Veinte años haciendo “lo mismo”, pero haciéndolo bien

Buitres festeja 20 años de música este sábado en el Velódromo. Uno de sus guitarristas -el más antiguo- Gustavo Parodi conversó con 180 sobre Los Estómagos, las dos décadas de música y el auge del rock. “Más allá de que te incluyan en festivales, es algo diferente. Aunque básicamente es lo mismo de hace 20 años”, comentó Parodi. “¿Cuál es el secreto? Yo que sé, si tocamos lo mismo. Musicalmente no es nada novedoso, son músicas muy simples las que tocamos. A la gente les gusta”. Y aclara: “a nosotros también”.

Actualizado: 09 de octubre de 2009 —  Por: Matilde Marti

Veinte años haciendo “lo mismo”, pero haciéndolo bien

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Entre su trabajo en la Dirección de Laboratorios Veterinarios, los ensayos, los preparativos para el sábado y Lorenzo, Parodi dice que no duerme más de cuatro horas por noche.

Lorenzo es su hijo de cinco años, que aún no está muy entusiasmado con Buitres. “Cuando lo llevo a un ensayo o a un toque, se queda jugando por ahí”. Y menos entusiasmado con la guitarra. Le gusta más la batería, que improvisa con cacerolas cuando está aburrido.

Hay días que Parodi llega muy tarde a su casa, luego de ensayar, y Lorenzo está esperándolo despierto, pronto para jugar a las cartas. Mientras tanto, Gustavo Parodi sigue “pensando en canciones”, como todo el tiempo, aclara. Y además, en el show del sábado.

Gustavo Parodi en la guitarra, Pepe Rambao en la segunda guitarra, Gabriel Peluffo en voz y armónica, Orlando Fernández en bajo y Nicolás Souto en la batería se presentan este sábado a las 21 horas en el Velódromo Municipal.

¿Cómo se para Buitres ante este show, luego de haberse tomado un descanso desde el Pilsen Rock?

No cambió nada en nosotros por no tocar durante seis meses, simplemente nos mirábamos y decíamos, “pah, qué ganas de tocar”. Me llamó la atención por parte de Gabriel (Peluffo): él fue el primero que dijo “me estoy muriendo por tocar”. Mirá vos... Tan cansado estabas...

Sin dudas que la expectativa es muy grande. Todos los días escuchás: ¿por qué no tocan? ¿cuándo vuelven a tocar? Te llenan los cataplines, pero está bueno.

Pero había que festejar los 20.

A nosotros nos gusta mucho festejar. De repente, para los cumpleaños de Los Estómagos, llamo a Gabriel y al Hueso para desearles feliz cumpleaños.

Cuadró todo. Sabíamos que íbamos a parar desde febrero o marzo y dijimos “son 20 años, vamos a volver a hacer algo grande”. Más que nada por el hecho de que la gente lo pide, sobre todo ante determinado tipo de fechas. Creo que el 17 años salió más de nosotros que de la gente. No hicimos los 15 años por ejemplo.

¿Qué implica armar un show así de grande?

Lo más complicado para nosotros es elegir repertorio. Hace unos días nos dimos cuenta que la lista era muy larga: íbamos a trabajar en base a una lista de 60 canciones y eso implica cuatro horas y pico de show. Es una locura, para vos, para la gente, para todo el mundo. Para manejarse en un espacio de tres horas,a hay que tocar unas 46, 47 canciones.

La idea es tocar tres horas, parar un par de veces unos 10 minutos. Para que la gente no se sature, porque estar tres horas escuchando a alguien, yo no lo recomiendo.

¿Y los ensayos?

Ensayar no es complicado. Solamente dos o tres canciones que no tocábamos nunca.

Pero si vos tenés la lista, vas y tocas. No es una música muy elaborada como para tener horas y horas de ensayo. No es perfección lo que vos estás dando sino otro tipo de cosa.

Por más ensayo y prueba de sonido, una vez que te subís al escenario, vos estás muy nervioso.

¿Sigue pasando eso?

Sí, sí, a todos nos pasa. Uno está extremadamente nervioso hasta la segunda, tercera canción, que es como que te acomodás. Ahí tenés una idea de cómo está sonando todo, si está todo bien. Después ya está, de ahí en más lo empezás a disfrutar, se pone bueno realmente.

El espectáculo grande tiene todo ese proceso de nerviosismo, toda esa locura que cuando salís escuchás el griterío de la gente, que está buenísimo, pero cuando la gente deja de gritar decís, “opa, ¿y ahora qué hacemos?”.

¿Cómo ves a Buitres hoy?

Estamos mejor que nunca.

El único problema que veo es que se llegó a un punto en que Buitres requiere determinado tipo de infraestructura para tocar. Ya no podés sonar mal en un club chiquito del interior. Tenés que sonar bien. La gente quiere que toques en las mismas condiciones que tocás en Montevideo. Entonces hay que hacer una movida tremenda, una inversión muy grande. Eso ha complicado a la banda en lo que son las salidas al interior.

¿Es una exigencia mutua, de la gente y de ustedes?

Claro. Porque no es justo, de repente, que hagas un buen show en Montevideo y que un tipo de Artigas vea otra cosa.

¿Cómo entra Buitres en “el auge del rock”?

Yo creo que el auge del rock va y viene, está dos meses, se cae... La gracia de la banda es que, aunque te inserten en todo eso, vas por fuera, hacés tu carrera solo. Hace 20 años que el camino nos lo armamos nosotros.

Una persona de Tacuarembó me decía que se acordaba que en el año 91 nos vio llegar en un camión todo roto, bajar los equipos, armarlos en una plaza y tocar. Le digo, sí, claro: esa era la única manera de salir a conquistar el país. Teníamos que hacer seis horas de camión a 70 kilómetros por hora, bajar las cosas, armarlas, tocar, desarmar, cargarlas y volver durmiendo en la caja del camión.

Su manager, Claudio Picerno, manifestó hace un tiempo que Buitres nunca estuvo de moda. ¿Estás de acuerdo?

El único momento en que nos pasaron en la radio todo el tiempo fue cuando grabamos el Cadillac. Pero nunca fuimos una banda de moda. Tampoco lo buscamos.

Yo siempre digo, esto va así (apoya el dedo índice sobre la mesa y lo mueve en forma de zigzag) y vos vas acá (dibuja una línea recta imaginaria con el mismo dedo, debajo de la anterior).

Más allá de que te incluyan en festivales, etc., no es que no tengas nada que ver con el resto; es algo diferente. Aunque básicamente es lo mismo de hace 20 años. ¿Cuál es el secreto? Yo que sé, si tocamos lo mismo. Musicalmente no es nada novedoso, son músicas muy simples las que tocamos. A la gente les gusta.

En ese contexto de que la musicalidad de Buitres se ha mantenido, ¿cómo entra la segunda guitarra?

A mí toda la vida me encantaron las bandas con dos guitarras. Incluso lo sugerí en 1991, cuando grabamos La Bruja.

Yo sigo diciendo que aún no le sacamos el jugo a las dos guitarras. Porque el disco “Canción de cuna para vidas en jauría” se grabó muy rápido. También fue un poco de culpa mía, que quería hacer un disco en dos meses.

Creo que en el próximo disco tenemos que apostar a que esas guitarras marquen el disco.

Buitres ya está pensando en sacar un nuevo disco, el número 14 en la historia de la banda. Parodi cree que el tiempo ideal para editar es “cada dos años, no más de tres: porque es el tiempo en el cual vos digerís un disco”. También están pensando en una gira por el interior.

¿Cómo es Pepe Rambao en la guitarra?

El Pepe es guitarrista, tocó el bajo porque era lo que había para tocar. Cuando empezó a tocar con nosotros fue porque el Hueso se enfermó para un Montevideo Rock: corrimos a la casa del Pepe y le dijimos “vas a tocar en el Montevideo Rock”. Y agarró el bajo. Pero vos vas a la casa y Pepe está tocando jazz.

Pepe a nosotros nos decía que tocábamos basura: “son unos fantasmas”.

¿Considerás que Buitres es un referente musical hoy en día?

Llega un momento en que te convertís en algo clásico, eso nosotros lo sabemos. Hay gente que ha formado bandas gracias a Buitres: eso por un lado te enorgullece, pero también te da para pensar. ¿Qué pasa pasa si un día la banda no juega más?

De la misma manera que vos vas a extrañar tocar, la gente te va a extrañar a vos. Hay gente que creció escuchando Buitres, conoció a su mujer, se casó, tuvo hijos, dejó de ir a ver a la banda y volvió cuando el hijo tuvo siete u ocho años.

¿Pero Buitres busca mantener ese público, no perderlos, o busca, como dice Peluffo, reclutar gente?

Vos no salís directamente a reclutar gente desde el momento en que vos escribís para tu persona.

A veces reclaman por qué no escribís más canciones que hablen de lo que está pasando socialmente, como en Los Estómagos. Es que vos escribís sobre tu vida y lo que sentís a los cuarenta y pico de años: la realidad es que esa letra que estás escribiendo, no apunta a un tipo de 14 o 15. Sin embargo, sigue sumando gente de esa edad y no creo que sea por las canciones viejas.

Todos los shows del año pasado en el interior fueron para gurises desde siete años hasta tipos de cincuenta y pico. Fue muy raro. Ahí es cuando te das cuenta de todo lo que hay atrás de esto.

¿Qué es lo que hay atrás?

Que sos un tipo totalmente normal, a eso me refiero. Sos una banda de tipos normales que -afortunada o lamentablemente- tenemos nuestras vidas privadas, tus laburos, tus cosas, pero además de eso tenés una banda que es referente dentro de la música popular de este país.

Yo no sé si esa gente que te va a ver a algún lado sabe que vos te levantaste a las siete de la mañana y tuviste un día bueno o malo en el laburo, o te pasó algo en tu casa, o no llegaste a pagar las cuentas. Que a vos te está pasando lo mismo que a él. Pero te empezás a dar cuenta que en el fondo, la mayoría de la gente empieza entender.

Parodi hace 17 años que trabaja en la Dirección de Laboratorios Veterinarios, donde se controlan todos los productos zooterápicos de veterinaria. “Yo ando todo el día de túnica”, se ríe. Cuenta que sale a las cuatro de la tarde y va a Pando, donde siempre vivió. “Llevar a Lorenzo a piscina, volver a Montevideo a hacer vueltas de la banda, ensayar y llegás a tu casa a las tres de la mañana”. Parodi duerme entre tres y cuatro horas por día, pero no se queja. “Es lo que yo elegí. Perfectamente yo podría dejar mi trabajo, pero no quiero. Me gusta la parte de mi vida donde estoy por fuera de todo esto, con gente normal que le importa un carajo si vos sos de Buitres. Se ríen más de lo que te festejan”.

¿Cómo es la vida dentro de la banda? ¿Cuánto pesan las relaciones entre ustedes para llegar a los 20 años de música?

Los Estómagos se separaron con unos cinco años de vida. A nosotros nos pareció que era un montón.

Los Buitres se armaron con la idea de divertirse, capaz que dura un año, dos. Cuando querés acordar pasan cinco años, “mirá, duramos el mismo tiempo que Los Estómagos”.

No hay secreto. No sé si la palabra es llevarse bien con la otra persona, pero sí encajar. Somos tipos que discutimos y nos peleamos mucho. A la larga te terminás dando cuenta que así es como funciona. Y te tiene que gustar lo que hacés, porque si vos un día te levantás y no tenés ganas de ir al ensayo, ahí comienza el fin de la historia.

Pero cuando arrancaron era un poco para divertirse, para sacarse el peso que significaba ser Los Estómagos.

Totalmente, esa era la idea. Después de Los Estómagos, yo quería seguir tocando, Marcelo también. Con el Pepe veníamos ensayando hace tiempo. Al mes, mes y medio de haber armado el proyecto de los Buitres, el Pepe le dijo a Gabriel si quería cantar.

No fue nada armado. Se había terminado todo y simplemente se dio. La idea era hacer una banda con la cual podamos ir a cualquier boliche a tocar por la cerveza.

¿Y cuándo se dan cuenta de que se habían convertido, de nuevo, en una banda referente?

Cuando grabamos Maraviya. Ahí toda esa onda de “no quiero compromisos”, se fue al carajo otra vez. Cuando tocabas en el interior, te iba a ver un montón de gente, y otra vez tenés la responsabilidad de hacer buenas letras, buenos discos. Pero no con ese peso social que tenían Los Estómagos.

Los Estómagos dijeron lo que tenían que decir en el momento justo. Y no sería honesto de parte nuestra mantener algo, como las letras, por el simple hecho de que funcionara.

Conocimos tipos en el interior que agarraban los casetes que había en la casa, los borraban y, encima, grababan Buitres. Después los repartían por todo Salto, a los liceales, para que nos escucharan y nos conocieran. “Escuchate esto, si no te gusta tiralo”. Y ahí dijimos: esto se está poniendo bueno.