Miguel Ángel Dobrich

La vida sin moqueta

La cadena de videoclubes Blockbuster se declara oficialmente en bancarrota

Actualizado: 24 de setiembre de 2010 —  Por: Miguel Ángel Dobrich

Hace unos días, el periodista Gabriel Farías me mandó al mail una nota del Wall Street Journal donde se afirmaba que la cadena Blockbuster se declararía en bancarrota -Blockbuster, el videoclub-franquicia que llegó a tener 9100 locales-. PAUSA. Increíble, pensé con cierta excitación. PLAY. Por supuesto, para culminar de leer el jugoso artículo del link que me había enviado el productor de No Toquen Nada tenía que pagar. Y antes de gastar en eso, preferí invertir el dinero en alquilar una peli -qué sé yo, tal vez estaba a tiempo de dar una mano; imagino que eso fue lo que hizo Gabriel-.

ZOOM. Como puede chequear todo aquel que no tema googlear, en varios medios se destaca que la inminente “muerte” del gigante azul-amarillo se debe al crecimiento de la piratería audiovisual. Tal afirmación es falaz. El gigante del video casero no perece porque la piratería dañe una parte de sus ingresos: la bancarrota de Blockbuster es consecuencia de la toma de malas decisiones empresariales.

REW. En 1999, una pequeña compañía llamada Netflix salía al mercado. Su estrategia era tomar pedidos de alquiler online y enviar las películas por correo a domicilio. En poco tiempo, Netflix comenzó a ofrecer suscripciones. Por una pequeña cuota mensual, los usuarios podían tener, por un período estipulado, los films que deseaban. Esta medida cuidaba el bolsillo del cinéfilo perezoso, y las multas por entregar tarde pasaron a ser un concepto anacrónico. STOP. Anacrónico para todos los que no vistieran el uniforme de Blockbuster. Según el Washington Post, en el 2000 Blockbuster ganaba 800 millones de dólares en recargos por entregas fuera de fecha. En 2009 esa cifra se redujo a 134 millones. Tardíamente la franquicia de videoclubes intentó dejar de lado las multas hace unos años, pero esa medida no funcionó ya que dejaba a las pelis más populares fuera de los locales.

STOP. Durante los últimos años la cadena tuvo que cerrar centenares de establecimientos en varios puntos del globo. ¿Es justo adjudicar su contracción a la piratería? ¿No habrá pesado más el cambio de hábitos de consumo de los amantes del cine? PLAY. En paralelo al pay per view, la distribución legal de ficciones y documentales en Internet, en Europa y en los EE.UU. se impuso Redbox. Una compañía que coloca maquinas expendedoras de films en lugares estratégicos, como supermercados o malls. Nadie niega que “la crisis económica endureció las condiciones de los créditos y dificultó el acceso de Blockbuster a préstamos para hacer frente sus problemas de liquidez”. Pero, ¿qué generó sus problemas de liquidez? No haber cambiado a tiempo. No haberse adaptado. Tarde, comenzó a ofrecer pelis por correo. Tarde, sacó al mercado máquinas expendedoras de largometrajes. Tarde. Tarde. Tarde.

ZOOM. Blockbuster tiene una deuda de 1460 millones de dólares.

El plan de la empresa es reducir el número de locales que tiene para alquilar películas. Mientras se cierra el proceso de bancarrota, la compañía continuará con su actividad habitual, para lo que contará con un préstamo de 125 millones de dólares concedido por sus principales tenedores de bonos.

PAUSA. ¿Qué le ha dado Blockbuster al alquilador? Orden, jóvenes serviciales y sonrientes, y una oferta estandarizada de DVDs y Blu-Ray. Téngase en cuenta que blockbuster significa: “película de presupuesto muy elevado para la que productores y exhibidores esperan la máxima rentabilidad” (1). El cómodo y moqueteado videoclub nacido en Dallas ha masificado el modelo de negocio de las multisalas: semana a semana ofrece hitos audiovisuales que provienen, mayoritariamente, de Hollywood. En paralelo a no estimular la diversidad, Block y los videoclubes de supermercado han cambiado el rol del viejo y querido videoclub amigo. Antes, esos establecimientos funcionaban como centros de la memoria fílmica: había catálogo. Hoy reinan los estrenos y las obras que “no funcionan” se venden (ojear Q.E.P.D el videoclub). Si Blockbuster llegara a desaparecer, ¿qué pasaría? Nada. Mientras que se pueda alquilar y comprar por Internet, mientras que existan los videos especializados –y Montevideo tiene los suyos- estaremos a salvo. FF.

(1) Magny, Joel. Vocabularios del cine, Paidós, Barcelona, 2005.



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