La cumbre de L'Aquila (centro de Italia) arrojó por otro lado un resultado matizado en la lucha contra el cambio climático, dado que hubo acuerdo sobre el objetivo de limitar el calentamiento global a dos grados centígrados pero sin fijar las metas de reducción que permitirían alcanzarlo.
Esa discusión debe resolverse antes de la reunión de la ONU a fin de año en Copenhague, destinada a reemplazar puntos del acuerdo de Kioto que llegan a expiración.
Los presidentes de Francia, Nicolas Sarkozy, y de Brasil, Luis Inacio Lula da Silva, fueron los portavoces de los pedidos de institucionalización del nuevo formato de diálogo Norte-Sur, reveló el mandatario francés.
"Con el presidente Lula, hemos indicado nuestra voluntad de que el G8 evolucione. No es que el G8 ya no tenga utilidad, pero resulta claro que su representatividad no es suficiente", dijo Sarkozy en una rueda de prensa. "Hay un G8, un G5, un G6. Con Lula, hemos propuesto que juntemos lo antes posible a los dos grupos en un G14", agregó.
En la cumbre de L'Aquila participaron los mandatarios de 14 países: los del G8 (EEUU, Japón, Alemania, Francia, Gran Bretaña, Italia, Canadá y Rusia), del G5 (China, India, Brasil, México y Sudáfrica) y de Egipto.
Según Sarkozy, resulta "ilógico" que los grandes países emergentes no estén asociados de manera más estrecha a la búsqueda de soluciones para los grandes problemas mundiales. El canciller brasileño, Celso Amorim, indicó que Lula hizo una intervención en el mismo sentido. "No he visto objeciones, sino matices sobre la transición", señaló.
Sarkozy dio otro paso en el reconocimiento de que la crisis mundial que surgió en el G8 y sumió en la recesión a todos sus miembros aceleró la modificación de las relaciones de fuerza en el planeta, al llamar a diversificar el sistema monetario dominado por el dólar desde el fin de la Segunda Guerra Mundial.
"¿Acaso a un mundo políticamente multipolar no debe corresponderle un mundo económicamente multimonetario?", se preguntó.
China también abogó por un sistema monetario "más diversificado y razonable".
Los dos grupos se comprometieron a evitar un agravamiento de la crisis mediante medidas proteccionistas del tipo de una "devaluación competitiva" susceptible de desencadenar una guerra comercial.
La declaración final expresa la voluntad conjunta de "buscar una conclusión ambiciosa y equilibrada de la Ronda de Doha en 2010", trabada por los reclamos cruzados de apertura de los mercados entre los países agrícolas del Sur y los industrializados del Norte.
Los emergentes reclaman por otro lado una reforma del sistema financiero para obtener más voz y voto en el Fondo Monetario Internacional (FMI), que está actuando como ambulancia de los países más golpeados por la crisis.
En su intervención, Lula denunció "la dictadura de las agencias calificadoras de riesgo", indicó Amorim.
En las discusiones sobre el clima, el G8 prometió reducir en un 80% las emisiones de sus gases de efecto invernadero, pero ese plan fue recibido con escepticismo, pues los emergentes y la ONU esperaban que se fije también metas intermedias para 2020.
El presidente estadounidense, Barack Obama, admitió que los países ricos deben encabezar la lucha contra el cambio climático.
En sus discusiones diplomáticas, el G8 emplazó a Irán a aceptar el diálogo sobre su programa nuclear, sospechoso de tener finalidades militares, y condenó enérgicamente a Corea del Norte por el ensayo nuclear y los disparos de misiles que realizó en los últimos meses.
Sarkozy dijo que la condena a Irán pretendía demostrarle a Israel que "no está solo", a fin de prevenir un "ataque unilateral" del Estado hebreo contra la República Islámica, que sería una "catástrofe absoluta".
La cumbre se desarrolla en L'Aquila, devastada a inicios de abril por un sismo que dejó casi 300 muertos.
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