Invitación, desafío y metacultura

¿Qué pueden tener en común la voz lánguida de la tejana Erykah Badu, la labor del director de fotografía sueco Sven Nykvist y las pinceladas del montevideano Álvaro Pemper? La respuesta está en la colección de textos breves La intemperie, primer libro del periodista Miguel Ángel Dobrich, lanzado recientemente por Estuario Editora.

Actualizado: 22 de setiembre de 2009 —  Por: Denise Mota

Invitación, desafío y metacultura

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No hay que esperar respuestas prontas, licuadas, preparadas para consumo. La ópera prima del autor --columnista de cultura y espectáculos de este portal, del periodístico radial No toquen nada (Océano FM) y también docente— presenta desde la tapa una invitación y un desafío al lector: crear su propio universo de imágenes, cerrar el sentido a las semillas narrativas que Dobrich va esparciendo como pequeñas huellas de un mundo apenas sugerido.

Aunque esté lejos de ser autobiográfico, el proyecto refleja la multiplicidad de vivencias experimentadas por el escritor a lo largo de sus 29 años: viajes a la Antártida, a Santiago de Chile, a Florencia, impresiones, hechos cotidianos y muchas preferencias culturales. De estas fuentes nace una “especie inquietante de guión, en la que los actores escuchan una imposible banda sonora de la que gozan ilegalmente: algo verosímil y fantástico al mismo tiempo”, escribe el poeta Luis Bravo en el epílogo del libro.

“Me planteé dos ejes: la palabra como estado de la imagen y jugar con la mujer como uno de los máximos misterios”, dice Dobrich. “No me planteé trabajar nada desde un género, opté por crear historias que me permitieran crear preguntas. La lógica es de un texto breve en que se van reiterando ciertas obsesiones, como el rol y el valor de la imagen, el doble, el sueño, el proyectar fantasías.”

Los personajes, sus vidas y verdades ocultas surgen y desaparecen, y pueden entrecruzarse en distintos cuentos, pautados siempre por una manera al mismo tiempo densa y “pop” de sentir el mundo. Es decir, conformados por un crisol de referencias artísticas de la cotidianidad, bajo una lupa construida por razonamientos de autores como Roland Barthes y Arthur Schopenhauer.

Las narraciones –algunas creadas en un impulso y otras reescritas hasta 28 veces— flirtean con la poesía a veces en forma sutil, otras explícitamente. Ese género junto a los relatos, está entre las preferencias de lectura de Dobrich. No por casualidad, es Bravo quien introduce el universo del autor al lector. “Con Luis tenemos un debate ya histórico”, comenta el periodista sobre las charlas que mantiene hace tiempo con el poeta sobre el quehacer literario. “Hay un énfasis lírico en La intemperie relacionado con el uso del lenguaje y el descuido de la fábula. No fue algo snob ni pretencioso, sino que sentí la necesidad de trabajar así los textos. Supe que iba a demandar un compromiso por parte del lector.”

Así es como sus protagonistas, “personajes-ideas”, como los describe, transitan por situaciones que, aunque huyan de lo normal, no son exactamente extraordinarias. Un amor prohibido –¿un incesto?— recordado en una playa, una fiesta plagada de desconocidos y debates metafísicos, un viaje en auto de dos amigos que no se comunican.

“Trabajé más como montajista que como escritor”, clasifica Dobrich, que cuenta no haber disfrutado de escribir La intemperie. Eso no es extraño, le pasa con todo lo que expresa sobre el papel. “Escribo porque no puedo evitarlo, pero lo padezco bastante. Estoy feliz cuando veo el texto concluido”, dice. “Sumado a esto está la mega tendinitis que tengo”, comenta con humor.

Después de La intemperie, él prepara un proyecto académico vinculado al cine contemporáneo y un trabajo literario relacionado con pintura y poesía, y una novela corta que le exigirá algunos buenos meses, o años, de investigación y reflexión.

“No planteo el escribir como negocio. Con generar un par de lectores estoy más que satisfecho. Por supuesto, La intemperie está diseñado también para capturar lectores, pero lo escribí para mí”, explica el autor no solamente acerca del título que llega a las librerías como sobre los otros que planifica sumar a su bibliografía. “Me planteo con total libertad escribir sobre cosas que me inquietan. Me interesa trabajar con la palabra, darle batallas que está condenada a perder.”