De acuerdo a los primeros resultados, Karzai obtendría 40,6% de los votos declarados válidos, contra 38,6% para su rival, su ex ministro de Relaciones Exteriores, Abdulá Abdulá, tras las elecciones presidenciales y regionales celebradas el 20 de agosto.
Pero estos resultados no son muy significativos ya que equivalen a tan sólo un 10% del total de los votos depositados por los electores en los segundos comicios presidenciales directos en Afganistán, sobre los cuales pesan sospechas de fraudes masivos.
Las autoridades subrayaron que los resultados definitivos serán revelados en setiembre.
El equipo de Karzai afirmó que ganó desde la primera vuelta, mientras que el campo Abdulá denuncia los "fraudes masivos" cometidos por el Estado a favor de Karzai.
Numerosos observadores afganos e internacionales han señalado irregularidades a más o menos gran escala durante los comicios.
Un total de 790 denuncias por fraude e irregularidades han sido presentadas ante la Comisión de quejas electorales, encargada de investigar cada una de ellas antes de la certificación de los resultados.
Los observadores internaciones están además preocupados por la escasa tasa de participación, ampliamente por debajo del 70% en 2004, a causa de las amenazas de los talibanes, sobre todo en el sur del país, donde los rebeldes son más fuertes, y de la desilusión de la población con respecto a la clase política.
De todos modos, las autoridades del país y la comunidad internacional celebraron que no se cumplieran las amenazas de los talibanes de transformar los comicios en una jornada electoral sangrienta, pese a que sí se registraron ataques esporádicos con cohetes y bombas.
Afganistán celebró la segunda elección presidencial de su atormentada historia, después de las de 2004 que ganó Karzai en la primera vuelta con 55,4% de los votos.
Karzai se encuentra en el poder desde fines de 2001, cuando una coalición internacional encabezada por Estados Unidos desalojó del poder a los talibanes. Cerca de 100.000 soldados extranjeros se encuentran desplegados en el país para sostener al gobierno frente a una rebelión islamista que ha ganado terreno desde hace dos años y amenazó con minar los comicios con sangrientos ataques.
Con la muerte de cuatro soldados estadounidenses el martes, que elevó a 295 el total de víctimas en ocho meses en el seno de las fuerzas extranjeras, 2009 se convirtió en el año más nefasto para los soldados extranjeros desde su llegada en 2001.
Y en momentos en que todo el país aguarda por la difusión de los primeros resultados, las autoridades informaron sobre un atentado suicida con coche bomba que dejó al menos 36 civiles muertos y 64 heridos en Kandahar (sur), un bastión de los islamistas talibanes, según declaró un médico del hospital de la ciudad a la AFP.
Se trata del atentado más sangriento en Afganistán desde el ataque suicida que mató a 60 personas en la embajada india en Kabul, el 7 de julio de 2008.