La ley creada por expertos en fraude que garantiza el voto secreto en Uruguay

Cada uno de los pasos que damos en el momento de votar está pautado en una ley que tiene casi 100 años. La forma y los controles con los que votamos son de leyes de 1924 y 1925, que fueron redactadas por expertos en fraude del Partido Colorado y el Partido Nacional, que eran los que sabían todas las artimañas.

Actualizado: 23 de noviembre de 2019 —  Por: Redacción 180

La ley creada por expertos en fraude que garantiza el voto secreto en Uruguay

Ricardo Antúnez / adhocFOTOS (Todos los derechos reservados)

Con base en un informe de José Benítez para No toquen nada de DelSol 99.5.

Se trata de la ley de elecciones, la N° 7.812, de enero de 1925. Esta ley fue modificada en 1999 y en 2000, pero no sustancialmente.

El historiador Carlos Demasi habló con No toquen nada sobre el contexto histórico en el que se aprobó esta ley. Demasi dijo que el primer antecedente del voto como lo ejercemos hoy es de una ley de 1915.

“En 1915 se aprueba una ley que va a regular la elección de la Asamblea Nacional Constituyente, la que reformó la Constitución de 1830, y para esa elección se establece una ley especial -porque no estaba prevista en la Constitución de esta elección-, con sufragio universal. Votaban todos, independientemente de que fueran analfabetos o no. Por supuesto, cuando digo sufragio universal, las mujeres no estaban excluidas ni incluidas, es decir, simplemente no se pensaba en la posibilidad del voto femenino. Esa elección también tiene voto secreto. Es la primera que se hace con un cuarto secreto donde el votante se encerraba, sacaba su voto y lo ponía dentro de un sobre en una caja sin que se supiera qué había votado”, indicó Demasi.

El historiador agregó que con esa ley, aunque el voto era secreto, no se garantizaba evitar los fraudes. “El fraude electoral está implícito en el sistema mismo, independientemente de que el voto sea público o secreto. Hay muchas maneras de hacer fraude, más allá de ese detalle, que terminaron desvirtuando las elecciones. Ese fraude lo hacía tanto un partido como el otro, no es que fuera monopolio de un solo partido. El fraude estaba en el sistema, no en el partido”, añadió.

En 1923 llegó la comisión de los expertos en fraude. Según Demasi, las transformaciones en la legislación electoral no estaban en los programas de los partidos sino que fue una demanda del electorado que pedía garantías. Así se empezó a trabajar en esta ley.

“En 1923 se formó la llamada ‘Comisión de los 25’, presidida por Andrés Martínez Trueba, y que tenía integrantes diputados de los dos partidos, blancos y colorados. Tenían una característica: eran expertos en fraudes electorales, se conocían todas las trampas y sabían que los otros también las sabían. Entonces, pensaron una serie de mecanismos muy ingeniosos para evitar las trampas que el otro sabía que podía hacer. Se trató de que la ley no dejara resquicios porque cualquiera -con la capacidad que tenía esta gente para interpretar las prácticas electorales- podía encontrar ese hueco y falsear una elección. Se hicieron dos leyes: la de 1924 de voto secreto, y la de 1925 de Registro Cívico Nacional, donde establecen allí todas las garantías”, mencionó.

Esta última fue de avanzada porque incluía la fotografía como garantía de identidad y la huella dactilar. Demasi contó porqué era un elemento importante.

“El voto es un gesto muy abstracto. Metés una hoja en un sobre y construís un gobierno, es necesario mucho cuidado. Allí hay muchas cosas. Por ejemplo, podés ir a votar si no tenés la credencial, decís el número y si está en el registro, votás igual. ¿Por qué razón? Acá funcionan las prácticas electorales de las experiencias de la ‘Comisión de los 25’. Era frecuente que los comisarios se quedaran con los documentos electorales de los ciudadanos, que no podían votar porque le faltaba su balota, su documento de identificación. Entonces, aunque el comisario se quedara con todas las credenciales, igual el ciudadano podía ir y votar diciendo su nombre y número de credencial”, contó el historiador.

La ley de Elecciones de 1925 reguló todos los aspectos del voto que rigen hasta hoy. Demasi explicó que cada paso del protocolo responde a limitar la posibilidad de un fraude.

Dijo todos los gestos que el votante debe hacer están previstos por la ley: avanzar, entregar la credencial, esperar la verificación, que en la mesa digan que se tome un sobre cuando se hizo la verificación, que los integrantes de la mesa no toquen los sobres más que cuando los firman al principio, que el votante saque cualquier sobre, que muestre la tirilla que tiene un número, que el integrante de la mesa diga cuándo puede pasar a votar, que le diga que no arranque la tirilla, que el votante entre al cuarto y cierre la puerta, que salga con el voto en el sobre, que corte la tirilla delante de la mesa para evitar un fraude electoral, que se verifique que el número de la tirilla sea el mismo que anotó el secretario cuando se retiró el sobre, que cuando tome la tirilla la guarden en una pila y le digan que puede votar, que el votante ponga el sobre en la urna, y que le devuelven la credencial para terminar el acto de votar.

“Cada paso prevé un fraude distinto. Por ejemplo, no podés mostrar el momento en el que estás introduciendo la lista en el sobre porque es lo que se llama voto cantado, y eso puede haber sido la condición que te puso algún caudilllo político para darte alguna cosa. Tampoco podés doblar las listas de manera rara, ni marcar el sobre, ni hacer ninguna cosa de esas que pueda identificar la lista como diciendo 'esta es la de una persona determinada'”, dijo Demasi.

Según Demasi, esta ley de elecciones dio garantías a todos los procesos electorales desde 1925. Hasta elecciones durante la dictadura, como el plebiscito del 80, contaron con garantías por esta norma. La única vez que el sistema fue cuestionado fue en las elecciones de 1971.

“Creo que estas leyes electorales tienen la ventaja de que son enormemente garantistas. Como se trata de construir un gobierno que va a durar cinco años, creo que las garantías nunca están de más. La idea de que se puede votar más rápido y se puede conocer el resultado antes si se votara por computadora o por celular son muy interesantes para otros lados, pero uno piensa, qué apuro tengo yo en conocer quién ganó una elección para saber si eso me da garantías de que el gobierno que va a estar los cinco años gobernando es el que efectivamente votó la mayoría. Aunque este mecanismo pueda parecer lento, atrasado y de otra época, lo fundamental allí es que el gobierno que surge de las elecciones sea uno que efectivamente refleje la opinión de la mayoría. Piensen en la elección de Trump, o de Bush, que se resolvió por 150 o 200 votos en un circuito perdido de Florida. Eso no puede pasar en Uruguay. Que el que gana la elección sea efectivamente quien tuvo más votos es algo que garantiza la estabilidad política del sistema”, comentó.