Forlán hace magia y Peñarol llega a la punta

Peñarol ganó 3 a 1 a Liverpool en un partido que estaba complicado y que se destrabó con una genialidad de Diego Forlán. Marcelo Zalayeta, Luis Aguiar y Matías Aguirregaray anotaron los goles del aurinegro, que alcanzó a Nacional en la punta del torneo.

Actualizado: 25 de octubre de 2015 —  Por: Diego Muñoz

Forlán hace magia y Peñarol llega a la punta

Nicolás Celaya /adhocFotos

Escuchá el segundo gol de Peñarol en #futbolx180.

Se llama Diego Forlán y tiene un palmarés de miedo, ese que se ganó a fuerza de tomar retos. Primero dejó el confort de su país para ganarse un lugar en Independiente, más tarde decidió partir a Manchester a trascender en Inglaterra, luego llegó a España para hacer historia con el Villarreal y el Atlético de Madrid. Una vez sí y otra también, Forlán se desafió a sí mismo. Y, fiel a esa postura, decidió hacerlo de nuevo a comienzo de esta temporada. Con mucho más para perder que para ganar, se puso la 10 del Carbonero para jugar en el equipo de sus sueños.

Y si bien durante el Apertura había dejado estelas de su talento fue en la fecha 10 cuando hizo una de esas jugadas que supo hacer en las canchas de todo el mundo. Tomó la pelota en tres cuartos de campo y amagó a pegarle de derecha para sacarse a su primer defensor. Enganchó hacia la izquierda y amagó a darle de zurda. Entonces pasó el segundo. Se metió al área y quebró la cintura para hacer seguir de largo al tercero y un par de metros más adelante quedó desparramado el cuarto. Su maravillosa jugada no tuvo siquiera un resquicio de egoísmo y cuando vio que estaba complicado para definir cedió el balón para el gol de Aguiar.

Su jugada sirvió para que Peñarol saliera de la inercia, terminara con la desidia. Desde el comienzo del segundo tiempo el equipo estaba absorto, desvencijado, sometido, ante un Liverpool que aprovechaba su momento en el partido. Todo cambió gracias a la magia de Forlán.  

La primera parte había sido diferente. Peñarol consiguió un circuito de juego que funcionó por izquierda con Luque, Aguiar y Forlán. Por el centro del ataque, Zalayeta se mostró constante y peligroso.

Liverpool intentó por el mismo sector. Le ganó la espalda a Gianni Rodríguez y complicó con centro. Pero no estaba fino al llegar al área.

Ninguno de los dos marcaba bien atrás. Y Forlán aprovechó a los 17 tras recibir la pelota y avanzar con ella sin que nadie lo marcara. El 10 remató, Bava dio rebote y Zalayeta puso en ventaja a Peñarol.

A partir del 1 a 0 Peñarol estuvo mucho más cómodo. Profundizó la tendencia de jugar por izquierda y cuidó el balón. Si bien se jugó lejos de los arcos, el Carbonero manejó los tiempos del partido con el trío Forlán-Aguiar-Zalayeta conectados.

Liverpool modificó su estructura para el segundo tiempo. De inicio resignó uno de los volantes de marca, Nicolás Freitas, y puso a Adrián Balboa de punta y a los 10 minutos incluyó a Paulo Pezzolano. Creció la vocación ofensiva del negriazul y salieron a relucir todas las limitaciones del fondo de Peñarol.

En la primera que tocó Pezzolano, puso un centro de derecha para Balboa que cabeceó en el medio del área chica sin que ninguno de los zagueros le hiciera sombra y anotó el empate.

El desconcierto de Peñarol tras el 1 a 1 fue notorio. El equipo lució perdido, errático y otorgó concesiones defensivas que el rival aprovechó. Primero Valdez con un cabezazo en la línea y luego Guruceaga con una atajada contra el palo evitaron el segundo de Liverpool.

Sobre los 26, cuando peor la pasaba Peñarol, llegó la jugada del partido. El gol lo anotó Aguiar. Pero lo hizo Forlán.

Si bien Liverpool estuvo a punto de empatar al aprovechar otro error en el fondo aurinegro, los de Verzeri se desmoralizaron al ver que se les había pasado el momento. Lejos de la intensidad con la que lució durante el 1 a 1, Liverpool perdió territorio y se alejó del área rival.

Sobre el final, Aguirregaray liquidó con una bonita definición.

Los de Bengoechea se vuelven de Belvedere con las dos cosas que fueron a buscar: La victoria y el liderazgo. Consiguieron ambos objetivos porque cuando peor la pasaba la magia de un jugador superlativo resolvió todos los problemas.