Los territorios de Rossana Taddei se juntan en La Trastienda

Rossana Taddei vuelve a presentar Cuerpo Eléctrico en Montevideo y habla de lo que fue su viaje en barco cuando volvió de Suiza a vivir a Uruguay, cuenta por qué se mudó hace años a El Fortín de Santa Rosa y del duo musical permanente con su pareja, Gustavo Etchenique.

Actualizado: 23 de mayo de 2019 —  Por: Redacción 180

Los territorios de Rossana Taddei se juntan en La Trastienda

Rossana Taddei (©Javier Calvelo/ adhocFOTOS)

“Un trabajo divino”. Rossana Taddei no escatima en adjetivos positivos para valorar estos meses de rodaje con su último disco, Cuerpo Eléctrico.

Lo presentó el año pasado en el Auditorio del Sodre y ahora vuelve a tocarlo pero en La Trastienda. 

Luego de aquella presentación, viajó a Europa donde permanentemente toca. Vivió su infancia en Ticino, Suiza, y una buena parte de su carrera se ha desarrollado en ese país y en Italia. Tanto que ella habla de una “doble vida”.

“Los dos públicos reciben parte de los dos lugares que son mis dos territorios en el planeta. Son mis casas y están dentro de mi música”, le contó a 180.

Antes de su presentación en La Trastienda este viernes 24, Rossana habló con 180.

Vos tenés una voz muy contundente, jugás mucho con las escalas, tenés mucha amplitud. ¿Cómo la cuidás? ¿Cuál es tu relación en el día a día con tu principal instrumento?

Soy bastante inconsciente, nunca reparé en tantos cuidados. Veo que hay otros cantantes que tienen como una obsesión. Me parece que ese cuidado es más del perfil del músico lírico que sí requiere que su voz esté en el mejor lugar para la función. En el rubro nuestro y en mi género, que es desgenerado porque es muy móvil, si estoy un poco disfónica lo puedo hacer igual.

Igual, siempre fui muy atenta al trabajo en cuanto a la técnica. Estudiar con el piano, las vocalizaciones. Es una gimnasia y tengo un perfil como para repetir rutinas. Eso te permite que el instrumento esté siempre tonificado, ágil, que no se te pierda en el tono ni en el timbre. Entonces, sucede desde ese lugar, desde el juego y desde la técnica.

Hace unos años vivís en El Fortín de Santa Rosa. ¿Por qué te fuiste de la ciudad?

El tema está en eso de las dos casas. El lugar donde me crié en Suiza es un pueblito, donde nunca hay nadie en la calle: bosque, escuela, campana de la iglesia y beee, la oveja... Ese fue mi mundo sonoro hasta los 12 años. En 1981, llegué en un barco al Puerto de Montevideo, en el “Enrico C” que creo que no existe más.

¿Cómo era eso? Veniste desde Europa en un transatlántico...

Era un barco espectacular, no sé si como un crucero, no sé si había casino. Había un restaurante, una orquesta que tocaba todas las tardes y la gente iba y bailaba. De mañana tenías el desayuno, se te movía todo. Eran 15 días de viaje.

Mi hermano, mi mamá, mi papá, la perra Titina que era una salchicha, y yo en un camarote de cuatro cuchetas. La perra iba en otro lugar pero siempre se escapaba. Siempre nos llamaban del hall, siempre estaba la voz que decía “familia Taddei la perra Titina está en el hall”. Después la encanutamos en el camarote con nosotros.

Entonces llegaste y recordabas aquello más pueblerino.

Claro, nunca me adapté a la ciudad. Capaz que a la persona que nace en la ciudad le cuesta ir al campo. Ve una araña y le da un infarto. Yo estoy ahí con las arañas, la tarantulita. La paso bárbaro con todos los bichitos. El sonido de los grillos... te cambia. El médano, el bosque... me gusta.

¿Cómo creés que impacta ese gusto e interés por la naturaleza y su conservación en tu música?

Están unidos porque en el crear una obra estás transitando lo que pensás, lo que sentís, tus ideas y tu interacción con el entorno. La gran fuente de inspiración para mí, además de las personas, son los animales y las plantas, las ideas de naturaleza que son de alta vibración, de mucha belleza.

Cuando lanzaste Cuerpo Eléctrico decías que durante la composición de los temas fue naciendo la necesidad de que fuera más rockero. ¿Qué significa el disco hoy ya con unos meses girando?

Lo que está pasando con este disco es que en este tiempo tecnológico que va rapidísimo, que el formato disco no se mueve, a mí me pasa al revés. Ahora veo que me escriben por el disco Semillas, el anterior, me dicen que está bueno. Y yo les digo que tengo otro, Cuerpo Eléctrico. Los tiempos de las cosas van rapidísimo, recibís tanta información en el celular, un link a un libro, una película para ver, conciertos... No me da para ver y escuchar todo lo que me motiva, no me da el tiempo.

Mucha gente tiene Cuerpo Eléctrico ahí y todavía no lo encontró, no se pudo tomar el vinito y escucharlo. Entonces le quiero dar este otro año. Lo vuelvo a presentar. Sigo recibiendo gente que me habla del disco, que lo quiere comprar. Está pasando algo a lo que le estoy prestando atención. Y Semillas convive. Están en simultáneo.

Vos vas a venís entre proyectos pero hay una constante: Gustavo Echenique, tu pareja. Hacen cosas las dos solos (Minimalmambo), en banda, con otras cantantes.

Es tremendo, somos un equipo y laburamos día y noche.

¿No es un riesgo? Dicen que no hay que trabajar con la pareja...

Dicen mucha cosas en cuanto al vínculo de pareja. Trabajamos en lo mismo y no paramos. Este un trabajo que todos los días cambia. No me puedo aburrir. Esto de la música tiene tanto movimiento y la foto te cambia, no te podés aburrir. Lo que tiene de bueno el equipo es que pasamos de hablar de música, arreglos, de filosofía, una de Netflix, a llamar a mengano, prender la estufa a leña, ir a rastrillar... Lo recomiendo.