Cuando De Piero empezó no se vivía de la pesca. El problema no era la cantidad que conseguía, sino todo lo contrario. “Se vendía un poco, otro poco se llevaba para la casa; otros la cambiaban por carne, pero había mucha cantidad y no había mantención del pescado por freezer o hielo”, dijo De Piero a No toquen nada.
Se envolvía los pescados en arpillera mojada y en la tarde se tiraba lo que no comía, porque no estaba en condiciones. “Una barra de hielo era más cara que el pescado”, recuerda De Piero.
La actualidad presenta un panorama diferente. La cantidad mermó, la contaminación creció y el futuro de la pesca artesanal es incierto. “El mes pasado y este mes hubo muy poca captura, pero muy poca. No hay pescado en comparación con lo que había antes. Llegamos a pescar con un alfiler de gancho y un pedazo de carne; ahora hacés eso y podés pasar meses sin pescar nada”, indicó.
La razones son variadas. Una de ellas puede ser la tecnología, porque la pesca industrial llega a lugares que antes eran inaccesibles “por bancos de arena o cuestiones variadas, ahora lo ves con un GPS y vas con los ojos vendados a pescar”, agregó.
Además, De Piero destacó que hay una contaminación “impresionante” de bolsas de nylon y mugre. “Hay que verlo para darse cuenta. Son miles y miles de bolsas de nylon, pañales, de todo. Hoy salieron una cantidad de bolsas impresionante”.
Ante este panorama, el futuro de la pesca es incierto. “No sé si voy a vivir para verlo pero en una conversación con el ex director de Dinara, Andrés Gilardoni, me dijo que los pescadores artesanales vamos a ser “los pastores de los pescados, porque se viene la piscicultura, las granjas acuáticas. Puede ser, el futuro lo dirá, las cosas cambian y hay muchas cosas que no son como nosotros queremos”.