró en escena el Instituto Nacional de Empleo y Formación Profesional (Inefop) que comenzó negociaciones con la Universidad del Trabajo de Uruguay (UTU) para crear un curso de costura industrial, que no existía en Uruguay. Lo único que había en UTU eran cursos de modista.
Inefop financió la capacitación y se hizo un llamado a interesados en Artigas al que se presentaron 370 personas. Se llegó a una selección de 60 y se hizo el primer curso en el que eran mayoritariamente mujeres.
Rodríguez señaló que la Intendencia de Artigas brindó el espacio físico para la capacitación y para instalar la fábrica, que fue inaugurada este viernes y comenzará sus operaciones el lunes. En la fábrica se va a realizar, principalmente, “ropa de trabajo, pantalones y overoles”.
Las 30 máquinas fueron donadas por Everfit y la empresa Brother, la mitad cada una. Rodríguez dijo que las donadas por Brother son “automatizadas y de última tecnología”, lo que la hará que sea “la fábrica más moderna del Uruguay”.
Contó que el sector de vestimenta se maneja con tecnología “madura” en nuestro país y que “la mayoría de las máquinas en las fábricas tienen décadas” de usadas. Añadió que, incluso, “puede que haya algún desajuste entre la capacidad de trabajo de las mujeres y el manejo de las máquinas porque no estudiaron con máquinas tan nuevas, ya que no existían en el país”.
Además, este viernes se lanzó la segunda etapa de capacitación con las siguientes 60 personas de la lista de 370, que se seleccionarán por sorteo. Rodríguez contó: “asumimos el compromiso de capacitar a todos los que se apuntaron aunque no todos vayan a trabajar en esa fábrica porque el edificio no lo permite”.
Contó que algunos de los que no fueron seleccionados formaron una cooperativa y están empezando a comprar tela para atender pequeños pedidos.
Rodríguez señaló que también hay que tener en cuenta que “con la capacitación que recibieron los trabajadores, pueden encontrar una opción laboral en otros lugares”, como en Brasil, donde la industria de vestimenta es muy fuerte.
