Es de hecho la divisa inscrita - en inglés ("another football is possible") - en lo alto de una de las tribunas del estadio de Ipurúa.
"Con poco dinero, el Eibar ha hecho muchísimas cosas" porque "tenemos mucho corazón" lanza orgulloso Juan Carlos Castañeda Aguirre, presidente de La Casa de Cantabria, lugar de encuentro de los socios.
El local está muy cerca del estadio, bajo los pilares de la autopista que atraviesa esta modesta ciudad de 27.000 habitantes, situada a medio camino entre Bilbao y San Sebastián.
Tras numerosos años en la segunda y tercera división del fútbol español, la Sociedad Deportiva Eibar inició su camino en la élite en 2014, con un presupuesto de 18 millones de euros, uno de los más bajos en un campeonato en el que reinan el Real Madrid de Cristiano Ronaldo (630 millones de presupuesto en 2016-2017) y el Barcelona de Lionel Messi (695 millones).
La pasada temporada, el presupuesto creció a los 32 millones y a los 43 este curso gracias a los derechos televisivos.
Sin embargo, cuando el sábado reciban a uno de los grandes del fútbol español, el Atlético de Madrid de Diego Simeone (15h15), el Eibar solo estará dos puestos por detrás y a cinco puntos de los Colchoneros.
Un club 'pequeño y trabajador'
"Nos tenemos que aprovechar de la situación", declaró a la AFP el entrenador, José Luis Mendilibar, alabando los valores de "este club pequeño y trabajador".
El Eibar es una anomalía lejos del fútbol-business, de las deudas gigantescas y de los montajes en paraísos fiscales revelados por los "Football Leaks".
Principios que enorgullecen a esta ciudad industrial otrora floreciente gracias a una fábrica de armas que ha dejado como legado el sobrenombre con el que se conoce a los jugadores del Eibar, "armeros".
A media hora de Eibar, en el centro de entrenamiento de Atxabalpe, cuyos muros están cubiertos por mensajes de la juventud nacionalista vasca, no hay lujos, pero en el ambiente reina el entusiasmo de los jugadores.
Es el caso del francés Florian Lejeune (25 años), llegado el pasado verano procedente del Girona (Segunda División española) donde recuperó su nivel tras varios años de dificultades.
"Eibar es un club pequeño que tiene valores. Es una verdadera familia. Enseguida te sientes como uno más, te sientes a gusto", explica el defensa, impaciente por medirse el sábado a su compatriota y estrella del Atlético de Madrid, Antoine Griezmann, con el que coincidió en la selección francesa Sub-20.
Y sobre todo, "es un club serio que está demostrando cosas buenas, que es estable y que gestiona bien el dinero".
Tolerancia cero con las deudas
El resultado más destacado del equipo armero esta temporada fue el empate a un gol en el Santiago Bernabéu contra el Real Madrid a principios de octubre (1-1).
"Ver un equipo de un pueblo como éste jugar contra el mejor equipo del mundo y empatar demuestra que otro fútbol es posible", se entusiasma Alex Aranzabal, de 42 años, y presidente de la entidad hasta el final de la pasada temporada.
"Casi todo lo que hicimos fue distinto a lo que la gente está acostumbrada en el mundo del fútbol. Lo primero que tiene que tener claro la gente es que normalmente en el fútbol la gente busca resultados a corto plazo. El modelo Eibar no es un modelo a corto plazo, es un modelo sólido que intenta hacer un proyecto muy fuerte pero que necesita su tiempo", explica el exdirigente.
Para este economista y empresario, la estabilidad financiera es la principal fuerza de un club que pertenece a sus 11.000 pequeños accionistas y que hace unos años se comprometió a no endeudarse.
Gracias a ello, pudo mantenerse en la Liga al finalizar la temporada 2015, cuando descendió deportivamente, pero conservó la plaza en la élite gracias al descenso administrativo del Elche, un club acuciado por las deudas.
"Estoy convencido que lo mismo que hicimos en Eibar se puede hacer en otros lugares de España, en Francia, en Alemania o en Inglaterra", concluye Aranzabal.
Se hace grande también en las redes sociales
El Eibar no cuenta con un gran presupuesto, pero pone en práctica brillantes ideas. Más allá de la construcción de su modelo económico-deportivo, el club vasco busca su hueco en las redes sociales para contar su "historia" de pequeño club contra los más grandes.
En 2014, puso en marcha una campaña de crowdfunding bautizada como "Defiende al Eibar" con el objetivo de recaudar 1,7 millones de euros para lograr la ampliación de capital necesaria para competir en la Liga y evitar así un descenso administrativo nada más lograr el ansiado ascenso.
El centrocampista en aquel entonces del Real Madrid, Xabi Alonso, hoy del Bayern de Múnich, fue uno de los rostros de la campaña. Alonso militó una temporada en el Eibar, en segunda división, en los inicios de su carrera.
"El Eibar era conocido sólo aquí. Construimos un 'story telling' y fuimos capaces de vender acciones del Eibar en 69 países del mundo, en China, en Rusia, en los Estados Unidos, en México, en Argentina y también en Singapur, en Kazajistán, en Israel, en Líbano", explica el expresidente del club Alex Aranzabal, ideólogo de esta operación.
"Somos un club pequeño pero sin complejos y ambicioso", sonríe Aranzabal, conocedor del interés que suscita un club pequeño compitiendo de igual a igual con gigantes del fútbol europeo, al igual que el pasaje bíblico de David contra Goliath.
En su tercera temporada consecutiva en primera división, aún no congrega a muchos periodistas en las ruedas de prensa, pero recientemente volvió a hacerse notar en las redes sociales con una simulación de evacuación del entrenador José Luis Mendilibar por un misterioso virus. Pero todo se trataba de una campaña de abonos bautizada como "el virus Eibar se propaga".
(AFP)