García Morales estuvo en No toquen nada para narrar la experiencia de varios de sus conocidos en el país asiático, tras la llegada nuevamente al poder de los talibanes, tras 20 años de intervención de Estados Unidos y la comunidad internacional.
Si bien los actuales dirigentes talibanes se han mostrado más moderados que sus antecesores respecto, por ejemplo, al lugar de la mujer en la sociedad, García Morales relativizó ese cambio.
“Lo han dicho varios de allá, son como los talibanes más modernos. Son más mediáticos, más diplomáticos, dados a un buen papel. Pero en la base y adentro todos le tienen mucho miedo al viejo régimen. Lo veinteañeros, treintañeros que están ahora como talibanes tienen un discurso como de aceptación del problema de la mujer, de la política exterior y demás, pero en el fondo todos sabemos que eso no va a pasar”, afirmó.
Para él, el principal fracaso de la comunidad internacional en las dos décadas de intervención, tras los atentados de 2001 contra las Torres Gemelas de Nueva York, fue no incrementar la educación del pueblo afgano.
“El porcentaje de gente que se quiere ir del país hay que mirarlo un poco en perspectiva porque en estos 20 años la comunidad internacional ha querido entre comillas 'educar' a la sociedad afgana y esto solamente ha llegado a las ciudades importantes y en algunos sectores. La vida cotidiana de un pueblo remoto de Afganistán no ha cambiado ni cambiará. Esa gente no se quiere ir porque es su país y es donde vive. Esto está afectando sobre todo a las ciudades y a la gente culta, que ha logrado un desarrollo educativo importante, y que realmente hoy ven que la perspectiva de futuro para su país es espantosa”, señaló.
Esa es una minoría de la población afgana. “Creo que la gran carencia o el gravísimo error que hizo la comunidad internacional en estos 20 años fue no educar al pueblo afgano que venía sin educación hacía 40 años”, remarcó García Morales.
Esta situación no fue una sorpresa para él, solo revela las “mentiras” o “desinformación” que se tuvo en Occidente en los últimos años sobre la tarea que desplegaban los militares estaounidenses y de otros países.
“Lo que estaba pasando allá era una fantasía. Los talibanes estaban atrás esperando y la gente le tenía más miedo a los talibanes que al gobierno y a la justicia. Las muejeres seguían usando el burka después de 10 años de que no era obligatorio hacerlo”, destacó.
Alfredo García Morales en No toquen nada (Marianela Sabornin/ Magnolio)
Los talibanes siempre estuvieron “agazapados” esperando que la intervención internacional se debilitara o fracasara. De hecho, retomaron el control del país en semanas ante la retirada estadounidense.
Más allá de las condiciones de vida generales del pueblo afgano, esta situación preocupa especialmente por los que quedaron en el país tras haber colaborado con el gobierno anterior o con las organizaciones internacionales que trabajaron en el país en el último tiempo.
En ese sentido habló de la experiencia de una mujer que trabajó con él y que pudo salir del país. Pero el hermano, que era el chofer de García Morales, no pudo salir. A las pocas horas de retomar el poder, agentes talibanes fueron a su casa, lo amenazaron y le quitaron el pasaporte.
“Me encantaría que Uruguay pudiera ayudar a la gente que conozco y que lo necesita. Además tienen todas las condiciones, cumplen todos los requisitos legales para hacerlo. Ellos están viviendo de forma muy angustiante porque literalmente no saben si mañana les golpean la puerta y le pegan un tiro. Es muy angustiante, muy angustiante”, lamentó.
Respecto a su experiencia hace 10 años en Afganistán y las complejidades del trabajo social allí, el uruguayo recordó una situación que vivió para ejemplicarlo.
“A mí me pasó de tratar de hacerles reconocer los derechos que ellas tienen y ni siquiera ellas los entienden, lo saben y los quieren. Mi primera experiencia en Afganistán fue un sopapo en la cara muy fuerte. Me vinieron a buscar porque había una chica que había sido violada y estaba en la cárcel porque había tenido relaciones extramatrimoniales. Pero era por violación, no porque hubiera querido. Entonces me pidieron ayuda y fui a tratar de sacarla de la cárcel. Después de haber hecho miles de cosas, ni se imaginan lo que hice, la madre me dijo que lo que quería era que el tipo se casara con ella porque si no, no tenía oportunidad de vida. Quedamos todos muertos. Esa es la costumbre, esa es la forma”, contó.