Un circo imperdible en el Auditorio

¿Podemos entre todos tejer la paz? Con esa premisa, el elenco Cirkus Cirkör se sube a telas, baila colgado de cuerdas, camina sobre pelotas, hace equilibrio en cuerdas, escala redes y un largo etcétera que hasta el 6 de setiembre deslumbrará a todos los que se acerquen al Auditorio.

Actualizado: 02 de setiembre de 2015 —  Por: Mauricio Erramuspe

Un circo imperdible en el Auditorio

Cirkus Cirkor en el Auditorio. (Foto difusión: Mats Backer)

Acróbatas, equilibristas, trapecistas, músicos... son seis los artistas en escena del espectáculo Knitting Peace que se presenta en el Auditorio Nacional del Sodre Adela Reta.

El grupo llega desde Suecia y en este espectáculo actúan Aino Ihanainen (paro de mano y tejido en vivo), Alexander Weibel Weibel (cuerda floja, equilibrio y violín), Tiziana Prota (acrobacia aérea, cuerda y aro aéreo), Mikael Kristiansen (parada de mano, acrobacias, nudos y enredos) y Nathalie Bertholio (acrobacia aérea, cuerda y aro de piso).

La música, en vivo, está a cargo de Samuel “LoopTok” Andersson, un verdadero hombre orquesta.

Entre telas, cuerdas, redes y grandes bolas que simulan ovillos de lana, el espectáculo fluye sin apelar al morbo del vértigo sino a la destreza, plasticidad y seguridad de artistas que hacen ejercicios que desafían la gravedad. La simpatía con la que lo hacen acaba elevando también al auditorio.

La alegoría a la lana y a la necesidad de tejer la paz aparece en cuadros que los propios artistas van montando en escena. Una de las ideas fuerza del grupo es el “individualismo colectivo” y eso atraviesa una puesta donde todos los artistas colaboran en los números aunque no tengan un protagonismo central.

La lana es una metáfora de las diferentes formas que tiene la gente de vivir. Algunos tan enredados que se hacen líos, otros más rectilíneos llevan una vida más ordenada, según le explicaron los artistas a 180.

“La idea filosófica es la de pelear por algo, de ahí viene lo de tejer la paz mundial. Igual que los artistas de circo hacen cosas que son imposibles, de alguna forma intentamos llevarlo más allá y hacer algo imposible también con el show”, explicó Alexander Weibel. El resultado son casi dos horas que mantienen a la platea entre el asombro y la risa.

La respuesta a la pregunta que dispara el espectáculo estará en cada uno de los espectadores. Pero la alegría que tendrán al salir de la función probablemente los haga arriesgar un sí.