Joel Rosenberg

Lacalle y su berrinche por la negativa

Luis Lacalle Pou no esgrimió un solo argumento sólido para explicar su intención de abandonar el diálogo sobre seguridad con el gobierno. La posición del líder nacionalista se parece más a una estrategia para mostrarse lejos del gobierno que a una conclusión seria sobre los tres meses de negociación.

Actualizado: 25 de julio de 2016 —  Por: Joel Rosenberg

El senador anunció su intención de abandonar el diálogo en su audición que cuelga en internet. Allí expuso tres motivos: que no da para más (expresión que repitió más de cinco veces de distintas formas), que no hay una sola ley aprobada de las que se acordaron y, por último, que Tabaré Vázquez no quiere aumentar las penas a los menores infractores.

La falta de análisis y argumentos puede deberse a que esa audición semanal de cinco minutos que cuelga en la plataforma Soundcloud no es un espacio donde analice los temas en profundidad. Allí Lacalle casi nunca plantea un dato concreto de lo que está hablando, es una columna que tiene como objetivo el golpe al gobierno con frases que nos sirven a los periodistas para titular. Así que no es de extrañar la reiteración del “no da para más”.

En este caso, esa falta de profundidad característica del espacio, se evidenció más en su intento de dar razones para abandonar la mesa seguridad ciudadana.

Lacalle dijo que no pasó nada porque no se aprobó aún ninguna ley. Es cierto que ninguna de las leyes tiene aún sanción en el Parlamento. Pero, la realidad es que se acordaron en tres meses tres leyes de inflación penal, que aumentan las penas, como pedía el Partido Nacional y parte de la oposición. Y esto lo marcaron los propios representantes del Partido Nacional. En varias oportunidades los senadores Luis Alberto Heber y Javier García festejaron en las conferencias de prensa que habían “convencido” al gobierno de aumentar penas. Los senadores recalcaron este punto porque saben que la inflación penal es muy controversial a la interna del Frente Amplio, por eso se jactaron de los logros.

Lacalle desconoció estas declaraciones y todo lo que se avanzó en los acuerdos, con algunos proyectos que ya están en el Parlamento. No mencionó que el proyecto de ley de “Limitación de Libertad Anticipada”, para acotar la libertad de los reincidentes, ya tiene media sanción del Senado. Tampoco dijo nada del proyecto que aumenta penas por delitos de narcotráfico y está en estudio en comisión del Parlamento. Y obvió que, en la misma semana que él denunció la falta de acuerdos, se aprobó redactar un proyecto de ley de “Homicidio Doloso” que irá al Parlamento para hacer inexcarcelable el homicidio doloso cuando hay intención de matar. Este último acuerdo es un pedido de aumento propuesto por su propio partido, tiene la iniciativa del Partido Nacional.

A esos tres proyectos de ley que Lacalle ignoró hay que sumarle que el Parlamento también aprobó -de apuro- una ley que aumenta las penas por abigeato con agravantes y lo vuelve un delito inexcarceleable. Este proyecto no salió de la negociación con la oposición pero lo votó y lo aplaudió el Partido Nacional porque sigue la lógica de inflación penal.

Entonces, ¿de qué habla Lacalle cuando menciona que hay trancazo, que no se hizo nada, que no da para más?

Quizá el problema no esté en lo que no se hizo, como dice Lacalle. La crítica que se le puede hacer a esta mesa de convivencia y seguridad ciudadana es más por lo que sí hicieron que por inactividad. Lo que deberían reflexionar todos es si no estarán jugando para la tribuna de forma liviana con el aumento de penas, si aumentar penas sin ton ni son servirá para algo en materia de seguridad.

Pero eso no es lo que se cuestiona Lacalle. El senador no tiene problemas con esta carrera enloquecida de aumento de penas. Todo lo contrario. De hecho, manifestó como un tema específico de molestia, el desacuerdo con el presidente Vázquez que no quiere aumentar las penas a los menores infractores. En este punto Lacalle demuestra su poca disposición a que la negociación termine bien; su idea, según se interpreta de sus palabras, es que si Vázquez no claudica, si Vázquez no cambia su postura histórica en el tema, el diálogo es un fracaso. Es bravo negociar así.

El problema para Lacalle en este momento es que no encuentra de donde agarrarse para salir; no hay una sola razón de peso para irse tan rápido del diálogo. Por eso cae en argumentos vagos y discursos livianos.

Lo de Lacalle, en este caso, es política chiquita, por la negativa.



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