Este no es un caso más de evasión de aportes. Acá se le pagó con un recibito informal a una empleada desde el despacho del Parlamento de Astori. Mientras Astori fue senador, ministro, vicepresidente, sus asesores abonaron en negro un sueldo desde su propio escritorio o en la cuenta bancaria del sector.
Hay que reconocer que el manejo del caso que hicieron los integrantes de AU le dio transparencia. Hay que agradecer tanta torpeza, con un poquito de cintura y el pago de una multa hubiera sido un caso administrativo más del BPS. Pero cuando explotó había que dar la cara. Astori no lo hizo. Ese momento, cuando Astori habló en rueda de prensa el miércoles 7, es lo peor de la historia; es la mancha más grande. Ese día el caso ya era público, estaban todos los datos arriba de la mesa, no había salida para AU. Repasemos brevemente:
- Graciela Vadivieso había contado en el programa No toquen nada que trabajaba para el legislador Jorge Orrico pero que era empleada de Asamblea Uruguay. Dijo que cobró en negro durante 20 años y que en los primeros años le pagaba Claudia Hugo, la pareja de Astori, en el despacho del entonces senador. Luego cobró en una cuenta del Banco República de AU; Valdivieso mostró los recibos de esa cuenta.
- También había hablado Orrico, al que el ministro había echado de la Presidencia del Sodre por no asumir la deuda con su secretaria ante el BPS. Orrico dijo que siempre la dinámica fue la misma: él renunciaba a la partida de secretaría que tenía como legislador, se la pasaba al sector que le pagaba a la secretaria.
- El director nacional de Trabajo, Juan Castillo, dijo que el BPS ya había decidido y que el sector era el responsable de los aportes.
Todo esto pasó antes de que hablara Astori. Todo y algo más. Su pareja Claudia Hugo, quien trabaja en su despacho y le pagó a Valdivieso varios años también, había dicho lo suyo. Lo de Claudia Hugo es un capítulo aparte; su declaración en este episodio es para encuadrar: en un solo minuto reconoció que su sector debía pagar los aportes y dio varias formas distintas de violar la normativa. Hugo dijo que el sector paga de acuerdo a lo que “ordena el legislador”, que en este caso Orrico “no autorizó” a pagarle aportes y que Valdivieso “no tuvo interés” en cobrar aportes porque la secretaria era jubilada. Y remató: “nunca el legislador nos ordenó otra cosa”. Cuatro explicaciones ilegales de por qué no pagar aportes. Todas contrarias, además, al discurso y la política laboral del gobierno. Una joya.
Con ese panorama Astori enfrentó los micrófonos, con el partido jugado, con el escándalo instalado. Era la chance de agachar la cabeza, levantar la mano y decir: mal nosotros, pedimos disculpas por el error de AU.
Pero el ministro decidió jugar a la mosqueta. Se agarró de argumentos débiles y buscó confundir con la terminología. Astori dijo que los secretarios de los legisladores “dependen” de los legisladores, que son ellos los que eligen a quién contratan, cuánto le pagan, y “a través de qué modalidad”. Lo que dice Astori quizá es cierto. Pero ese no es el problema. No importa el arreglo que tenía con Orrico. Astori y cualquiera que haya visto un recibo de sueldo alguna vez en su vida, sabe que no importa quién determina el salario ni el monto del mismo. La dependencia formal es con quien paga el salario. Y acá es claro que el salario de Valdivieso se lo pagaba Asamblea Uruguay por lo que dependía formalmente del sector.
Hay que reconocer que el cierre de este episodio fue coherente con los que hizo durante años el ministro. Astori se equivocó desde el comienzo al final. Fue tapando los errores con groserías más grandes. Pero esa actitud, en ese momento, es inaceptable. Astori es la imagen de la economía de nuestro país, es la cara visible del gobierno ante la ciudadanía para pedir que paguemos los impuestos.
El episodio es un escándalo, sí, pero no es lo más importante.
Lo grave es que Astori jugó con las palabras, intentó confundir. Y esa es la imagen final que el país deberá levantar: la máxima autoridad económica poniendo negro sobre negro en materia de tributos.
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