González mencionó la importancia de la inclusión del humano –y en especial, de los riolplatenses- en el entorno acuático, al estar “rodeados de espejos de agua, sean arroyos, ríos o el mar.
En entrevista en No toquen nada de DelSol 99.5, el pionero del surf dijo que “somos hijos de una generación no acuática”, problema que nació porque “nuestros antepasados en las primeras colonias uruguayas eran campesinos italianos y españoles que conocían el campo pero no eran navegantes”. Contó que en los orígenes del surf en Hawaii se jugaba con las olas y tenían una aproximación ritualística hacia el mar, por religión y porque les daba placer el juego.
González, que lleva adelante una “escuelita del mar”, dijo que esa institución busca “transmitirle a los jóvenes y niños la importancia que tiene acercarse al mar y el placer que puede dar”, entendiendo que tiene un rol terapéutico que sirve para dejar atrás los sinsabores de la vida en la ciudad.
Para el experto, los uruguayos no sabemos sobre el mar, y como muestra bastan la cantidad de tragedias que han ocurrido en nuestras aguas. Dijo que el sistema educativo prioriza las ciencias duras ante las humanidades, descuidándose lo emocional que se transmite a través de las artes, el deporte y el juego. “La matemática nunca nos va a enseñar a amar. La preocupación que tenemos que tener por el otro no te lo da la ciencia. El deporte, el juego o, en este caso, el surfing, transmite ese vínculo, esa emoción que tenés con el compañero. Todo surfista tiene que ser un guardavidas, ve a alguien en un apremio y tiene que ir con la tabla a socorrerlo; va porque sabe lo que implica estar en el mar”, comentó.
En referencia a las condiciones del mar que se aprenden al observarlo y a través del surfing, dijo que se aprende que todo el volumen de agua que entra con el oleaje tiene que salir, y lo hace a través de corrientes de retorno. En la jerga del surf, les llaman chupones y son los corredores, las “escaleras mecánicas” que los llevan al lugar donde van a poder surfar sobre una ola.
“Eso a los niños de la escuelita se lo explicamos, les enseñamos a leer la playa. Les decimos que miren, que identifiquen dónde está el chupón ese día, y ellos lo señalan. Nos bañamos en un lugar y les preguntamos si tira para adentro; si lo hace, les decimos que ahí no hay que bañarse. Es parte de lo que hablamos de la cultura del agua, que no la tenemos”, explicó González; que se refirió también al peligro de no tener estos conocimientos y que las playas estén llenas en todo el país.