“Un contenedor con alas repleto de niños”

El 26 de diciembre de 1983 viajaron a Uruguay 154 niños, hijos de exiliados, a reunirse con sus familias. Una idea que para los padres que los enviaban era una “necesidad”, pero para los niños una historia de la que “no eligieron ser protagonistas”.

Actualizado: 25 de julio de 2015 —  Por: Redacción 180

Pablo Martínez Pessi, realizador del documental "Tus padres volverán" conversó con No toquen nada sobre el film.

Joel Rosenberg: Están en momento de gira, la película se estrenó ayer. 

Pablo Martínez Pessi: Ayer, sí, en salas de Life, Movie y Grupo Cine. 

JR: Hay una historia fantástica, que cuando uno ve las imágenes de archivo, incluso después de tantos años, son imágenes emocionantes, se ve la emoción que había en esta rambla cuando recorrieron esos ómnibus llenos de esos niños, que venían en aquel vuelo que partió de Navidad en Madrid en 1983. Pero atrás hay 154 historias de exilio, cada una con sus particularidades. ¿Cómo decidiste como realizador por dónde ir? ¿Qué priorizar, el vuelo en sí, las historias de cada uno de ellos?

PMP: Como realizador pensé que lo del vuelo se contaba solo al mostrar las imágenes de archivo, en alguna parte el relato de alguno de los niños. A mí lo que me interesaba era partir de ese vuelo para hablar de otros temas que estaban detrás.Yo creo que todas las grandes historias como esta, tienen otras historias mucho más fuertes y potentes detrás de esa. En este caso era llegar a encontrar las causas que motivaron de alguna manera a esos padres para enviar a los niños, en la reflexión de esos niños. Entonces esas causas eran el exilio, la identidad y el rol de la familia. 

JR: Vos no te metés en la dictadura en sí. Lo elegiste a eso. 

PMP: Sí, yo creo que eso está solo. Se da solo en el relato. Era como sobrecontar algo que todo el mundo o mucha gente lo recordaba y que quedaba claro.

JR: Decidiste viajar a Italia, a Bélgica, Madrid, Dinamarca... ¿Por qué la decisión de ir a esos lugares?

PMP: Para mí, hablar del exilio y de la identidad desde el Uruguay no valía. Yo tenía que mostrar la distancia entre los lugares, entre las personas. De aquello que uno anhela, añora, extraña. Y que se vieran diferentes realidades, diferentes paisajes para que se transmitiera también en la película. 

JR: Elegiste lo cotidiano también muchas veces, la escena familiar, salir a caminar o correr por un parque, tomar un helado.

PMP: Claro, porque un tano que te dice 'yo soy uruguayo' y apenas puede hablar español o le cuesta muchísimo encontrar las palabras en español, para mí era encontrar esa cotideaneidad, eso de que él dice que es uruguayo, pero en realidad se ve en un mundo que no es como el Uruguay.

JR: Hay algunos momentos, ahora vamos a ver por qué elegiste que sean pocos, donde aparecen los padres. Hay una charla, la escuchábamos a Cecilia decir que un niño de siete años no puede entender que va a ser importante para el país ese viaje. Pero ella tiene una charla con la madre en donde, no sé si llamarte reproche, pero de alguna manera se podría entender así. En ese diálogo ella le dice, 'fuiste protagonista de la historia' y Cecilia dice 'tenía siete años, no elegí ser protagonista de esta historia'. ¿Cómo se dio ese momento y por qué no hay más momentos de los padres interactuando?

PMP: Primero porque yo siempre quise que fuera el relato de ellos. Este era el viaje de los niños y quería que en la película se reflejara eso, su punto de vista y no el de los padres. Si yo iba a hablar con los padres me iba a encontrar con el otro punto de vista, con el lado político, con la búsqueda de enviar el mensaje contra la dictadura y a favor de los derechos humano. Y con respecto a esa charla con Cecilia, yo sabía que ella nunca lo había hablado con su madre a esto. Es una cosa que se ha dado en muchas familias, no en todas, pero en muchas sí que los hijos han hablado muy poco esto. Me lo encontré en la investigación en el 2010, que muchos no lo habían dialogado con sus padres del todo. El viaje, cómo les fue, pero no el conflicto, las cosas que habían quedado dentro de ellos. Le dije a Cecilia vamos a hablar con tu madre y a grabarlo a ver qué pasa. Y fue mágico, fue prender la cámara y yo me quedé totalmente en pausa viendo eso que no podía ni creer lo que estaba pasando. Realmente es uno de los momentos increíbles que tiene la película. 

Miguel Angel Dobrich: Para que al juzgar eso no afectara el objetivo inicial del documental, yo desde mi lugar de padre no puedo dejar de que se me disparen juicios, de discrepar con una cantidad de cosas, pero no soy una persona que pueda afectar el desenlace del largo documental. ¿Cómo hiciste para disociar eso que me imagino te tenía que pasar?

PMP: Sí, yo creo que lo fui encontrando con la coralidad del relato. Tratar de reflejar esos diferentes puntos de vista y tratar de que siempre fueran ellos los que tuvieran la palabra, y fue un trabajo muy interesante. Lo terminamos de cerrar en el montaje realmente. Que esta era su historia, sus palabras y su momento. Que fue una de las cosas que cuando estábamos en la investigación y los invité a participar de la película les dije 'este es el momento de ustedes, es su película'. 

MAD: Pero igual no obviaste otro colectivo de padres. Ni al del belga ni a los de Bruselas. ¿Por qué están ellos? 

PMP: Porque ellos aportan, como con Cecilia en la discusión a ese enfrentamiento que tiene con su madre, a demostrar de alguna manera de que hay dos puntos de vista diferentes de ese hecho. Con los padres de Marcos hablar de algo que está siempre, que es el exilio y lo difícil que es el desexilio para la familia que fue lo que llevó a esa familia a terminar de armarse en Bruselas. A no poder abandonar aquello. Ahora volvieron muchos uruguayos que se encontraron con dificultades para establecerse nuevamente en el país. Con respecto al papá de Fernando era mostrar la relación padre e hijo, que se estableció a partir del momento de la llegada de ese hijo al Uruguay. 

MAD: El documental se suele vincular con dos conceptos que se confunden, que son el de la realidad y la verdad.  La cámara y cómo no relacionamos con lo que fue captado por el objetivo de la cámara. El documental siempre excede el mero registro, porque vos como realizador terminás apostando y utilizando el lenguaje cinematográfico. Por eso me inquietan una cantidad de cosas como el proceso de selección de quienes aparecen en cámara, por qué fueron ellos y no otros. Uno puede rápidamente encontrar como tipos, ¿por qué fueron ellos y no los otros?

PMP: Porque yo creo que cada uno de ellos toca un tema diferente dentro de la película y eso hace que se intente representar al resto de las historias. Cada uno para mí tenía algo puntual que era muy beneficioso para construir el relato de la historia. Por eso los elegí. Además de cómo eran ellos como personas...

MAD: Te parecían particularmente universales.

PMP: Sí, sí. Y de dónde estaban también. De los lugares geográficos en que se encontraban para demostrar eso que hablábamos recién de la instancia. 

MAD: ¿Cuánto tiempo pasaste con ellos?

PMP: Tuve varias entrevistas por Skype  y con los que estaban en Uruguay acá. Hasta que pude ir armando el guion o la estructura de la peli y después el rodaje fueron nada más que un par de días con cada uno de ellos. 

MAD: ¿Por qué optaste por hacer un largo documental y no una serie documental? 

PMP: Porque a mí me interesa el relato cinematográfico, contarlo en 80 minutos. Tratar de transmitir en un solo documento mi punto de vista o las intenciones. Nunca lo vi como una serie, que podría sí serlo, con mucho mucho material, porque lo que tuve que dejar afuera fue un montón. 

MAD: Además ustedes dejaron las puertas abiertas. 

Joel Rosenberg: Hay como una convocatoria en la página. 

PMP: Sí, nos pasó que cuando presentamos la película en el Festival de Cine de Uruguay se acercaron mucho niños que habían ido a ver la película y venían a contarnos anécdotas del viaje o de su vida; y nos pareció que aprovechando las redes sociales podíamos darles espacio para que hablaran e hicimos una campaña. Convocamos a la gente a que completara el vuelo del año 83' con los 154 niños y se sumó muchísima gente. Y a esos niños que iban identificando las personas, los íbamos contactando para pedirles que escribieran alguna anécdota del viaje o de su vida como exiliados y la verdad que fue muy lindo. 

JR: ¿Tenés idea cuántos de los 154 niños tenés registro? Me imagino que con la película van a venir más no? 

PMP: Hasta el día de hoy siguen apareciendo. Hasta lo que yo sé eran como 96 que habían aparecido y testimonios ya van como 25 por ahí. Cortitos, largos, algunos que escribieron y volvieron a escribir porque sintieron que tenían que seguir contando. Entonces se abrió como un nuevo espacio más allá de los 80 minutos de película que creo que fue muy lindo. Además, se rencontraron entre ellos. 

JR: ¿Ahí las edades de que edad a que edad iban? 

PMP: De tres años a 17. Mi motivación fue cuando vi las imágenes de archivo que nunca las había visto, año 83' yo tenía tres años, y el razonamiento mío fue qué me acuerdo yo de cuando tenía tres años. Me presentaban alguien que no conocía y me agarraba de la pierna de mi madre y escondía la cabeza. 

JR: Hay imágenes, que son de televisión, de la caravana esta enloquecida por la rambla. Pero claro no era solo los niños, era poderse expresar en dictadura, gritar, llorar, gente que saltaba literalmente arriba de las motos. Una locura y lo dice Cecilia, que esos niños no eran capaces de entender mucho. 

Te pregunto al final del vuelo, que está bien vos elegiste las historias, hay también todo una locura en la gestación de ese vuelo. Es un auto, dos exiliados chilenos, un exiliado uruguayo y un español que tira la idea y gestan esta locura de meter 154 niños como decía Salvador Banchero en un contenedor con alas y a ver qué hace la dictadura con eso. 

PMP: Claro. Para mí, hay un deseo, una necesidad de decir 'hola acá estamos, somos exiliados, no se olviden de nosotros. Sabemos que ahí hay un problema enorme con la dictadura, pero nosotros estamos acá, tenemos familiares, los extrañamos'. Y yo creo que fue tanto el deseo de los padres, que terminaron enviando a los hijos en su representación. Uno de los padres dice era el abrazo que nosotros no podíamos dar. Pero es cierto que además de eso eran niños, que algunos eran muy conscientes porque en su familia estaban muy integrados a la causa política, pero los más chicos... Yo digo que hay dos cosas, el mayor venía a rencontrarse con Uruguay, el niño venía a encontrarse con Uruguay. Entonces, hay dos lecturas diferentes que se pueden hacer de ese viaje. 

Miguel Angel Dobrich: Como padre, ¿esto no te ha hecho reflexionar en demasía sobre cómo debe ser una familia para que tenga una lógica sana un niño?

PMP: Sí, de hecho, todo depende de la familia. Todo viene de ahí, de qué es lo que los padres puedan transmitirle al hijo y cuánto lo puedan cuidar y hacerle entender muchas cosas. Obviamente sí que me hizo reflexionar mucho. También te dijo es muy difícil pararse en ese lugar, en ese momento, cuando fueron personas que se tuvieron que ir obligadas, que estaban luchando y, por un lado, digo estas personas tenían como esa necesidad de enviarlos. Les ganó la necesidad y hoy en día hay muchos padres que se quedan como en blanco pensando. Ahora, yo no hubiera enviado a mi hijo obviamente pero lo digo desde el hoy, en un Uruguay con libertad, tranquilo. No sé cómo hubiese reaccionado yo en aquel entonces. No enviaría nunca a mi hijo, todo el tiempo estuve pensando, durante este proyecto, cómo hubiera reaccionado yo con seis años o siete, como le pasó a Cecilia. El shock de decir, no mirá te vas sola en esto y nos rencontramos en unos días; y no sabés realmente con quién te vas a encontrar del otro lado. Tu madre se está desprendiendo de vos y te está enviando porque tiene un deseo enorme que no lo puede ocultar y se la juega, totalmente.