El filme de Kleber Mendonça Filho recibió una prolongada ovación en la gala del estreno, en presencia de 35 miembros del equipo que aprovecharon la mediatización mundial para protestar con carteles contra el "golpe de Estado" en Brasil y el cierre del ministerio de Cultura por el gobierno de Michel Temer.
A los 65 años muy bien llevados y casi sin maquillaje, Braga subió sonriente y haciendo guiños a las cámaras la escalinata del Palacio de Festivales, luciendo un traje bordó de amplio escote cuadrado y pendientes de cristal.
En la película encarna a Clara, una crítica musical jubilada que vive en el "Aquarius", un edifico de los años 1940 de la costanera de Recife, rodeada de sus discos, libros y recuerdos.
La cosas se complican cuando el inmueble es adquirido por una empresa que proyecta demolerlo para construir un complejo residencial moderno.
Clara rechaza la transacción que le propone el promotor inmobiliario y a pesar de relaciones difíciles con sus hijos adultos y de un cáncer de mama que le hizo perder un seno, esta mujer valiente está decidida a no dar el brazo a torcer.
Testigo de cambios violentos
En una entrevista con AFP en un hotel de Cannes, Sonia Braga dijo que su personalidad y la de Clara "se fundieron en una sola".
"Es una mujer de mi edad que tiene tres hijos --yo nunca tuve hijos, ésa sería la diferencia-- y la situación en la que se encuentra, la presión, la lucha, el 'no hagas esto', yo lo viví, en Brasil y el resto de mi vida", dijo la actriz que se hizo famosa con "Doña Flor y sus dos maridos" (1976).
El filme de Mendonça Filho arranca con una serie de fotografías en blanco y negro sobre el Recife de la época en que se construyó el edificio, un recurso al que también apeló el realizador en su primer largometraje "Sonidos vecinos" (2012), premiada en varios festivales y considerada por el New York Times como una de las diez mejores de ese año.
"Me fascinan los documentos y los archivos", dijo Mendonça Filho. "Esas fotografías de fines de los años 1960 y principios de los 70, tomadas en el barrio donde rodamos la película, son para mí documentos históricos".
Ambos largometrajes muestran los cambios avasallantes que impone el capitalismo salvaje al paisaje urbano brasileño y sus habitantes.
"Una ciudad puede cambiar de manera normal o violenta", dice el cineasta, que admite la dimensión política del filme, "aunque no de una manera clásica, por la escala reducida" en que se desarrolla la trama, explica.
El trabajo de Braga de expresión controlada y por momentos distante se lleva buena parte de los laureles y los entusiastas vaticinan a "Aquarius" algún lugar en el palmarés.
Un director que sabe escuchar
"La película habla sobre vivir de la manera en que uno realmente quiere y no terminar siguiendo los designios de otra gente con intereses comerciales", dijo Mendonça Filho.
En ese antagonismo, tanto "Sonidos Vecinos" como "Aquarius" pertenecen de alguna manera al género del "siege movie" o películas de asedio, en que los protagonistas resisten a una amenaza externa.
Aunque realista, abre la puerta a elementos tomados del cine de horror. Un horror que según el director de 47 años "proviene del sistema social" implacable contra el que Clara se rebela.
Los dos filmes reservan al elemento sonoro un lugar especial: los ruidos urbanos en "Sonidos vecinos" o los oldies en vinilo que colecciona la protagonista de "Aquarius" y que le dan la facultad de recrearse un mundo propio o incluso refugiarse en el pasado.
"Siempre soñé con ser parte de una película en la que todo el equipo es parte de ella, y hacer el filme todos juntos", comentó Sonia Braga sobre el rodaje en Recife.
Según Gustavo Jahn, actor brasileño radicado en Berlín que trabajó en "Sonidos Vecinos", Kleber Mendonça "es un realizador con muy buenos oídos". "Sigue su intuición y escucha a su equipo, lo cual da un muy buen equilibrio al trabajo en su conjunto".
Teve golpe
El equipo de la película brasileña "Aquarius" encabezado por el director Kleber Mendonça Filho y la actriz Sonia Braga, se manifestó el martes en la alfombra roja de Cannes contra el "golpe de Estado en Brasil".
"Un golpe tuvo lugar en Brasil", "Resistiremos", "Brasil ya no es una democracia", proclamaban las pancartas ebarboladas por el cineasta y su equipo en la famosa escalinata del Palacio de Festivales.
En la sala del Gran Teatro Lumiere donde se presentó el filme el grupo volvió a manifestarse al grito de "¡Fuera!", en tanto que otras personas desplegaban una banderola en la que se leía: "Stop the coup in Brazil".
Uno de los presentes abrió su camisa para dejar al descubierto una camiseta con la inscripción "Super Dilma" en referencia a la presidenta de izquierda Dilma Rousseff, separada de su cargo en el marco de un proceso de destitución parlamentario denunciado por la propia mandataria como un "golpe de Estado".
Minutos después comenzó la proyección de "Aquarius", la única película de América Latina entre las 21 aspirantes a la Palma de Oro.
Varios cineastas brasileros presentes en Cannes deploraron el "golpe de Estado" de Michel Temer, que asumió la presidencia tras el juicio de destitución de Rousseff, y su decisión de cerrar el ministerio de Cultura integrándolo al de Educación.
Un país dividido
Mendonça Filho se reencontró en Cannes con Sonia Braga, radicada en Nueva York, a la que el realizador de 47 años no veía desde el fin del rodaje de la película en Recife en septiembre pasado. Ambos dialogaron sobre los últimos acontecimientos en su país.
"Yo vivo en Estados Unidos, pero también en Brasil, tengo familia y amigos allá y pienso que lo que está sucediendo, la manipulación de la toma del poder, tiene que ser expuesto al mundo", dijo Sonia Braga a la AFP.
"Una de las cosas que más me preocupa es lo dividido que está Brasil. Nunca había visto a mi país tan dividido".
Según la diva brasileña, de 65 años, "todo lo que se hizo desde el fin de la dictadura, desde la apertura de Brasil, lo hicimos juntos. Hay que darse cuenta de que en dos años, de todas formas, vamos a estar votando por un presidente. Tenemos que volver a hacer las cosas juntos".
El realizador Eryk Rocha presentó en Cannes "Cinema Novo", un documental poético sobre ese movimiento cinematográfico, uno de los más importantes de América Latina, que en los años 1960 y 70 revolucionó la creación artística.
Según Rocha, "Brasil está entrando en un nuevo momento, sumamente grave y de incertidumbre. Como ciudadano, siento una profunda impotencia y angustia por lo que está pasando: Brasil está viviendo una ruptura muy grave en el proceso democrático".
Otras voces
El cineasta fustigó en particular el cierre del ministerio de Cultura. "Es un reflejo del gran retroceso que esta sucediendo en Brasil", afirmó.
"Hay dos errores gravísimos", advirtió. "El primero es desarticular un ministerio de Cultura que en todos los países del mundo --como en Francia-- es un eje fundamental del desarrollo. El otro es desarticular el de Educación".
"Es necesario reconstruir esa idea de lo colectivo para transformar el mundo", apuntó el realizador, que aclaró no ser "ni lulista ni petista" sino "artista independiente". "El cine puede crear otra voz, otras miradas y otra percepción de la realidad de lo que está pasando", aseguró.
Isabel Penoni y Valentina Homen son dos jóvenes realizadoras brasileñas que comenzaron a hacer cine en los últimos años.
En Cannes presentaron en la sección Quincena de Realizadores el corto "Abigail", sobre la viuda del antropólogo Francisco Meireles, conocido por su trabajo con las comunidades indígenas en los años 1940 y 50.
Su visión de lo que está viviendo Brasil también es muy crítica.
"Desde el punto de vista de la gente que hace cine y que trabaja con arte es terrible, porque habían conquistado algunas cosas gracias a las políticas de cultura sobre todo con el gobierno de Lula, que democratizó la cultura. Ahora la tendencia es que habrá mucha menos inversión regular en la producción", prevé Penoni.
Valentina Homen observó que casi todas las películas brasileñas presentadas este año en Cannes --incluyendo la propia, la de Mendonça Filho, la de Rocha, y el corto aplaudido en la Semana de la Crítica "Delirio é a redençao dos aflitos" (El delirio es la redención de los que sufren), de Fellipe Fernandes-- se hicieron en buena medida con el dinero público canalizado a los cineastas por los gobiernos anteriores.
(AFP)