La realidad supera a la ficción. La gente se ríe en las tribunas, mirá Twitter para informarse al instante de lo que pasa allá abajo, en los vestuarios del Parque.
En una hora pasaron demasiadas cosas. Primero la Policía detuvo a Martínez. Esto desató una campaña mediática con el fin de liberarlo. Cuando se consiguió el objetivo se iniciaron las gestiones para jugar el partido, que comenzó con un retraso de una hora y cuarto.
Tanto marcó la noche lo sucedido antes del partido que el juego pasó a un segundo plano. El bochorno comenzó cuando Fénix llegaba al Parque Central y la Policía ordenó que el ómnibus diera una vuelta más y estacionara a varios metros de la entrada. Esto enojó a Rosario Martínez, que bajó, discutió con un policía y fue detenido. Los jugadores también descendieron en defensa de su entrenador y allí el incidente se generalizó.
La escena caótica siguió con el plantel ingresando al vestuario y el presidente, Álvaro Chijane, anunciando que se iban.
En ese momento dirigentes de Nacional y de la AUF iniciaron gestiones para que Martínez fuese liberado, algo que se concretó 15 minutos después de su detención.
Incluso en la hipótesis de que Martínez haya sido detenido de manera injusta, es impresentable que lo suelten a los 15 minutos, sin pasar por una comisaría, sin hacer una declaración. Tan impresentable como la presión mediática ejercida para que liberaran al técnico sin saber qué había dicho o hecho, con el único fin de que el partido se jugara.
Con Martínez liberado, la atención se centró en saber si los jugadores de Fénix estaban como para salir a la cancha.
Los desconcertados hinchas seguían las alternativas desde las tribunas a través de las redes sociales o de la radio. Una de las informaciones era que Raúl Giuria, miembro de la Mesa Ejecutiva por Nacional, era el más capacitado para interceder en el tema pero justo estaba en un concurso de pesca en Punta del Este. Pero, decían, que igual estaba atento al celular.
Luego de reuniones que los jugadores de Fénix tuvieron con futbolistas de Nacional y con integrantes de la Mutual se decidió jugar.
El partido fijado para las 19 pasó primero para las 19:30, luego para las 19:45 y finalmente para las 20:15. El público tricolor colaboró con su ejemplar comportamiento para que el partido se iniciara 75 minutos después de lo previsto.
Cuando se inauguró el Campeón del Siglo los dirigentes discutieron el viernes de noche si se podía jugar sin alambrado el partido del domingo. La gente había sacado su entrada pero no sabía dónde se jugaría. Ahora, se jugó un partido después de que detuvieron al técnico de uno de los dos equipos y que empezó cuando debía estar por terminar. Son apenas dos ejemplos en menos de un mes.
No hay duda, si con estas muestras de perfección organizativa no le dan a Uruguay el Mundial 2030 es por el complot universal que nos quiere sacar del medio y porque a la FIFA le molestamos.