Diego Muñoz

Veinte años de miserias

Algunos presidentes de clubes del fútbol local están empecinados en avanzar hacia el abismo. Y lo peor es que, varios, parecen desearlo con tal de no ceder un poco de terreno a otros actores del fútbol que hasta ahora han sido marginados de la toma de decisiones de forma sistemática. Para eso juegan con fuego y se niegan a aceptar la realidad.

Actualizado: 20 de noviembre de 2018 —  Por: Diego Muñoz

Si no hay un estatuto aprobado y que además tenga el aval de FIFA, el 2 de diciembre se suspende la afiliación de la AUF. Y las consecuencias son terribles. Uruguay deja de ser miembro de FIFA y eso implica que ningún equipo jugará copas internacionales, que la selección quedará fuera de toda competencia, que se suspenderán los programas de ayuda, que cualquier jugador puede quedar libre con un mero trámite. En su web la FIFA aclara que las demás federaciones del mundo tienen prohibido tener contacto con las suspendidas, es decir que no se puede jugar ni amistosos con equipos del exterior o selecciones y que los clubes uruguayos que hayan vendido futbolistas a clubes extranjeros no podrán recibir el dinero correspondiente.

Sin embargo, nada parece importar.

La última jugada de los clubes para trancar todo fue el jueves 15 de noviembre al mediodía, cuando llamaron a Pedro Bordaberry, presidente de la comisión normalizadora de la AUF, para comunicarle que finalmente no aceptaban lo que horas antes habían aceptado.  

Bordaberry no entendía nada. La noche anterior se había llegado a un acuerdo para votar el estatuto aprobado por FIFA y Conmebol. Todos cedían una parte y se arreglaba el problema. Pero algo sucedió y la opinión de los clubes cambió de manera radical. El argumento fue que no estaban de acuerdo con que el fútbol amateur y OFI recibieran los mismos votos y tampoco con que los jugadores tuvieran un lugar en el Ejecutivo.

En la tarde de ese mismo jueves los clubes del TAS y Nacional, con su presidente José Luis Rodríguez a la cabeza, presentaron otro proyecto de estatuto.

Entre los dos estatutos hay diferencias significativas:

-En el estatuto elaborado por FIFA y Conmebol el voto es secreto. En el que presentaron los clubes se vota a mano alzada.

La diferencia es obvia: el voto secreto protege de las presiones externas y no expone a los dirigentes si eligen algo que no le guste al grupo económico con mayor poder del fútbol uruguayo.

-Otra diferencia es el número de integrantes del congreso. En el estatuto de FIFA y Conmebol hay 16 votos para la A, seis para la B, uno para la C, cinco para OFI, uno para el fútbol sala, uno para el fútbol femenino, cinco para los futbolistas, uno para los árbitros y uno para los entrenadores. En el de los clubes hay 32 votos para los clubes de Primera, 14 para la B, ocho para la C, ocho para OFI, dos para fútbol sala, dos para fútbol femenino, cuatro para los futbolistas, cuatro para los entrenadores y cuatro para los árbitros. 

Entre la A, la B y la C los clubes suman 54 votos. Los jugadores tienen cuatro. En este desbalance hay además una trampa agregada: Con 2/3 de los votos del congreso se puede cambiar el estatuto. A esa cifra se llega con los votos de los clubes de la A, la B y la C.

-FIFA prevé un Ejecutivo con siete integrantes. Uno de ellos representa a los clubes, otro al fútbol amateur y otro a los jugadores. Los otros cuatro los elige el congreso. Los clubes quieren que el Ejecutivo se mantenga con cinco miembros, todos ellos elegidos en el congreso donde los clubes tienen amplia mayoría.

-FIFA y Conmebol plantean crear una comisión de contralor y transparencia y conflicto de interés integrada por un representante de los clubes, otro del fútbol amateur y otro de los futbolistas. Los clubes aceptan la comisión pero proponen que los miembros lo designe el congreso en proporción a los votos, lo que le asegura que ellos mismos sean controladores y controlados.  

Desde que la comisión normalizadora empezó a trabajar los 10 clubes no hacen más que poner piedras en el camino. No es llamativo. Es lo que vienen haciendo desde hace años, cuando la FIFA avisó que había que aprobar un nuevo estatuto. En el último tiempo se sumó José Luis Rodríguez, a quien no le alcanzó con el caos que generó en Nacional y, antes de irse del fútbol, está decidido a generar otro más fuera de su club.

Rodríguez comparte cartel con, por ejemplo, Yamandú Costa, presidente de Juventud, Raúl Rodríguez, de Racing, y Alfredo Jaureguiverry, de Cerro.

En las últimas horas Costa mandó una arenga al grupo de WhatsApp de los clubes que se niegan a votar el estatuto de FIFA. En una parte del texto pide: “No perder el objetivo y tener claro, que de aquí al 30 nos jugamos una GRAN FINAL. Es AHORA. Debemos poner toda la carne en el asador y trancar, son los estatutos consensuados por la Mayoría del Fútbol Uruguayo o Nada. Si no hay estatuto los responsables son ellos”.

Siendo presidente de Juventud, Costa embargó a su nombre la sede del club que preside y hace un año el zaguero Damián Macaluso, al rescindir contrato con el club, calificó las actitudes de Costa como las de “un dictador”. “Tres veces a la semana te bañás con agua fría, no había pelotas, faltaban camisetas. Pero ese no es el problema. El tema es la postura de dictador. No solo te debe plata sino que encima te trata mal”, afirmó el jugador en 180. Costa responde fervientemente a Casal.

El presidente de Racing es quien planteó vender el Complejo Celeste y repartir la plata entre los clubes. También fue denunciado de manera reiterada por varios socios de no cumplir los estatutos del club. Es uno de los brazos ejecutores de Tenfield en la AUF.

Jaureguiverry perdió las elecciones de Cerro pero igual fue investido presidente. Literalmente, lo logró a los golpes. Es que en el mismo momento en el que se conocieron los resultados, hinchas vinculados a Jarueguiverry atacaron y golpearon a Walter Píriz, que había ganado. Ante esta agresión y luego de concurrir a un sanatorio para realizarse un chequeo, Píriz decidió no asumir. Su lugar iba a ser ocupado por Andrés Pérez, quien lo acompañó en la fórmula. Sin embargo Pérez también se arrepintió. Esa misma noche, contradiciendo la voluntad de los socios, Jaureguiverry quedó como presidente. El sponsor principal de la camiseta de Cerro: Gol TV.

Con esa clase de dirigentes se juntaron otros bastante más respetables y, tal vez, principistas, que aún cuando tengan mejores antecedentes e intenciones, pusieron al fútbol en un problemón. Con el argumento de que el asunto no es jurídico sino político no se dieron cuenta de con quiénes se estaban abrazando. De algún dirigente, sin embargo, todavía se puede esperar sensatez. Danubio por ejemplo pondrá la votación en manos de sus socios. Ellos serán quienes digan qué estatuto se vota. Lo mismo debería hacer Daniel Jablonka en Defensor. Habría que suponer que el presidente violeta no tiene miedo que sus socios lo desaprueben. Su actuación en esta historia puede tener un fuerte espaldarazo si los socios avalan lo que ha hecho en todo este tiempo.

Wanderers y River también están a tiempo de considerar la posibilidad. En Liverpool ya se sabe que manda José Luis Palma. Lo que él quiera se hará. 

Varios presidentes y algunos operadores con micrófono insisten con que FIFA quiere imponer el nuevo estatuto. Y el infantil argumento no deja de sorprender. Guste o no, es la entidad que rige el fútbol mundial y quien establece los reglamentos. Eso sin contar que hace años que lo pide y que los clubes patean el tema para adelante. Ahora llegó el deadline.

Es curioso además como los clubes no se ponen colorados al hablar de intervención o imposición. Hace 20 años la AUF está intervenida y las cosas que quiere Tenfield se hacen por la fuerza. Ganó una propuesta por los derechos de TV de 50 millones y no una de 82 millones, se aprobaron extensiones a espaldas de los clubes, sacaron a un presidente como Sebastián Bauza porque pretendía una Asociación independiente. La última muestra del grado de compromiso que tienen los clubes con Tenfield y Casal es la votación entre la propuesta de Nike y la de Tenfield-Puma. Cinco veces más alta era la de Nike. ¿Y saben qué? Nueve clubes eligieron la de Tenfield. Son los mismos clubes que después dicen que no tienen dinero, los que se quejan por los magros ingresos.

Hace 20 años que los clubes ni mandan, ni deciden. ¿Alguien puede pensar que si en el congreso hay 54 votos para los clubes y cuatro para los jugadores se podrá terminar con la dependencia?

La comisión normalizadora ya decidió que si el estatuto de FIFA no se aprueba el 30 de noviembre enviará al personal al seguro de paro, revisará los contratos vigentes, reorganizará la AUF en dos áreas: deportiva y administrativa y encargará al gerente deportivo, Eduardo Belza, un plan de necesidades y prioridades.

El asunto es sencillo. La mayoría de los clubes no quiere ceder poder y, sobre todo, le debe dinero y/o favores a Tenfield. Y la empresa no quiere saber nada con el nuevo estatuto. Entonces, desesperada, pone en práctica todos sus modos y recurre a todos sus operadores. En la AUF y fuera de ella. Como desde hace 20 años. En su lógica resulta entendible: Habrá más voces, más votos, leyes de transparencia, controles, mayor independencia, menos oscurantismo, será más difícil llevarse a todo el mundo de pesado y deberán convivir con gente que de verdad quiere un fútbol mejor. Y eso les pone los pelos de punta. 



Las opiniones vertidas en las columnas son responsabilidad de los autores y no reflejan necesariamente posiciones del Portal 180.