En una entrevista con Brecha, Leites contó que la agresión se inició por un reclamo ante el capataz de la estancia Flor de Ceibo por la extensión de la jornada laboral. Dijo que comenzaban a trabajar a las seis de la mañana y finalizaban cuando caía el sol.
Contó que hace 20 años había trabajado en el mismo establecimiento. La realidad era otra cuando el patrón era el suegro del actual. “Daba gusto trabajar en ese establecimiento.Ahora es una ruina todo”, contó.
Dijo que “ni los perros” podían dormir en las camas que le daban. Él llegaba el lunes por la mañana a la estancia, distante 55 kilómetros de la ciudad de Salto donde vive con su familia. Y se quedaba en la estancia hasta el viernes a la noche. El patrón no lo dejaba llegar en el auto en el que se trasladaba hasta el casco de la estancia. Debía dejar el vehículo en la ruta y caminar una legua para llegar a su lugar de trabajo.
Las habitaciones tenían condiciones ruinosas y “la comida era pésima”, describió. Tuvo que limpiar y desinfectar el lugar donde dormía de lunes a viernes.
El incidente que terminó con su espalda marcada, como muestra la foto que se hizo viral, y una costilla rota, comenzó con un reclamo laboral.
“Trabajamos de sol a sol. Estás como el perrito salchicha de Estévez (el patrón). Andás atrás de él hasta cualquier hora”, contó Leites que le dijo. Ahí le reclamó por la extensión de la jornada. Entonces el capataz lo atropelló y comenzó a agredirlo con el revenque. El peón dijo que tenía un puñal de 20 centímetros y que podría haber matado a su agresor. Pero no lo hizo porque “Dios metió la mano”.
“Yo hace seis años que estoy en la Iglesia Universal. Después que conocí a Dios soy un hombre que tiene una paz que, venga lo que venga, no tengo miedo de nada, porque Dios me da esa fuerza. Dios entra primero a cualquier lado que voy. Yo no lo quería pelear. Pelean los perros, no las personas. ¿Me entiende?”, le dijo a Brecha.
Luego de la agresión del capataz llegó el dueño de la estancia que le increpó porque peleaba con “su gente”, lo persiguió con un facón y lo amenazó para que no denunciara lo sucedido.
Pasaron algunos días y su mujer, maestra de profesión, lo convenció de que hiciera la denuncia.
El peón dijo a Canal 10 que presenta la denuncia porque quiere que se haga justicia. “Como me ha pasado a mí, le ha pasado a muchos que están tapados. Hice la denuncia por mí y por los demás”, dijo.
También negó las versiones respecto a que tuviera un relacionamiento con la mujer del capataz y que ese fuera el origen real de la pelea. “Es todo chusmerío. Yo respeto desde el más chico al más grande. Y soy fiel a mi señora”, sostuvo.
“El no quería denunciar. '¡Pero cómo, mirá lo que es tu espalda!' le decía yo que no salía de mi horror. Tenía un poco de miedo, él. Y lo entiendo. Había sido amenazado de muerte. Es lindo hacerse el corajudo cuando son dos contra uno, ¿no? Y todo por defender la jornada de trabajo”, contó la esposa del peón a Brecha.
Ella contó además que sus hijos querían vengar a su padre pero ellas los tranquilizó. “Nosotros ya movimos las vías correctas”, dijo la mujer respecto a la denuncia judicial.