En el proyecto de ley presentado por la Comisión de Constitución, Códigos, Legislación General y Administración, se le encomienda al Poder Ejecutivo y a la Administración Nacional de Educación Pública (Anep) “la ejecución de acciones que fomenten la información y la sensibilización de la ciudadanía sobre el aporte indígena a la identidad nacional, los hechos históricos relacionados a la Nación Charrúa y lo sucedido en Salsipuedes en 1831”.
Para los integrantes de esa comisión, tener una “visión integradora del pasado, del presente y del futuro del país, supone la necesaria superación de algunos conceptos acuñados en su proceso fundacional, que matrizaron la definición del Uruguay como un país de inmigrantes europeos con una sociedad homogénea, carente de componentes de origen indígena o africano”.
Sin embargo, alegan que los indígenas tienen un gran peso socio-cultural en nuestro país. “Lo tenemos en nuestra toponimia y en la identificación de nuestra flora y fauna, donde los vocablos de origen guaraní tienen tanta incidencia”, indicó.
“Lo sucedido en Salsipuedes fue claramente la consecuencia de una determinación asumida por el Estado, consentida por la sociedad de la época. (...) Corresponde al Estado pues, la reparación de la memoria y la valoración de la diversidad de aportes que contribuyeron a nuestra conformación como nación, partiendo en primer lugar del conocimiento y difusión de lo sucedido en nuestra historia, asumiendo la riqueza de la diversidad que nos distingue junto al resto del continente.
Historia indígena
La comisión Constitución también expuso algunos elementos de carácter histórico para fundamentar su propuesta.
En 1811 los indígenas se plegaron “en forma masiva al ejército artiguista que, de acuerdo a documentos de la época, ya en 1811 contaba con unos 450 individuos. (...) El indio tuvo un lugar en el proyecto artiguista, que postuló la plena integración con las poblaciones indígenas, a partir del reconocimiento de sus derechos”, explica.
Luego de que Artigas fuera derrotado, por 1820, “los indios participan en las campañas junto a Lavalleja o a Rivera, hasta la firma de la Convención Preliminar de Paz en 1828. (...) Pero los constantes reclamos provenientes de la campaña sobre las acciones consideradas depredatorias de los charrúas sobre los ganados, (...) inclinaron a los sectores influyentes y a las autoridades de la época a encarar una solución final al tema indígena, que incluyera su derrota militar, el exterminio de toda resistencia por aniquilación, y el reparto de mujeres y niños sobrevivientes entre la población”, indica el documento.
De las operaciones militares emprendidas en el marco de ese plan de exterminio, la de Salsipuedes es la más trascendente porque “representa un acontecimiento decisivo en la historia de las poblaciones indígenas en nuestro territorio, y en el relacionamiento futuro del Uruguay con sus indígenas”.
“El General Fructuoso Rivera, su sobrino Bernabé Rivera y el General Laguna, condujeron la ejecución del plan. El protagonismo de Fructuoso Rivera fue clave en el éxito de la operación de exterminio debido a la extrema confianza que los indígenas depositaban en él, lo que trascendiera en la frase atribuida al cacique Sepé por las crónicas de protagonistas de la época: 'miren, Don Frutos matando amigos'”, señaló la comisión.
“En febrero de 1830, Juan Antonio Lavalleja, Ministro de Guerra de entonces, dirige a Fructuoso Rivera -que ejercía como Comandante General de la Campaña- una nota en la que ya se plantea la marcha contra los charrúas 'para contenerlos en adelante y reducirlos a un estado de orden y al mismo tiempo escarmentarlos', instándolo para eso a tomar 'las providencias más activas y eficaces, consultando de este modo la seguridad del vecindario y la garantía de sus propiedades'. El 30 de diciembre, el Rivera y Ellauri envían un mensaje a la Asamblea General informando de la decisión tomada por el Poder Ejecutivo, luego de lo cual la Asamblea General aprobó conceder 'al Presidente de la República el permiso que solicita para salir a la campaña mandando en persona la fuerza armada', lo que traería como consecuencia al siguiente año los hechos ocurridos el 11 de abril”.
Quienes no fueron asesinados en aquella jornada, fueron llevados a Montevideo, conducidos a pie casi 300 kilómetros en una travesía que duró tres semanas, y entregados como servidumbre a familias.
Vaimaca Perú, Senaqué, Tacuabé y Guyunusa, “fueron llevados a Francia para ser exhibidos como los últimos ejemplares de un grupo exótico”, y murieron allí.