“Sería un sueño dirigir a Maslíah de protagonista”

Es uno de los actores de la generación que revolucionó el cine uruguayo. Ahora debutó como director de un largometraje con “Norberto apenas tarde”. En entrevista con 180, Daniel Hendler recuerda cómo trabajó con Gael García Bernal y cuenta cómo zafa de los programas de chimentos. Además, dice que el Walter de Telefónica fue “como una beca” y que logró que el éxito de aquella campaña no cortara “el caminito” que estaba construyendo en el cine y el teatro.

Actualizado: 24 de setiembre de 2012 —  Por: Joel Rosenberg

“Sería un sueño dirigir a Maslíah de protagonista”

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¿Qué es este paso como director? ¿Es parte de un camino con un objetivo? ¿Lo has pensado?

Yo lo vivo más, y lo estoy pensando en voz alta de verdad, como algo de más libertad. Los miedos nos llevan como a quedarnos con lo que tenemos más seguro y con lo que nos da más estabilidad. A mí siempre me interesó dirigir y dirigía teatro y cortos, pero esto de hacer un largo es una responsabilidad y una exposición mayor. Es como romper un poquito con esa caparazón que uno se va poniendo de comodidad. Yo siento eso, que es como sumar capas y animarme a hacer algo que siempre fantaseé, pero actuar me encanta y espero seguir actuando.

No cerrás la etapa de actuar.

Exacto. Ni que hablar que no podría hacerlo. Tuvimos la suerte de no perder plata con esta película. Estamos estrenando la película y ya prácticamente pagamos las deudas, pero la verdad es que yo sigo viviendo de ser actor.

¿Cómo se ve la película terminada como director? ¿Qué diferencias hay con el actor?

En el actor lo que es tuyo es como un momento que vos viviste y prestaste a la película. Es muy fuerte y emocionante verte como actor, porque así como una canción te lleva a otra época de tu vida, generalmente ves la película en el cine con gente un año y pico después de que la filmaste, y sentís las cosas que te estaban pasando en ese momento. Es una experiencia linda e interesante ver cómo eso de golpe te proyecta, te vas de viaje a esa época y a lo que te estaba pasando, porque si trabajaste bien quiere decir que lograste transmitir eso que te estaba pasando, y lograr algo vivo para que la cámara te lo capte y lo use el director para contar algo.

En el caso del director, que es el responsable, lo que pasa es que uno también se cansa un poco de ver la película en el proceso porque en el montaje y toda la postproducción, la tenés que ver mil veces pero poniendo el ojo en cuestiones técnicas, y sobre todo siempre pensando en los problemas que tiene. Entonces fue muy lindo en el Festival de Locarno, que fue la primera vez que lo vi con público, que de golpe la vi como espectador. Me reí, me emocioné, lloré, la pasé bárbaro. Sobre todo, me gustó, que no es poca cosa, porque la venía padeciendo.

¿Qué hay en la película con el teatro? ¿Un guiño? ¿Un homenaje? ¿Las dos cosas?

Un poco de todo, sí. En realidad, el homenaje vendría a ser algo que aprovecho para hacer en la película ya que decido que este universo que envuelve al personaje y lo lleva a otro lugar sea el mundo del teatro. Eso me permite homenajear y contar con cierta autoridad algunas cosas que viví o que vi. Pero la película para mí no se trata de un homenaje, simplemente aprovecho.

En el elenco hay algunos grandes actores que capaz nunca estuvieron en cine.

Sí, es probable. Tenía una listita de actores que sabía que sí o sí tenían que estar en la película, una listita de personajes, entonces fui “si este hace este, este me queda para este”, y fui armando. Son muchos.

Sí, algunos tienen bolos. Lo de Leo Maslíah es un bolo.

Sí, me saqué las ganas. Sabía que tenía que estar en algo, dudaba en qué.

¿Pero qué relación tenés con Leo Maslíah para que acepte hacerlo?

Sin leer el guión además. Yo hice un taller literario con él hace mucho y ahí en un momento le gustaron mis cuentos y trató de hacer algo con mis cuentos. En su momento Mario Levrero, que era el responsable de esa editorial, dijo que no. Y en realidad, Levrero y Maslíah eran ambos ídolos míos en esa época y lo siguen siendo. Y ahí lo conocí y después adapté un cuento de él a una obra de teatro que dirigí, “Playback”. La vio, le gustó y ahí nos llamó al grupo de teatro para actuar en una obra que él dirigió y después fui asistente de él en una obra.

O sea que tenés una larga relación con él.

Sí, ahí sí. Confió y para mí es un honor, y me encantaría hacer con él algo más largo, capaz que una película con él. Sería un sueño.

¿Pero ya él como protagonista?

Sí, como protagonista.

¿Vos lo ves?

Sí, con Federico Veiroj hemos pensado en esa idea alguna vez. No sé si debería decirlo acá antes de hablarlo con Leo.

¿Qué es el teatro hoy para vos?

Primero, un ámbito que he pisado poco en los últimos tres años. Lo que pasa que en el teatro es verdad que hay que estar muy copado con el proyecto y con el grupo, porque meterte en un proyecto de teatro es como meterte con una pareja con la que vas a convivir un tiempo indeterminado. Está bueno estar convencido. Pero bueno, cuando hacés algo que está bueno en teatro es inigualable, cuando hacés algo que no está tan bueno es también inigualable en lo malo.

En tus comienzos en el cine, hiciste un corto con Gael García Bernal. ¿Fue la casualidad que te llevó a ese proyecto?

Sí, fue casualidad. Yo lo bendije en sus inicios (risas). Él era el protagonista de un corto mexicano que dirigía Rodrigo Plá, que actualmente está dirigiendo alguna película acá en Uruguay, es un uruguayo radicado en México hace mucho tiempo que vino a filmar un corto, “El ojo en la nuca”, que ganó un Oscar a Mejor Corto Estudiantil. Gael García Bernal era el protagonista, yo hacía del primo, el que le proveía de las armas para que se bata a duelo con Walter Reyno que había sido un militar…

¿Acá lo filmaron? ¿En Uruguay?

Sí.

Pero era un Gael García Bernal desconocido.

Desconocido. Vino de México el director y un equipo, Gael, y una actriz mexicana. De acá trabajaron Elena Zuasti, Walter Reyno y yo fuimos los que participamos en el corto. Bueno, no, hubo otros también, pero creo que eran los personajes más importantes. Ahí lo conocí a Gael. Me lo volví a cruzar y nos encontramos un tiempo después en Londres cuando él estaba estudiando teatro en inglés y estaba arrancando también. Y después asistí al “boom” internacional. Y ahora de vez en cuando nos vemos en Buenos Aires…

Hay una publicidad en tu carrera que fue muy famosa. Una cosa es hacer una publicidad y otra que se recuerde el personaje, que se recuerde a Walter. Hoy te metés en Youtube y está y tiene una cantidad de visitas. Yo recuerdo vagamente que fue un momento bastante conflictivo para vos el decidir hacer una publicidad, por el perfil de tu carrera. ¿Cómo lo recordás hoy con el paso de los años? ¿Por qué lo hiciste? ¿Qué te pareció?

Hoy lo recuerdo como una cosa buenísima que me pasó en la vida. Pasa que era un momento donde defendía mucho una especie de ideología sobre el actor. No querría pensar que después la realidad a uno lo aburguesa y lo hace ceder ante ciertas otras verdades. Pero hay algo que es verdad y es que quizá no me tomo tan en serio algunas cosas que me tomaba antes tan en serio o no veo con ojos tan idealistas al cine o al teatro como si estuvieran desprovistas de toda impureza. Creo que las cosas son más relativas. En su momento me costó mucho y me acuerdo que el esposo de mi madre me dijo algo. Yo no quería hacer esa publicidad pero también me ofrecían mucho dinero y a mí no me era fácil llegar a fin de mes en ese momento. Estaba ahí dando unas clases, muy contento con lo que estaba haciendo en cine y me daba miedo que eso arrasara un poco con ese caminito que estaba armando. Y entonces me dijo “vos tenés que pensar en tu autoestima, si después de hacer eso vos vas a poder levantarte una mina”, algo así creo que me dijo. Lo cierto era que me dijo que tenía que pensarlo en términos de cuánto me iba a herir realmente la autoestima… Lo hice desde un lugar un poquito bélico con la empresa que me contrataba.

Teléfonica, ¿no?

Sí. Por ejemplo, es largo de contar, como que resistí para que eso no me pasara por encima. Me sentaba en mesas largas con tipos que estaban invirtiendo mucho dinero y no entendían por qué ese pendejo no quería hacer más de seis spots, no quería mencionar el producto, y una serie de cosas. Yo me sentaba y decía: “si no, no lo hago”. Y se miraban y me querían asesinar a mí, y sobre todo al director que era el que había peleado por mí. Entonces después me reunía con el directorio y me decían “bueno, tenemos una serie de propuestas”, y eran 25 propuestas desde una miniserie en 35 milímetros sobre el personaje hasta en el desfile de Giordano una pasada de Walter con muchos Walter alrededor que invadían no sé qué… “Walter Rock Festival”, que se hizo… Por suerte pasó.

Finalmente la publicidad telefónica sirvió económicamente.

Sí, económicamente mucho, fue como una beca, porque yo ahí ya estaba en un momento con dificultades para ser independiente, y estuve un tiempo tranquilo. Al principio, cuando me gritaban “Walter” en la calle me preocupaba y ahora me encanta, porque todavía de vez en cuando me gritan “Walter”.

¿Y los unitarios y la televisión?

En realidad, las cosas que he hecho por ahora son cosas en las que me divertí, personajes entretenidos de hacer, con un director que me caía bien, con un elenco que me caía bien.

Lo harías de nuevo.

Sí. Hay algo que para mí como actor es un privilegio que es tener un sueldo y horarios y una estabilidad, es hermoso.

¿Qué significa, diez años después, “25 Watts”?

Estaría bueno volver a verla porque hace tiempo no la veo. Marcó mucho, porque además de todo, Juan Pablo Rebella y Pablo Stoll son para mí referentes y siempre lo van a seguir siendo. Aprendí muchísimo con ellos. “25 Watts” fue una experiencia en la que éramos una cooperativa. Fue algo que para el cine uruguayo era una primera experiencia, decir que se puede hacer una película desde un sistema de producción propio inventando nuestras propias reglas. Hoy hay una ley de cine, diez años más tarde, que está empezando a funcionar y apoyando este crecimiento del cine uruguayo, y supongo que la idea es que siga creciendo y entendiendo esta realidad y cómo funciona todo esto.

Creo que era un germen de lo que pasó con el cine uruguayo a hoy. Es fuerte. Fuimos todos parte porque esa cooperativa era también una cooperativa de distintas cosas que traíamos de distintas formaciones. Yo venía más de la actuación y del teatro, entonces desde la parte actoral había una colaboración en el sentido de que era todo nuevo para todos en ese momento. Para mí fue como un poco fundacional.

¿Cómo se hace para zafar de los programas de chimentos y toda esa fantasmada argentina? ¿Directamente se vive de forma paralela? ¿Te joden y zafás? ¿No te joden porque ya saben cómo sos?

Yo creo que se da naturalmente. Para mí son como universos distintos. Les resulto aburrido también, porque no es que me tengo que escapar por mi vida privada, no les interesa mucho mi vida privada porque no tengo mucho más para ofrecer. Cuando me hacen una nota no les interesa mucho lo que tengo para contarles.