Siguió el ritual de los últimos 30 años. Dejó su coche justo donde le indicó “Chupete”, cruzó la calle, mostró su carné a la entrada, subió las escaleras y se metió en la cabina Juan López. Lo empezó a hacer en 1985, cuando Alberto Kesman le dijo que iba a ser uno de los dos comentaristas de la transmisión, y lo repitió cada fin de semana.
Nada de esto sería llamativo si no fuera porque Enrique Yanuzzi lo hizo el domingo 6 de diciembre por última vez.
“Es una decisión tomada hace más de un año. Yo sabía que tenía que irme, me quería ir en un buen momento, no sé si es el mejor momento pero es un buen momento. Y me quiero ir a vivir mi vida, no quiero estar más en el fútbol”, le dijo a Contragolpe mientras esperaba para comenzar la previa.
Intentó que fuera lo menos traumático posible. Pero resultó imposible. Llegó de jean, camisa de manga corta y buzo sobre sus hombros. Se sentó a la izquierda, se puso los lentes, tomó la planilla con el guión, sacó un par de apuntes, prendió el micrófono y saludó a los oyentes.
Yanuzzi se volvió una voz imprescindible en el periodismo deportivo. Eligió dónde pararse, jamás se calló lo que pensaba, fue coherente y fiel a sus convicciones, nunca especuló ni midió consecuencias. La mayor parte de su carrera la hizo en Radio Universal pero también dejó huella en Deporte Total, tanto en canal 10 como en canal 5, y en Estadio Uno.
Con su estilo llegó a todos los estratos sociales. Desde “los obreros del volante”, a los que saludaba a menudo, hasta empresarios o universitarios que lo tuvieron como referente. “¿Usted que tiene mi amigo? Tiene Universal en el oído”, decía Quique, que no solo acompañó a Kesman sino que lideró durante décadas con la previa que condujo.
Con 65 años de edad y 42 de periodista Yanuzzi dijo basta. “El día que cayó el Ejecutivo de Bauzá pensé “pah, ya está”. Ese día y, no por Bauzá sino por cómo y por qué lo sacaron, dije “con esta gente no. Ya está. No quiero verlos más””, contó.
Yanuzzi meditó la decisión un tiempo y este año anunció públicamente que se retiraba al final del Apertura. “Hay una franja, muy finita a mi edad, en la que todos tenemos que ser conscientes que tenemos que irnos en un momento en el que la gente nos recuerde por lo que hiciste y que no estén deseando que te vayas”, dijo y aclaró: “No lo hago por eso solamente. Lo hago por mi familia”.
Está seguro que no va a “extrañar nada” del fútbol. “De la gente del fútbol menos, del entorno del fútbol absolutamente nada, de mis compañeros bastante y del micrófono mucho”, agregó.
Yanuzzi se irá a vivir a Piriápolis. “Es mi lugar en el mundo, donde elegí para disfrutar lo que me queda de vida. Lo tengo decidido hace años. Vendré de vez en cuando a Montevideo pero la mayoría de los días voy a estar en Piriápilis, lejos del fútbol”, contó.
Entonces se metió en la cabina a hacer su última transmisión. Intentó concentrarse. Presentó “Las manzanas de Ariel”, “Uruguay siglo XXI”, “Jugátela”, “Un día como hoy” y el trabajo de Kesman. Trató de meterse en el juego para acompañar el relato. Le costó pero pudo hacerlo. Hasta que terminó el partido.
“Lo único que no sé es cómo va a ser el final. Si lo voy a aguantar. No sé si puedo comentar”, le dijo a Contragolpe antes de empezar. Y no pudo.
“Alberto me abrió 30 años esta casa, a mí me inventó el Dalton. Tuve la suerte de caer en Radio Universal”, dijo y se quebró cuando recordó a Ariel Del Bono, su compañero de décadas en los comentarios: “No hay nadie como Ariel Del Bono. Lo extraño, lo extraño mucho. A Juan Carlos Vicente, al Becho Campos, que están en el cielo junto a Ariel. Que fueron mis grandes compañeros. A mi familia. Y bueno, se terminó. No doy más. Que tengan una buena noche”.
Se quedó unos minutos hasta que se recuperó, se levantó de la silla de la izquierda, se abrazó con sus compañeros. Luego descendió las escaleras, cruzó la calle, le dio propina a “Chupete”, se subió al auto y se fue tranquilo, convencido. La gente lo va a extrañar. El periodismo también.