Ana Silva y Bettina Tassino, doctoras en Ciencias Biológicas, y los estudiantes de grado de la licenciatura en Ciencias Biológicas Sofía Bausero y Ary Mailhos, hablaron en No toquen nada sobre su pasaje en enero por la Escuela de Verano de Introducción a la Investigación Antártica (EVIIA).
La escuela tiene como objetivo inspirar a estudiantes jóvenes para que se sumen a investigar temas antárticos y desarrollen luego su formación en posgrados en esos asuntos. Es una iniciativa de la Facultad de Ciencias con apoyo del Instituto Antártico Uruguayo, y Uruguay es el único país del mundo que lleva a estudiantes de grado a esa instancia.
Bausero, estudiante avanzada de la Licenciatura en Ciencias Biológicas, integró el equipo de invertebrados polares junto a otros tres compañeros.
"Hay una especie invasora, un insecto que se encuentra en las inmediaciones de las bases, y fuimos a monitorearlas. No es autóctona y por algún motivo del ser humano llegó a las bases y se instaló. También hicimos relevamiento de otros insectos nativos de la Antártida y trabajamos con moluscos que se encuentran en la orilla de las islas y la península", explicó.
Mailhos integró el equipo de ecosistemas antáritcos. "Nosotros nos centramos en estudiar los patrones de distribución de diferentes nutrientes en sistemas acuáticos cerca de la base y ver cómo eso puede llegar a influenciar la vegetación que se desarrolla en su alrededor", señaló el joven.
Ambos estudiantes, que tienen menos de 23 años, participaron de la tercera edición de la Escuela. Las dos anteriores fueron en 2014 y 2016 gracias a una iniciativa de la Facultad de Ciencias y el Instituto Antártico.
El objetivo es promover la investigación científica en temas antárticos. "La Antártida es un laboratorio natural, la participación de Uruguay en el Tratado Antártico exige que se realice ciencia de calidad pero para eso es necesario generar recursos humanos que estén dispuestos a trabajar en esas condiciones tan particulares. La escuela quiere inspirar, motivar a jóvenes investigadores, a estudiantes, que están cursando sus licenciaturas", dijo Ana Silva.
"Es una idea muy ingeniosa y linda, es innovadora inspiradora y que puede tener frutos importantes. Lo vemos en el entusiasmo motivación y energía positiva que tienen los estudiantes cuando estan haciendolo y vuelven y quieren contar su experiencia", agregó.
Mailhos dijo que los días "fueron bastante intensos" y "siempre que el clima daba la posibilidad" salían a explorar.
Bausero contó que caminaron "aproximadamente 70 kilómetros en 10 días, sobre una especia de balastro, nieve, hielo, y con el equipo de frío".
"Amanecíamos temprano a las 7 de la mañana, desayunábamos con todo el equipo de trabajo, solíamos tener una salida de campo, luego almorzábamos y otra salida de campo o laboratorio. Otros días fueron de intercambio con otras bases, como la china, la chilena y la rusa. Además ellos vinieron a nuestras bases, eso fue súper nutritivo", contó.
Mailho dijo que "salir al campo y ver todo, un ecosistema completamente diferente a lo que uno ve acá, cada aspecto de lo que hay ahí es algo nuevo, te llama la atención y querés ver cómo es y estudiarlo".
"Estás maravillado todo el tiempo, es como estar metido en un laboratorio gigante", señaló el estudiante.
"El cansancio no lo sentía porque era tanta la motivación que teníamos...", dijo Bausero.