Cierre de Triburcio Cachón se decidió con la lógica del “mando yo y ustedes obedecen”

Un grupo de usuarios del centro de rehabilitación Tiburcio Cachón denuncia que no existe información técnica que avale el cierre y traslado de usuarios al Instituto Nacional de Ciegos.

Actualizado: 13 de marzo de 2016 —  Por: Emiliano Zecca

Cierre de Triburcio Cachón se decidió con la lógica del “mando yo y ustedes obedecen”

Foto: Emiliano Zecca (Todos los derechos reservados)

Adriana Antognazza, ex directora del centro de rehabilitación para personas ciegas y con baja visión Tiburcio Cachón, denunció en 2015 que el pasaje de usuarios al Instituto Nacional de Ciegos General Artigas (Camino Maldonado 5745) repercutirá en la rehabilitación de las personas que concurren al lugar.

Antognazza estuvo en el Cachón durante los últimos cinco años (2011-2015) y dijo que el traslado se hizo “sin planificación” ni garantías para los usuarios.

La directora actual del Programa Nacional de Discapacidad (Pronadis) es Begoña Grau, quien asumió en esta nueva administración de Tabaré Vázquez y sustituyó a María José Bagnato. Además, Grau fue integrante del equipo del Pronadis durante la primera gestión de Vázquez, que tuvo al frente del Pronadis a Alberto Della Gatta.

180 conversó con un grupo de usuarios en el centro Tiburcio Cachón. En este lugar se rehabilita a personas ciegas y con baja visión. A la entrada, sentados en un banco, entrevistamos a Julio, que viene de Parque del Plata, tiene 58 años y quedó ciego hace tres años; Ángela que es de La Teja, hace un año va al centro y hace computación; y Gregorio, que terminó su recuperación en agosto y espera su turno para hacer computación.

Por no contar con una autorización de la directora del Pronadis, 180 no pudo entrar a recorrer el lugar, pero los usuarios contaron cómo es y cómo se hace la rehabilitación.

Julio: Yo antes de venir acá para servirme un vaso de agua metía un pedacito del dedo adentro del vaso y cuando se me mojaba la yema sabía que hasta ahí tenía que servir. Acá me enseñaron a hacerlo sin estar metiendo el dedo adentro del vaso. Me enseñaron cómo preparar un café, como tomar un mate, como tenderme la cama. Te enseñan como tenés que es escuchar el sonido del bastón cuando golpeas y vos te das cuenta cómo vas. Acá ves la entrada en zigzag, vos te preguntás por que es así. Nosotros vamos haciendo tic tic con el bastón y de repente sentís solo toc, ahí te das cuenta que desviaste. Este edificio no tiene escalera, un hall central donde esperamos la hora de clase, hay tres pasillos, para saber dónde está el primer tenemos de referencia un calefactor que hay, cuando llegamos ahí sabemos que pasando a la derecha está el pasillo número uno, más adelante el dos, que nos lleva al gimnasio, al comedor y después tenemos el tres donde está el oftalmólogo, que en este tiempo no hay.    

180 entrevistó en 2015 a Adriana Antognazza, quien fue directora hasta el final de ese año y renunció, entre otros temas, porque no estaba de acuerdo con el traslado. Ella dijo que se enteró de un momento a otro y que nadie le avisó nada. Fue sin planificación.

Los usuarios se enteraron de casualidad, en una reunión de fin de año.

Gregorio: Una fiestita que siempre se hace, cuando yo llego me encuentro con la triste noticia que ni soñaba.

Ángela: Éramos cerca de 45 o 50, hicimos comida para 50. Nos enteramos por una conversación de los docentes.

Gregorio: Nos tomó de sorpresa. No hay informe técnica, la academia está en contra, una decisión que se tomó en la soledad del mando yo y ustedes obedecen.

Antes hubo dos reuniones con Begoña Grau, la directora del Pronadis. Ambas en la UNCU (Unión Nacional de Ciegos del Uruguay). La primera no contó con ningún técnico del Cachón y en la segunda sí participaron algunos, junto a los usuarios socios de UNCU.

Julio y Ángela fueron a la reunión. Preguntaron sus dudas, pero dijeron que tuvieron pocas respuestas.

Ángela: se le hicieron preguntas y ella dijo que iba a comunicar que se trasladaba el centro, que el que quiera ir que fuera y el que no, que no vaya.

Julio: “Yo no vengo a preguntarles, vengo a comunicarles”, dijo. En esa reunión, la gente que estaba le hizo muchas preguntas. Yo pregunté si se pensó en una solución alternativa. Me dijo: no se hizo nada. Quiénes fueron los técnicos que lo definieron. A esto lo definió el ministerio, me respondió. Cuándo lo decidieron, pregunté. En mayo, me dijo. Marzo-abril-mayo, tres meses sin consultar a nadie, ni los técnicos del Cachón. A nadie. Solo nos dijo que ella había consultado a las distintas asociaciones que nuclean a las personas ciegas. Pero a mí en ningún momento la UNCU me consultó o citó a una asamblea de socios para decidir qué posición tomar, no sé quién tomó la decisión en la dirección, dos o tres apoyarán esto. Fue la directiva. Esto es algo muy sensible y grande para decidirlo así, no estamos comprando una manguera o poniendo una luz.

El centro Tiburcio Cachón tiene 53 años y funciona en la calle Juan José Quesada 3666, cerca del monumento a Luis Batlle Berres.

Julio contó que para hacer una cuadra demora 10 minutos. Camina despacio y cuando llega a un semáforo escucha los autos para saber si puede cruzar. Necesita veredas anchas, sin pozos o desniveles, y que no haya escaleras.  

La ex directora, Antognazza, dijo que no cuestiona las razones económicas del cambio. Pero sus diferencias surgen del impacto que esto tendrá en los usuarios por la zona y el edificio al que se trasladaban.

Esta misma preocupación tenían Julio y los demás usuarios. Pero ellos son ciegos, no podían ir a ver el lugar. Así que fueron los compañeros que tienen baja visión y en base a lo que vieron, le plantearon sus dudas a Grau.

Julio: La señora Grau hacía hincapié en que “tanto jorobar por cuatro árboles que hay que sacar y poner 20 baldosas, en dos días está hecho”. Yo lo plantee en la IM y me dijeron que no hay nada planificado para hacer esos gastos. En esa zona hay escaleras, canchas de fútbol. Se nos dijo “tanto jorobar por la parada, la corremos media cuadra para atrás”, en referencia al ómnibus que viene por la calle Libia. Bueno, la parada no se corrió, la entrada de la calle Libia también tiene escaleras y está cerrada. Entonces, tenemos que salir, caminar por veredas con terraplenes, algunas partes con baldosas, hay contenedores. Eso lo hablo por gente con baja visión que fue, no es mi caso que soy ciego, pero ellos sí concurrieron, arriesgándose.

Los usuarios están dispuestos a cambiar si no hay otra opción. Pero quieren que se los escuche, se entiendan sus preocupaciones y les den garantías.

Julio: Vamos a suponer que nos tenemos que ir por lo que sea, pero ¡por favor! busquen algo acorde. Primero que nada no nos queremos ir porque acá nos manejamos completamente. Yo si me voy a otro lado tengo que empezar de cero. Si preguntás a las autoridades, van a decir un montón de palabras, los escuchás hablar y suena precioso. Pero están mostrando el árbol, no el bosque.

Gregorio: Nosotros tenemos derecho a tener esto, que tiene 53 años, a una recuperación como la gente. Ya está, no hay que invertir nada. Lo tenemos para todos y es de fácil acceso, las calles Larrañaga, San Martín, General Flores,  las veredas anchas, los vecinos que nos conocen. Nadie aconseja esto, ningún técnico. Pero nada vale, solo es acá estoy yo y las decisiones las tomo yo y van a ir donde yo mande.

 

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