Un artista desnudo frente a las contradicciones de su arte

¿Cuál es el valor de una obra? ¿Cuánto pagarías por verla? ¿Solo le doy “me gusta” o también voy a verla? El unipersonal Un artista de la muerte, que se presenta en el Teatro Solís en sus últimas dos funciones, plantea esas y otras preguntas. No las responde, pero la experiencia abre muchas reflexiones.

Actualizado: 03 de agosto de 2016 —  Por: Mauricio Erramuspe

Un artista desnudo frente a las contradicciones de su arte

Fernando Hernández en Un artista de la muerte (Difusión)

En Un artista de la muerte, el actor Fernando Hernández comienza siendo un performer que desafía al público riéndose de la vanguardia y termina abriendo una gran reflexión sobre su rol y el del arte.

El espectáculo, producido por el grupo Teatro de Arte al Fondo, surgió en 2013 a partir de la lectura que hacía Diego Devincenzi, su director, de Un artista del hambre, de Kafka.

“Leyéndolo fue bastante inevitable trazar un paralelismo con cosas que uno siente como artista ante determinados proyectos”, contó Devincenzi a 180. Y así surgió una reflexión de varios años en el grupo, que fue mutando, y terminó en un espectáculo performático en el Centro Cultural España en 2015.

No se quedó ahí y sumó texto hasta convertirse en un unipersonal que primero se estrenó en La Gringa y ahora llegó por cuatro funciones a la Sala Delmira Agustini, del Teatro Solís. Este jueves y viernes son las últimas presentaciones de esta minitemporada.

Diego Devincenzi, director y creador de la obra junto a Hernández y Federico Puig Silva, habló con 180.

En la obra plantean una reflexión sobre el teatro, el trabajo del actor, producir una obra y esperar que la gente venga. También hablan de las redes sociales. ¿Cómo llegaron a esa temática?

A partir de cosas que nos iban pasando. Por eso decimos que es un vómito de muchas cosas que queríamos decir. Está ese juego de si el performer es un personaje, es el actor, ese doble juego de ficción y realidad porque también somos nosotros que estamos diciendo estas cosas. Queremos dejar claros algunos pensamientos que nosotros podemos llegar a tener con respecto al arte y la posición del artista. Por eso se dio de esa manera.

Fue un proceso. A veces estábamos hasta tres horas discutiendo sobre una cosa, por qué nos parecía eso, por qué debíamos decirlo o por qué no. Descartamos muchas cosas y otras fueron armando este conjunto de reflexiones.

Ustedes en la obra hablan de las redes sociales, mencionan a Facebook y los “me gusta” - “muchos 'me gusta', pocas entradas vendidas”, dicen. Eso habla bastante de la diferencia que puede haber entre una actitud pasiva frente a la computadora, dar un “me gusta”, con ir al teatro. Hay una reinvindicación del ir, del exponerse a la obra.

Tal cual. Eso entra en el contenido de la obra. El marketing que puede envolver una obra y el contenido en sí. ¿Cómo llegar al contenido de la obra si no es viéndola? Si me preguntás de qué habla la obra, más allá de la historia de este tipo y de lo que le pasa por el cuerpo, es sobre la valoración que se le da al artista en función del contenido de su obra. El nombre del artista, si ganó algún premio... eso te lleva espectadores.

El año pasado hicimos cuatro funciones en La Gringa. Teníamos otra posición a la que tenemos ahora en el Solís. Hoy estamos diciendo esto, intentando vender nuestras entradas, entonces somos también nosotros mismos los que estamos envueltos en este juego y cuando hacemos la obra también estamos riendo de o criticando nuestras propias contradicciones.

Es bueno que una propuesta así tenga lugar en el Solís.

Con nosotros se mostraron muy abiertos y estamos súper agradecidos porque se nos brindó la posibilidad de llegar a decir esto a más gente. Fue muy bueno desde el primer momento. Es una propuesta bastante atípica respecto a lo que al menos yo he consumido dentro de este teatro y en general en los teatros grandes. Es un espacio que estamos intentado aprovechar al máximo.

¿Cuáles son las reacciones respecto al desnudo total que hay en la obra? No deja de llamar la atención que solo porque haya un hombre desnudo ya sea catalogada para menores de 18 años.

Eso fue algo que pasó el año pasado. Creo que en la primera función calificaron la obra como no 18 y había tres chicas que con el mismo desnudo se pararon y se fueron.

Estamos de acuerdo con que llama la atención que solo por tratarse de un desnudo sea no 18.

¿Qué es lo que esperan provocar en quienes vayan a ver la obra? ¿Qué especulaciones han hecho?

Con respecto a la convocatoria esperamos poder decir lo que queremos decir a la mayor cantidad de gente posible. Hemos especulado mucho respecto a lo que puede pasar. Lo que nosotros decimos quizás pueda herir alguna sensibilidad. En determinado momento de la obra nos referimos a cierto mundillo intelectual y quizás ese mundillo pueda ir a ver estas funciones. Quizás pueda tener algo que decir y nosotros somos muy abiertos con eso. Bienvenido sea porque quiere decir que el juego planteado está llevando a cierto lugar que no es el del estancamiento y siempre más de lo mismo.

Un artista de la muerte

Jueves 4 y viernes 6 de agosto

20.30 horas

Sala Delmira Agustini, Teatro Solís.