Diego Muñoz

Capitanes de una causa justa

Todos los grandes cambios surgen cuando alguien se harta, cuando el hastío sobrepasa los límites de lo tolerable.

Actualizado: 18 de octubre de 2017 —  Por: Diego Muñoz

A los jugadores les pasó eso. Durante años fueron gladiadores del Coliseo Romano, esclavos de un negocio multimillonario. Los dólares pasaban por sus narices mientras ellos jugaban en canchas peladas, entrenaban en lugares impresentables, se bañaban con agua fría, se cambiaban en vestuarios indignos.

Un día rompieron las cadenas. Tarde sí, pero es lo de menos. Lo importante es que lo hicieron. Y lo hicieron todos juntos. Los consagrados y los que empiezan, los que no tienen problemas económicos y los que no llegan a fin de mes, los que juegan en clubes grandes y los que juegan en clubes chicos, los de la A y los de la B. Todos #MásUnidosQueNunca decidieron ser los amos de su destino.

Le mostraron el camino los jugadores de la selección uruguaya, que en un acto de valentía pocas veces vista en la historia del deporte de nuestro país, se involucraron sin medir consecuencias. Godín, Suárez, Lugano y el resto pusieron horas de sus vidas al servicio de una causa de la que podrían desentenderse con facilidad, aunque algún iluminado se queje de que no paran en sus clubes de Europa.

Tenfield recibe de los abonados a los cables 42 millones de dólares al año. La empresa le cobra a los cables del interior y a Multiseñal y Cablevisión en Montevideo 60 dólares anuales por abonado, y todos incluyen el fútbol en su paquete básico, mientras que Montecable, TCC, Nuevo Siglo y Directv pagan 60 dólares por cada abonado que tenga el paquete Premium.

Según los datos de Ursec en Uruguay hay 700.000 abonados que reciben la señal del fútbol, por lo que el ingreso bruto de Tenfield, solo en concepto de abonados es de 42 millones de dólares al año. A eso hay que sumarle lo que la empresa recibe por su acuerdo con Vera +, la publicidad que vende en su pantalla y la estática que coloca en el campo de juego.

Y todos esos ingresos se obtienen gracias al usufructo del derecho de imagen de los jugadores del fútbol local. Sin embargo, es tal el grado de incomprensión de la mayoría de los presidentes de los clubes que mantuvieron la fecha fijada cuando todos los jugadores habían decidido parar cansados de que la directiva de la Mutual les tomara el pelo durante 10 meses.

¿Qué pasa si los futbolistas del medio local hacen como los de la selección y deciden no ceder sus derechos de imagen? ¿En serio no se han dado cuenta aún que los que pagan por los partidos lo hacen para ver a los jugadores, que el entretenimiento lo protagonizan los futbolistas? Aunque más de un dirigente cause gracia, justo es decirlo.  

Por supuesto que esto excede a Saravia y sus acólitos. El presidente de la Mutual es apenas uno de los brazos ejecutores que tiene Tenfield dentro del fútbol. Hay muchos otros, varios de ellos viejos conocidos, la gama va de Freddy Varela a Juan Pedro Damiani, y algún dirigente que se sumó en el último tiempo.

Llama la atención cómo se encontraron los caminos del presidente de Liverpool, José Luis Palma, y de la empresa. También sorprende el caluroso respaldo que le brinda a Tenfield el presidente tricolor, José Luis Rodríguez, con menos poder de decisión que su par ya que dentro de Nacional se le opone un miembro de su propia lista y el ex presidente Eduardo Ache.

Pero sin Saravia y con una directiva digna e independiente, la Mutual tendrá incidencia cuando Tenfield vaya a fondo en busca de la extensión del contrato al 2032.

¿Quién en su sano juicio puede pensar en vender un contenido de entretenimiento en 2017 hasta el 2032 a cambio de unos dólares más? ¿De qué forma se verán los partidos a mediados de la década que viene, por qué plataformas se podrán emitir, a cuánta gente llegará, cuánto valdrá ese producto? Basta pensar en cómo se miraba fútbol en 2002 y cómo se ve hoy para darse cuenta que es inimaginable el negocio de aquí a 15 años. ¿Qué importa que les aseguren un dinero ahora, si seguirá siendo migajas de una torta desconocida pero que, seguro, se la quedarán otros?

Por la última extensión de contrato firmada hasta 2025 la empresa paga un total de 46.510.167 dólares por cinco años. (Los clubes chicos reciben cada uno unos 312 mil dólares anuales, mientras que la cifra de los grandes es de 1.320.000 dólares, en tanto los clubes de la divisional B reciben en total unos 100 mil anuales). De modo que con un año de ingresos la empresa de Casal paga la extensión por cinco años que firmó con la AUF.

Como la mayoría de los dirigentes son incapaces de hacer valer a sus clubes y asegurarle dignidad a sus jugadores, fueron estos los que se plantaron. Desde que se rebelaron, la AUF recibió 3,5 millones de dólares anuales por la camiseta uruguaya cuando antes recibía 750.000, recuperó los partidos de la selección y por tanto los ingresos que se generen por ese concepto, los derechos de imagen de la camiseta Celeste y cobró tres millones de Full Play que estaba trancado en la Justicia por pedido de la directiva de la Mutual de Saravia.

Además, Tenfield triplicó el dinero que le pagaba a Peñarol y Nacional, pasó de 1,2 millones a 3,5 millones, y ya le prometió a los grandes 5 millones si le votan la extensión hasta el 2032.

Lejos de “matar al fútbol” como dicen algunos operadores, el fútbol todavía tiene esperanza de vida gracias a este movimiento. Si no, seguiría en estado vegetativo y con los buitres carroñeros haciendo de las suyas. 



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