Ser diseñador en Uruguay: oportunidad o riesgo

Como un país que históricamente ha sido exportador de commodities, la realidad para estudiantes y egresados de carreras de diseño en Uruguay es compleja. La falta de una producción industrial masiva, la carencia de sensibilización respecto a la importancia del diseño y el riesgo latente de que sus creaciones sean copiadas son algunos de los factores que atacan la seguridad laboral del sector.

Actualizado: 20 de noviembre de 2016 —  Por: Felipe Miguel

Ser diseñador en Uruguay: oportunidad o riesgo

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Las empresas “no suelen contratar diseñadores industriales”, dijo a 180 Agustín Menini, presidente de la Cámara de Diseño de Uruguay (CDU). Los egresados de diseño industrial deben enfrentar un mercado laboral pequeño, por lo que es común que desarrollen sus propios productos, algo que se está dando mucho en el sector mobiliario, contó a 180 Daniel Bergara, director de la Escuela Universitaria de Diseño.

“Aún estamos trabajando la herramienta de sensibilización. Eso en algunos países ya está y las herramientas apuntan a otra cosa. Me refiero a que las empresas sepan que existe una palabra que se llama diseño, qué significa y si realmente lo pueden incorporar. Lleva muchos años, son cambios de idiosincrasia. Planificar antes de hacer, no es algo que se dé muy comúnmente en Uruguay”, dijo Menini.

El modelo industrial de Uruguay es reducido. A diferencia de otros países de la región y el mundo, la economía no es impulsada por industrias que trabajen con la alta transformación de materias primas. Ni siquiera lo es la celulosa, que para nuestro país representa una transformación enorme; “en el mundo es una de las menores transformaciones de madera que hay, siendo la mayor la de vender muebles de primera calidad”, contó Menini.

Añadió que hay empresas que se dedican a la parte industrial y utilizan como forma de reducción de riesgos el modelo de la copia, es decir, producen lo que el mercado demanda, sin contratar diseñadores.

La realidad de los estudiantes

La CDU define cinco grandes áreas de diseño: web y multimedia, textil y moda, interiorismo y paisajismo, gráfico y packaging, y de producto.

Daniel Bergara dijo que en la Escuela Universitaria de Diseño hay una media de 25 o 30 egresados por años en la parte de diseño de producto y el de textil y moda. Existe una restricción en la matrícula de ingreso porque no hay “presupuesto ni logística para abrir el ingreso libremente”. Actualmente, unos 240 estudiantes nuevos ingresan por año en las dos modalidades.

Bergara contó que la carencia de oportunidades laborales no es un fenómeno que afecte solamente a Uruguay, y que el diseño ha cambiado, dejando de ser algo vinculado solamente a lo industrial.

“Desde el punto de vista disciplinar abarca otras áreas como el diseño estratégico o el diseño de gestión. Ya no podemos estar pensando en el diseñador trabajando solo para la industria, también puede estar trabajando a nivel de políticas públicas, apoyando al desarrollo de la artesanía, donde la gestión y el trabajo del diseño es fundamental”, comentó.

Añadió que la vieja noción del diseñador como “hacedor de productos” va mutando y hoy se habla de hibridaciones que involucran al diseño con la resolución de problemas sociales.

Por su parte, Menini dijo que la situación tiene una realidad menos preocupante en el diseño gráfico, donde “la competitividad es más agresiva y las empresas grandes han incorporado diseñadores”, algo que también se da en entes gubernamentales e instituciones públicas.

También dijo que existen algunos factores que hacen que se esperen mejoras en el futuro. Entre ellos mencionó a algunos factores como el crecimiento de una masa crítica, propiciado por el aumento de carreras de diseño; la diversificación de la alternativas de trabajo, con la mayoría de egresados listos para lanzar sus propios emprendimientos; y la internacionalización del trabajo, considerando que pueden trabajar en línea para todo el mundo.

El respaldo de una institución

Desde hace unos pocos años, la Escuela de Diseño forma parte de la órbita de la Universidad de la República. Esa integración ayudó a brindarle otras herramientas de protección a los diseños de los estudiantes, en cuanto a la defensa de la autoría.

Bergara dijo que las políticas de protección “están cambiando en base a la experiencia acumulada”, y que se realizan acuerdos entre el emprendimiento y la institución educativa para demostrar que el ejercicio que se está haciendo pertenece al estudiante, en caso que en un futuro pueda pasar a producción.  Está establecido que si va a ser explotado ese diseño, el 50% le corresponde al estudiante, y el resto se divide entre la institución y la Comisión Sectorial de Investigación Científica (CSIC).

En el pasado, algunos estudiantes sufrieron por la falta de protocolos de protección, como el caso de Juan Nin, cuyo diseño de una provolonera que realizó en clase fue robado y comercializado a sus espaldas por una empresa.

Al respecto, Agustín Menini dijo que existen herramientas de protección para los diseñadores pero “no es común utilizarlas”. La Cámara de Diseño tiene una comisión de ética que se convoca en caso de necesidad, además de contar con un convenio macro con la Red Nacional de Propiedad Industrial. También dijo que se han visto más emprendimientos que cuentan con abogados especializados en diseño, lo que redunda en empresas más protegidas.

En octubre, la Cámara de Diseño lanzó la segunda convocatoria de Prodiseño, una herramienta del Ministerio de Industria, Energía y Minería (MIEM) que busca promover el diseño en cualquier tipo de empresa.