La Colombes festeja enloquecida, los jugadores se abrazan en el campo, Gutiérrez sonríe junto a sus colaboradores. Nacional está a las puertas del Uruguayo y todos lo saben. No solo por el triunfo, también por las formas. La superioridad con la que el Tricolor jugó el último tramo del partido, la ventaja deportiva que tendrá para la definición, la impotencia ante la adversidad de un Peñarol repleto de bajas. En este contexto el primero de los cruces entre ambos dejó claro quién está mejor para lo que viene.
Ganó sin discusión Nacional. Lo hizo porque acertó en los momentos justos y sacó rédito de los errores defensivos de Peñarol. Ni el árbitro, ni el VAR ni nada extradeportivo influyó en el resultado.
Tiene un plantel más extenso Nacional, mejor banco de suplentes, futbolistas aptos desde lo físico. Y todo eso le permite tener mayor dinámica para jugar y variantes para cambiar el partido. Aprovecharlo es una virtud. Otra virtud es sacar rédito de la forma en la que Peñarol defiende.
Salvo en un tramo del segundo tiempo donde Nacional entró en un desorden colectivo que casi le cuesta un gol, siempre impuso las condiciones del partido. Gutiérrez se la jugó por Santiago Rodríguez y por un equipo con ida y vuelta. El ritmo del Tricolor no pudo sobrellevarlo el aurinegro, que estaba encomendado a algún pelotazo o alguna corrida de Pellistri. Para peor se lesionó Lucas Viatri a los 35 minutos.
Tras el descanso Peñarol se acomodó un poco mejor en el medio y eso equilibró el juego. Pero el equipo de López era previsible para atacar y nunca rompía líneas.
A los 61 Zunino tomó la pelota por derecha cerca del área y corrió hacia la medialuna. Al llegar a la medialuna vio como cinco jugadores de Peñarol se amontonaban en el medio del área. Uno de ellos era Giovanni González quien nunca percibió que detrás de él aparecía solo Gonzalo Castro. Zunino levantó el balón para Castro y este castigó para el 1 a 0.
El gol desarticuló por completo a Peñarol. El aurinegro podía llevar el partido siempre y cuando estuviese en pie de igualdad pero nunca remontarlo. Mal en lo físico desde hace tiempo, sin sus principales nombres, carente de sociedades en el juego, quedó perturbado y Nacional volvió a aprovechar. A los 67 un centro perfecto encontró a Corujo quien marcó de cabeza el 2 a 0.
Un minuto después Enzo Martínez pegó un codazo irreflexivo y dejó a su equipo con 10. Con ventaja de dos goles y un hombre más Nacional cuidó el resultado y empezó a imaginar el partido del domingo. Ese que puede valer una vuelta olímpica.
