Falta de voluntad política demora el voto electrónico en el Parlamento

El Parlamento uruguayo instaló en 2013 un sistema de votación electrónica. Cinco años después aún no funciona, entre otras cosas, por falta de voluntad política. Muchos de quienes votan no quieren ser controlados en su asistencia a sala.

Actualizado: 08 de mayo de 2018 —  Por: José Benítez

Falta de voluntad política demora el voto electrónico en el Parlamento

Adhoc ©Javier Calvelo

Cada vez que se vota algo en cámara se escucha (y se ve) a un par de señores parados atrás del presidente de la Cámara que suman -a ojo- las manos alzadas. Luego le murmuran al presidente de Diputados el resultado

En el audio, el actual presidente de la Cámara de Diputados, Jorge Gandini, le pregunta a uno de los contadores de votos: “¿Estás seguro?”

Así se cuenta en sala, dos funcionarios de la Cámara tienen como tarea contar las manos alzadas de legisladores.

Lo insólito es que desde hace cinco años tienen delante de ellos un sistema y el aparato está ahí, inutilizado.

La historia

En marzo de 2013 el presidente de la Cámara de Diputados de ese año, el colorado Germán Cardoso, realizó una licitación pública para la compra de equipamientos de la sala.

La mayor parte de la licitación estaba destinada a la renovación del sistema de audio de la Cámara: 225 micrófonos, 189 parlantes, y todo lo necesario para su instalación. Además, exigía que la base de los micrófonos tuviese un lector de huellas dactilares y un sistema de visualización de la votación electrónica, es decir una pantalla gigante para ver los votos en sala.

Aquella licitación tuvo el problema de que exigía aspectos técnicos del audio pero no tenía exigencias técnicas del sistema de voto electrónico.

La licitación se adjudicó en setiembre y tuvo un costo total de 370.000 dólares, según la resolución.

Así lo anunció Cardoso a la prensa el 20 de setiembre de 2013, cuando adjudicaron la licitación:

Un punto que manejó Cardoso es clave: el voto electrónico da más transparencia. Se sabe quién vota cada ley, quién está en sala, quién deja siempre a los suplentes.

La asistencia a sala es un punto a tener en cuenta en esta historia: ahí incide más la falta de voluntad que el software.

Software y la transparencia

Luego de la instalación del sistema, el voto electrónico solo se utilizó para una sesión de pruebas en febrero del 2014, días antes que Cardoso abandonara la Presidencia de la Cámara.

Pasaron cinco años y cinco presidentes de Diputados: Aníbal Pereira en 2014, Alejandro Sánchez en 2015, Gerardo Amarilla en 2016, José Carlos Mahía en 2017 y la actual presidencia la ocupa Jorge Gandini.

No toquen nada habló con ellos para intentar saber qué pasó.

Germán Cardoso sostiene que el sistema que contrató tiene las características necesarias para que el voto electrónico funcione.

Con la excepción de Cardoso, el resto de los presidentes de la Cámara de Diputados con los que habló No toquen nada manifestó que el sistema tiene un problema clave: el software no se adapta al reglamento de la Cámara.

El problema más notorio es que está diseñado para votar por la afirmativa, la negativa y las abstenciones, cuando en Uruguay el Parlamento vota solo por la afirmativa.

El diputado del Partido Nacional Gerardo Amarilla dijo que no se tuvo en cuenta el tema de cómo se vota en Diputados a la hora de la compra.

Alejandro Sánchez, del Frente Amplio, dijo que buscó soluciones a través de una negociación con la empresa proveedora pero que fracasó. Detalló que el problema fue que el software que se compró en la gestión de Cardoso no se puede modificar.

Además de no adaptarse al reglamento y de tener código cerrado, en algunas de las pruebas el sistema de reconocimiento de huella dactilar colapsó, por lo que se tuvo que pasar a un sistema de tarjetas de identificación.

Así lo recuerda el diputado del Frente Amplio José Carlos Mahía.

Otro problema: la asistencia

Hoy existen dos modalidades de voto: el común (a mano alzada) y el nominal (uno por uno). En la gran mayoría de votaciones el voto es común, es muy raro que en Diputados algún legislador solicite una votación nominal. Por lo tanto, de casi todas las votaciones queda un registro de los que votaron afirmativamente y los presentes en sala (el resultado de la votación es: “tantos afirmativos en tantos presentes”).

Pero no queda en ningún lado un registro de los nombres de los diputados que votaron, los que no, ni siquiera se sabe los que estaban en sala en el momento de la votación.

En muchos casos en que los partidos votan divididos, o que no se argumenta el voto, no se puede saber quién votó qué, salvo una rápida constatación visual que por lo general no resulta muy precisa.

Con el voto electrónico en funcionamiento toda esta información estaría, no solo en una pantalla en sala, sino que además constaría en la versión taquigráfica.

En este punto aparecen diferencias entre los expresidentes.

El diputado Gerardo Amarilla dijo que no percibe un aporte del voto electrónico por encima del trabajo que hacen los funcionarios del Parlamento.

Para el diputado Sánchez, sin embargo, hay muchos legisladores que no están de acuerdo con estos controles.

Por ejemplo, en la sesión del 13 de setiembre de 2017 en los registros de asistencias de la Cámara de Diputados figura que asistieron 99 de los 99 diputados convocados. Sin embargo, al repasar la sesión se ve que en todas las votaciones los diputados presentes fueron entre 58 y 65.

Esto quiere decir que aproximadamente un tercio de la Cámara marcó su asistencia pero no estuvo en la sesión.

Esos legisladores figuraban como trabajando, pero no estaban cuando se votó. Esto pasa todo el tiempo. Y acá el problema del voto electrónico es la transparencia que otorgaría y no tanto el software.

Si el problema es el software la pregunta es por qué no lo cambian, o compran otro

No toquen nada consultó a fuentes de la Cámara de Diputados que estiman que el costo de las modificaciones del software para hacerlo funcional en unos 60.000 dólares, pero tampoco tienen garantías que quede bien.

El Instituto de Computación de la Facultad de Ingeniería tiene firmado un convenio con el Poder Legislativo desde 2011. Este convenio posibilitó que la Facultad asesorara al Parlamento en la renovación de la página web y a mejorar la red interna del Palacio Legislativo y el Anexo.

Pero el Instituto de Computación no recibió ningún planteo formal por parte de la Cámara de Diputados respecto al voto electrónico.

Solucionar el tema tendría un costo de 60 mil dólares, pero no parece haber voluntad. Y para la mayoría de los legisladores que fueron presidentes de la cámara la instalación del voto electrónico es un tema de voluntad política.

Así se lo dijeron a No toquen nada Cardoso, Mahía y Sánchez.