“En el cine uruguayo tiene que haber diversidad y cantidad”

El director de “La casa muda”, Gustavo Hernández, estrena su nuevo film, llamado “Dios local”. Estuvo junto a Gabriela Freire, una de las protagonistas en No toquen nada, donde dijo que apeló a que haya mayor diversidad en el cine nacional. “Siempre es el mismo perro con diferente collar”, expresó.

Actualizado: 14 de mayo de 2015 —  Por: Redacción 180

Luego del reconocimiento conseguido con “La casa muda” (2010), Hernández está estrenando “Dios local”, a la que definió como un “thriller psicológico” con “tintes de terror y suspenso pero que aborda vértices humanos”.

La sinopsis de la película dice: “un grupo de rock se va a unas alejadas grutas para grabar los videos que acompañan su último disco. En esta búsqueda, liberan un ídolo que los sumerge en el oscuro mundo que proponen en su propio disco y reviven sus más aterradoras vivencias”.

Para el director, “Dios local” es una película “más amplia” que “La casa muda”, a la que definió como “más teenager (adolescente)”. Hernández confesó que realiza películas de este género ya que “es muy completo” y “te permite transitar por caminos muy diversos en la parte humana y onírica”.

Sin embargo, reconoció que existen dificultades para financiar este tipo de películas en Uruguay. Dijo que el cine nacional es “costumbrista”, lo que le parece bien pero indicó que está “peleando” para también se realicen otro tipo de films.

“Creo que para que crezca el cine uruguayo tiene que haber diversidad y también cantidad, como policiales o comedias. ¿Por qué no las hay? Siempre es el mismo perro con diferente collar. Al final, la gente le está dando la espalda al cine nacional en la taquilla”, señaló.

La financiación de “Dios local” se sostuvo a nivel cooperativo, con gente que puso su trabajo y es socia de la película, y con dinero del bolsillo de Hernández y el productor ejecutivo, Ignacio García Cucucovich.

Respecto al rodaje, una de las protagonistas, Gabriela Freire, contó que se dio en condiciones muy duras. “Hubo que filmar muchas horas en muy poquito tiempo. Fue muy exigente. Tuvimos que correr y sufrir mucho, había momentos en los que te hiperventilabas de tanto llorar”, dijo.

Además, la mayor parte de la película transcurre en una cueva. “Son muy duras, hay falta de aire, murciélagos. A veces pasaba que no te dabas cuenta del paso del tiempo porque no hay luz... Es bastante inhóspito en ese sentido pero, a su vez, ayuda a lo que uno tiene que contar, porque es una historia bastante terrible”, agregó.