La reunión comenzó al mediodía. Fueron unas 200 personas, la mayoría promediaba los 50, 60 años. La gente iba entrando y firmaba un cuadro con una foto color sepia de Gargano.
El lugar estaba decorado con cortinas y moños blancos. Varios mozos servían el copetín: saladitos, sandwiches, whiskey, cerveza, vino blanco. De fondo, sonaban canciones melódicas y jazz.
Estaban José Mujica y Lucía Topolanski, el secretario general del partido socialista Eduardo Fernández, la senadora Mónica Xavier, el ministro de Industria Daniel Martinez, el director de Aduanas Ricardo Prato, Enrique Rubio, Alberto Couriel, Mariano Arana, Daniel Olesker.
En la reunión hubo abrazos y besos. La gente cantó, bailó y muchos se sacaron fotos con Gargano. Uno de los que sacó cientos de fotos fue Prato, el director de Aduanas, que bromeaba y decía que ése era su oficio.
En ese clima, la militante Eulogia Saravia contó su relación con Gargano, dijo que lo conoce de toda la vida, que ella era una muchacha universitaria y durante la dictadura uruguaya compartió con él una Navidad en Buenos Aires. Recordó que ella estaba embarazada y que él la alentó a seguir. “¿Qué te puedo decir? Que lo adoro, es el padrino de mi hija, es íntegro, es incorruptible. Es como Mujica”.
Gargano no quiso hacer discursos ni dar largas entrevistas. Dijo que tenía ganas de festejar con todos sus compañeros. Brevemente, analizó su trayectoria política y citando a la cantante francesa Edith Piaf, dijo que no se arrepiente de nada.
A las dos de la tarde llegó Lalo Fernandez. Se acercó, saludó con un abrazo a Gargano y después se quedó conversando con otros militantes en la otra punta de la sala. Fernández dijo a 180 que el Congreso socialista resolverá quién encabeza las listas al Senado, pero que él va a impulsar al actual ministro de Industria, Daniel Martínez, al que definió como “una figura joven, dinámica, que ha demostrado ser un gobernante de primera.
Fernández describió su vínculo con el presidente del Partido Socialista, dijo que han tenido diferencias, sobre todo en el modo de encarar la política. “Se puede decir que soy un militante más conciliador y él es un hombre más duro en la confrontación. De hecho, desde que soy secretario general, él no está de acuerdo conmigo”, remató. Para Fernández, la conciliación de esas diferencias hablan de la madurez del partido.
Por su parte, Gargano dijo que serán los socialistas quienes decidan si él sigue o no en las listas al Senado. “Eso lo van a decidir ellos… Yo no estoy viejo, estoy usado...”. Gargano dijo que hay que todo el Frente Amplio tiene que estar unido y que el enemigo está afuera, no adentro. “Hay que tener en cuenta a los jóvenes y no matar a los viejos”, afirmó.
Quien sí habló de vejez fue José Mujica, quien definió el aporte de Gargano al Frente Amplio. “Gargano tiene el papel de los viejos. Envejecer sin estar lelo es el lujo de ver un poco más lejos, pero la gente tiene que hacer su propia experiencia, y es inevitable. Después, al tiempo, se dan cuenta”.
Mujica describió a Gargano como un hombre bueno, no muy simpático y combativo. “Siempre al pie del cañón, es un modelo de individuo convencido, socialista pa’ afuera y socialista pa’ adentro, en su manera de vivir. Es un hombre sobrio, sencillo, que no se caracteriza por cultivar la simpatía, a veces como un viejo con un cuchillo, pero quien lo conoce sabe que tiene un corazón de pan”.
A las tres de la tarde Gargano estaba radiante. Bailó tango con todas las señoras que lo sacaron a bailar, y sobre todo, bailó y cantó flamenco. Bamboleio, de los Gipsy Kings fue la canción más bailada.