Son las 14 horas del jueves, en el Enjoy de La Serena. En el hotel que queda frente al Pacífico reina la paz. Casi toda la selección descansa antes de salir al entrenamiento de la tarde. Faral no. Está pendiente de la confirmación desde Montevideo de que está pronto un video que homenajea a Tabárez por sus 150 partidos al frente de la selección uruguaya.
Así es la vida de Faral durante los torneos. Trabaja mientras todos los integrantes de la selección trabajan. Y trabaja mientras el resto descansa.
En la terraza del lobby del hotel, Faral atiende a 180 para hablar de su trabajo y del “apetecible” cargo que tiene.
¿Cuándo llegaste a la selección?
En 2007 para la Eliminatoria de Sudáfrica, van a hacer ocho años.
Después de la Copa América entrás a laburar.
Yo estaba trabajando la AUF hacía cinco años, desde 2002. Después de la Copa América de Venezuela el Maestro presentó un informe pidiendo que el encargado de prensa para la Eliminatoria y posterior Mundial sea una persona que no esté trabajando en los medios periodísticos deportivos por lo menos y como yo estaba terminando la carrera de Licenciado en Comunicación y ya estaba trabajando en la AUF, me presentaron al Maestro, conversamos, me dijo lo que pretendía de ese cargo y acá estoy.
Los muchachos de Kizanaro me contaban que cuando entraron al Complejo y se encontraron con Tabárez fue una cosa muy fuerte. ¿A vos te pasó algo parecido?
Sí. Yo lo había conocido cuatro o cinco meses atrás en un amistoso que Uruguay jugó en Seúl, que Uruguay ganó 2 a 0 con dos goles de Bueno. A mí me mandaron como funcionario administrativo de AUF. Ahí lo conocí y compartí con él cuatro o cinco días, fue la primera vez que lo ví de grande, porque cuando yo era niño y tenía seis años salí como mascotita en la final del 87, que Peñarol ganó 2 a 1 con gol de Villar. Él era el técnico y Aguirre jugaba. Y después cuando tuve que ir al Complejo solo ahí sí hablé con él sobre qué pretendía de este trabajo. Me parecía un sueño, me parecía demasiado. Y cuando él me hablaba de un hipotético Mundial, si Uruguay clasificaba, me parecía algo tan lejano que yo pudiera estar ahí, no lo creía.
Estás en un lugar que puede llegar a ser muy codiciado.
Sí, y al principio me lo hicieron notar. Al principio la cosa no fue fácil. Yo era joven, tenía 26 años, no era periodista deportivo, no estaba en el medio, era un cargo muy apetecible. Es verdad lo que decís. Hay partes de las realidades que no son color de rosa, no es que es todo fantástico, que es venir acá y es como estar de vacaciones, no. Hay momentos de estrés. Hay de todo un poco, cosas buenas, muy positivas, por momentos me siento un privilegiado de poder vivir muchas cosas que se han vivido en los últimos años, sobre todo porque a Uruguay le ha ido bien deportivamente y eso es lo más importante, pero hay otros momentos que son complicaditos.
¿Cuál es tu laburo en el día a día?
En primer lugar soy el nexo entre los medios, los periodistas uruguayos y extranjeros, y el cuerpo técnico, los jugadores, la selección. Coordinar las conferencias de prensa, las entrevistas, comunicar las actividades de la selección. Esa es la tarea de un encargado de prensa tipo de cualquier selección. Además, en este tipo de torneos soy el encargado de llevar adelante el sitio web de la AUF, realizar contenidos audiovisuales, videos, fotos, redes sociales y demás. Si bien hay un equipo en Montevideo de dos o tres personas más que me apoyan, yo desde acá tengo que mandar una cantidad de material y encargarme de la difusión de las actividades de la selección también. Eso hace que esté prácticamente todo el día en funciones.
Desde hace un tiempo te encargás de toda la parte comunicacional de la AUF.
Sí, desde febrero desde este año me propusieron me podía encargar también de la parte política, difusión del torneo local, y también forma parte de mi función. Conmigo trabajan dos personas fijas que son Diego Telias y Diego Covucci que laburan bárbaro y son un respaldo fundamental. Pero a medida que en pasa el tiempo es un área que en cada federación y cada club tiende a ampliarse por la cantidad de plataformas que hay. Es un trabajo lindo en el que uno está exponiéndose permanentemente. Cada palabra que uno escribe es una exposición que tiene pero también esa parte de la adrenalina es interesante.
Entraste con 26 años a ser el jefe de prensa de la selección. ¿Tenés idea cuántos países visitaste?
En un momento los había contado. Creo que alrededor de unos 40, no me acuerdo mucho, pero por ahí.
¿Qué conocés de un país?
Conozco muchos estadios, aeropuertos y hoteles. De eso te puedo hablar de lo que quieras. Lo que conocés de una ciudad honestamente es lo que demora el trayecto entre el hotel y el entrenamiento, el hotel y el estadio y el aeropuerto y el hotel. Eso es lo que conocés arriba del ómnibus y por la ventana. En algún partido se pudo hacer algún paseo, en Sudáfrica fuimos a una reserva un ratito. Después poca cosa más. Acá uno tiene que desayunar con el plantel, ir al entrenamiento con el plantel, atender a la prensa, seguir todo el cronograma con el plantel. Y el tiempo que los jugadores tienen libre es el tiempo que yo me dedico a redactar y a enviar el material para la página de la AUF. Así que de los países conozco poco, por eso cada tanto en mi licencia me gusta hacer algún viaje con mi señora para conocer de verdad alguna ciudad que me haya parecido interesante.
Vos captás cuál está buena para volver después.
Eso está bueno, sí. Me pasó en Alemania, cuando fuimos a un amistoso en una ciudad universitaria que se llama Heidelberg, me encantó, me pareció fascinante. Me casé un año después y la luna de miel decidí hacerla alrededor de esa ciudad.
¿Cómo se lidia con los amigos que piden camisetas de Suárez o Cavani?
Sí, pasa mucho, y las firmas, fotos, videos... Yo lo entiendo, no todo el mundo tiene la posibilidad de estar cerca de este tipo de jugadores, pero desde el primer momento, no sé por qué lo tuve tan claro, supe que los jugadores y el cuerpo técnico son mis compañeros de trabajo, entonces ellos no pueden ver en mí un hincha más, una persona que va a pesadearlos, que va a pedirles cosas. Jamás les pido una camiseta, una firma. No agarro camisetas para hacerlas firmar, a pesar de que eso me puede generar alguna bronca con algún amigo o familiar. Ya me pasó alguna vez que agarré una camiseta, se perdió, la tuve que pagar, volver a hacerla firmar. No está bueno. Por más que la gente pueda pensar "qué te cuesta, son 10 segundos" es salir de la rutina, estar pendiente de eso. En eso soy bastante tajante y no cedo, pero gano en salud, porque si yo estoy pendiente de esas cosas, no estoy pendiente de mi trabajo.
¿El trato con los jugadores cómo es?
Es muy bueno. Tuve mucha suerte de agarrar este equipo de trabajo, un plantel de jugadores que si bien se ha renovado la base ha sido la misma. Son muchos años de trabajo, al principio hubo que ganarse la confianza y tuve que esperar el paso de algunos años. Me acuerdo que Forlán el primer año y medio me llamaba por "prensa" porque no sabía mi nombre. Yo tampoco me acercaba mucho a ellos más allá de los temas laborales porque no quería aparecer como un cholulo, entonces a veces hasta me iba para el otro lado con tal de no meterme en la intimidad de ellos. Me parece que ahí está un poco la función de cada uno. Por suerte ahora tengo una excelente relación con ellos pero siempre muy profesional, no hay que perder de vista eso, yo los respeto mucho a ellos y por suerte siento que ellos también me respetan mucho a mí y a mi función, que en definitiva lo único que intenta es organizar un poco la cosa y ordenarlos a ustedes en las entrevistas con ellos.
Arrancaste a trabajar en la AUF antes de egresar en la carrera de comunicación de la Udelar.
Prácticamente fue mi primer trabajo. Formalmente tuve otro trabajo antes que me duró 20 días porque me echaron.
¿Cuál?
Repartía volantes en la esquina de Bulevar España y Bulevar Artigas. Estaba estudiante y quería tener unos pesos para mis cosas, no quería tener mucha responsabilidad pero duré poco. A la tercera semana me despidieron. Estaba repartiendo para una empresa de hidrolavados y se acercó otra persona y me dijo "yo te puedo pagar también si me repartís estos volantes junto a los del hidrolavado". Le dije que sí, entonces repartía los dos volantes a la vez y ganaba un poco más. El dueño de la empresa se enojó y me dijo que así no podía ser, que era una falta de respeto y me despidió.
¿La definición con Ghana es lo más fuerte que te tocó vivir con la selección?
Sí, desde chiquito siempre fui muy futbolero y muy amante de los mundiales. Mi sueño era ir a un Mundial como hincha. Cuando Uruguay clasificó a Sudáfrica y tuve la oportunidad de ir sentí que era lo máximo, que lo iba a disfrutar -con mucha responsabilidad- lo máximo que podía y así lo hice. El partido con Ghana fue una demencia, una locura para todos los uruguayos. Haber podido estar ahí en la cancha cuando se pateaban los penales fue impresionante. Sin embargo uno de mis mayores recuerdos por la tristeza fue cuando terminó el partido con Holanda. Volví al hotel y ahí me di cuenta de que Uruguay estuvo muy cerquita de jugar una final del mundo y fue uno de los momentos más tristes, por más que haya sido en un mundial, que pasé en estos ocho años.